Frases como "hemos hecho muchos amigos entre los extranjeros que hay en la ciudad, pero nuestro castellano y nuestro catalán no mejoran"; "no es que haya vivido en una burbuja, porque he aprendido una pila de cosas sobre los sentimientos y la vida de los extranjeros que viajan arriba y abajo", o incluso "aquí no puedo aprender a hablar castellano, la gente solo habla esta cosa extraña del catalán", se podrían atribuir perfectamente a la actual colonia expat, esa multitud de extranjeros que viven y trabajan en una Barcelona que no va mucho más allá de la burbuja donde están instalados de locales de brunch, alquileres inasequibles para los barceloneses y comunicación limitada al uso del inglés.
Ya no es tan previsible ubicar las frases en los años 30 del siglo XX y atribuirlas a sus autores reales, la primera y la tercera de Charles Orr y la segunda y más significativa por lo que tiene de negación de la afirmación, de Lois Orr, marido y mujer, él de 30 años y ella de 19, dos jóvenes de los Estados Unidos que vivieron en la Barcelona revolucionaria entre septiembre de 1936 y mayo de 1937, vinculados al Partit Obrer d'Unificació Marxista (POUM), cuya vida se puede descubrir en Cartes de Barcelona. Una americana a la revolució i la guerra civil (L'Avenç, 2024) un libro publicado en inglés en 2009 editado por el historiador británico Gerd-Rainer Horn y traducido ahora al catalán por el también historiador Josep Grau Mateu, que reúne principalmente las cartas de Lois, con las que recoge las vivencias de la pareja, pero sobre todo de ella, en una Barcelona marcada por una revolución parada de golpe por los Fets de Maig, que los Orr vivieron del lado de los perdedores.
De hecho, aparte de varios estudios contextualitzadors de Horn y algunos escritos de Charles Orr, el grueso del libro lo forma la correspondencia de Lois Orr, hecho que revela, de forma casi inédita, la vida cotidiana de una extranjera enrolada voluntariamente en la revolución obrera del principio de la Guerra Civil, revelando detalles como la fuerte politización, la importancia de la comida o, como se ha visto en los ejemplos iniciales, el choque cultural y la formalización del que ahora llamaríamos una burbuja expat de los extranjeros -justificada, eso sí, en un internacionalismo obrero- que llegaron a Catalunya para dar apoyo, en el frente o en el caso de Lois Orr en la retaguardia, en la Segunda República ante la acometida del fascismo.
"Es una crónica de la Barcelona revolucionaria en primera persona de alguien que no conoce del todo de lo que habla y que es al mismo tiempo la crónica de un desencanto de alguien que va perdiendo la esperanza ante la bajada progresiva de la revolución". Así resume el libro su traductor e "impulsor" de la versión catalana, Josep Grau Mateu, que en conversación con ElNacional.cat apunta que, efectivamente, "hay paralelismos" entre Lois Orr y el funcionamiento de la comunidad de jóvenes extranjeros que vienen a trabajar o estudiar a Barcelona y que ahora llamamos expats, ya que a través de sus cartas revela una "cierta endogamia" en las relaciones que mantienen los extranjeros en la Barcelona del 1936-37 hasta el punto que la misma Lois, en vez de aprender catalán o castellano, aprovechará el tiempo para... ¡perfeccionar su alemán!
"Un testimonio de la revolución mucho más completo que el de Orwell"
Recordar el paso de los extranjeros en Catalunya durante la Guerra Civil es recordar necesariamente a George Orwell y su Homenaje a Cataluña. De hecho, Cartes de Barcelona recoge un escrito de Charles Orr donde este explica que fue él quien recibió a Orwell -de hecho Eric Blair, su nombre auténtico- en el Hotel Falcon de la Rambla, sede central del POUM, cuando este justo acababa de llegar a Barcelona. Grau contrapone Cartes de Barcelona a Homenaje a Cataluña apuntando que el segundo "tiene un título engañoso, aunque a los catalanes nos reconforta", mientras que las cartas de Lois Orr recopiladas en el libro, "muestran mucho más, porque testimonios de extranjeros en Barcelona durante la guerra hay muchos, pero no había ninguna crónica del día a día durante diez meses, sin interrupción", que es lo que ofrecen las cartas que Lois envió a familiares y amigos de los Estados Unidos.

Por todo ello, según Grau, Cartas de Barcelona conforma "un testimonio de la revolución mucho más completo que el de Orwell", además escritos por una joven "con pulsión muy importante de escritora" que, aunque se trata de cartas no destinadas a su publicación, revelan un dominio del lenguaje literario con el uso de técnicas como "el monólogo interior". De hecho, Lois Orr escribe largas cartas a sus familiares donde los pone al día desde la situación política hasta la ropa que se pone, con especial énfasis en la comida, dando así salida a una visión transversal de la vida en Barcelona entre 1936 y 1937. Eso sí, relacionándose casi en exclusiva con otros extranjeros, entre los cuales Eileen O'Shaughnessy, mujer de George Orwell, que hizo de secretaria de Charles Orr.
Una prisión estalinista... en el Portal de l'Àngel
De hecho, Charles Orr trabajó de redactor del boletín en inglés del POUM The Spanish Revolution y de noticias en inglés en Radio POUM, mientras que Lois Orr, también vinculada al POUM, trabajaba para el Comisariado de Propaganda de la Generalitat de Catalunya. Como Orwell, los Fets de Maig los atraparon en la ciudad y la pareja se dedicó a tareas sanitarias en las barricadas. A diferencia de Orwell, eso sí, no se escaparon de la batida estalinista posterior a los Fets de Maig que llevaron a la ilegalización del POUM y la detención y asesinato de su líder, Andreu Nin.
Lois Orr y su marido pasaron diez días en un centro de detención controlado por el PSUC o, como se explica en el libro, "una prisión estalinista", situada en la avenida del Doctor Pavlov, número 24, el nombre que tuvo durante la guerra civil una vía mucho más conocida por su nombre tradicional y actual... la avenida del Portal de l'Àngel. Y es que Cartes de Barcelona es, también, un libro sobre la ciudad que permite, entre otras cosas, hacer el descubrimiento que en pleno centro comercial de la ciudad hubo durante la Guerra civil uno de los más sórdidos centros de detención, de lo que la pareja solo consiguió escapar gracias a la mediación del cónsul de los Estados Unidos. No todo el mundo tuvo la misma suerte...
En conclusión, este Cartes de Barcelona ofrece una visión muy completa de una joven que ve y vive la ciudad desde la óptica de una revolucionaria extranjera que no acaba de entender del todo la realidad que tiene en frente, con una visión internacionalista que le impide entender la realidad catalana - "Esta gente son unos fanáticos de eso del catalanismo" -, pero que al mismo tiempo le permite enamorarse de la ciudad - "Barcelona me gusta, claro está"- y que, como todo buen turista, no pasa por alto una visita a la Sagrada Familia, eso sí con mejor impresión que la de Orwell -"Fuimos a ver una catedral de estilo 'neo-catalán' que es ciertamente impresionante"-. Todo ello hace de Lois Orr una expat revolucionaria que vale la pena descubrir.