A falta de una semana para que Río de Janeiro albergue unos Juegos polarizados socioeconómicamente, el sentimiento de animadversión hacia la organización de unas Olimpiadas se extiende por todo el planeta. Son ya diversos los casos en los cuales el clamor popular ha parado las grandilocuentes pretensiones de líderes políticos que, ajenos a su población, promovían acoger una competición deportiva de tales dimensiones. Un caramelo muy goloso para hoteleros y restauradores, pero que no siempre esta percepción acompaña a los ciudadanos, que cada vez miran con más reticencia las astronómicas cifras que mueven los Juegos Olímpicos.

Juegos Olímpicos de invierno del 2022

Hace dos meses, Oslo, la gran favorita para albergar los Juegos de invierno del 2022, se retiró de la carrera olímpica por falta de apoyo popular, dejando así sólo a Beijing (China) y Almaty (Kazajistán) como únicos aspirantes. El Comité Olímpico Internacional (COI), que había depositado muchas expectativas en la capital noruega, reaccionó con un insólito ofrecimiento de 580 millones de euros después de la estupefacción que causó el abandono.

Para entender todo esto, hay que retroceder en el tiempo. Hasta tres ciudades se replantearon celebrar las Olimpiadas del 2022 cuando ya tenían una candidatura. Estocolmo (Suecia), Cracovia (Polonia) y Lviv (Ucrania) dieron un paso atrás por motivos parecidos a los de Oslo. Y, todavía antes, en Munich (Alemania) y en Sant Moritz (Suissa) rechazaron en sendos referéndums acoger los Juegos con un 60% de apoyo.

Juegos Olímpicos de verano del 2024

El desafecto no solamente reside en ciudades con bajas temperaturas en invierno. En el 2015, Estados Unidos nominó Boston para organizar los Juegos Olímpicos de Verano del 2024, pero este abdicó por falta de apoyo. Alemania preseleccionó Hamburgo, pero el gobierno municipal perdió el referéndum. En el caso de Toronto, su Comité de Desarrollo Económico descartó la organización de los Juegos.

Ahora tan sólo se disputan el acontecimiento deportivo cuatro ciudades: Roma, Budapest, Los Ángeles y París. Pero en dos de estas ya están produciéndose movilizaciones para renunciar a la candidatura. En Budapest, el Tribunal Supremo ha bloqueado la propuesta ciudadana de celebrar un referéndum para conocer la opinión pública. En Roma, el Partido Radical Italiano está recogiendo firmas para forzar un referéndum en el cual se opone la nueva alcaldesa de Roma, Virginia Raggi.