Un elemento básico para definir la identidad de la ciudad de Barcelona es la existencia de los mercados municipales, cada uno con su singularidad. En este Barcelona Exprés nos fijamos en el de Sant Antoni, uno de los más monumentales y al mismo tiempo de los más populares de la ciudad que, además, tiene una buena colección de detalles por explicar.
El Mercado de Sant Antoni se construyó entre 1879 y 1882 y es un gran ejemplo de la arquitectura del hierro, muy de moda a finales del siglo XIX. Para su construcción, el arquitecto Antoni Rovira i Trias se fijó en el mercado de las Halles de París y en el mercado del Born, justo recién construido por la misma época.
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La primera curiosidad de este mercado es su emplazamiento, una manzana del Eixample situada justo donde había el portal de Sant Antoni, la puerta más importante de la ciudad amurallada, ya que por aquí se entraba a Barcelona desde el interior de la península y acababa el camino procedente de Lleida y Aragón. Parte del baluarte fue recuperado en la larga rehabilitación integral, que se alargó entre 2009 y 2018.
Sant Antoni es un triple mercado: los puestos de alimentación y producto fresco; las puestos de los encantes, y el mercado dominical
Una segunda curiosidad es la singularidad del edificio, organizado en cuatro brazos con los frontales encajados en los chaflanes y religados por un bloque central. Todo el conjunto es una obra maestra del trabajo en hierro colado y donde hay mil detalles modernistas con los cuales disfrutar, desde la decoración en colores grana y crema hasta los escudos de la ciudad que presiden cada brazo.
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Una tercera curiosidad es que Sant Antoni es, de hecho, un triple mercado, ya que a la zona más convencional de puestos de alimentación y producto fresco, que son el alma del mercado, hay que sumar los puestos de los encantes, una serie de tiendas de venta de todo tipo de productos textiles que actualmente están integradas dentro del mismo edificio y, el mercado dominical, situado en los porches exteriores y especializado en libro de ocasión, pero donde también se pueden conseguir todo tipo de materiales de coleccionista, en especial, cromos.
Y la cuarta curiosidad es que en este mercado se puede comer la mar de bien, tal como nos explica desde La Gourmeteria nuestra compañera Menja amb Gust. ¡Para chuparnos los dedos!