Si alguna vez habéis pasado por los Jardins de Josep Trueta, en el barrio del Poblenou, es muy probable que os haya llamado la atención que en un lateral de este espacio haya una grada, actualmente en un estado deplorable, e incluso podéis pensar que se construyó para poder ver los espectáculos que pudieran tener lugar en la plaza. Pues no exactamente. En este Barcelona Exprés os explicamos que primero fue la grada y después la plaza, y no a la inversa.

 

Y es que en este ámbito se encontraba, hasta el año 1989, la antigua sede del Club Natació Poblenou y justo en este espacio de césped había la que fue la primera piscina cubierta de Barcelona de titularidad municipal. Esta instalación deportiva se inauguró en 1960 y tenía, por un lado, una fachada de cristal y por el otro, una grada con una capacidad para doscientas personas.

Como que dos y dos hacen cuatro y acabamos de explicar que la piscina constaba de una grada, es fácil deducir que, efectivamente, esta es la grada de la antigua piscina del Club Natació Poblenou, el único elemento que se salvó del derribo y que ha quedado como un testimonio de aquello que fue un día y que, además, en el interior oculta un transformador eléctrico.

Salta a la vista que el estado de conservación de la grada es totalmente lamentable y que pide a gritos una rehabilitación urgente

De hecho, en los mismos Jardins hay un atril de memoria que resume esta historia y que explica que aquí había piscina olímpica con saltos de trampolín, además de un polideportivo para fútbol sala, hockey patines, baloncesto y balonmano, que estuvieron en funcionamiento hasta el traslado de las instalaciones del Club Natació Poblenou al Centre Esportiu Municipal Can Felipa y al Complex Esportiu Municipal la Mar Bella, ambos situados también en el distrito barcelonés de Sant Martí. La piscina fue inaugurada en 1960 y derribada a finales de los años 80.

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La grada ha quedado como un testimonio del pasado, pero actualmente presenta un estado del todo deplorable. Salta a la vista que la conservación es totalmente lamentable y que pide a gritos una rehabilitación urgente, y hace tiempo que está cerrado el acceso por los evidentes riesgos de accidente, precisamente en una zona donde hay niños jugando. A las baldosas rotas, la suciedad que se amontona y la falta de seguridad, hay que sumar una persona que, aparentemente, se ha instalado con un vivac precario hecho con cartones. Bien conservada o mal conservada, lo cierto es que la grada nos recuerda que, en otra época, ¡bajo nuestros pies había una piscina!