El tiempo es dinero, y BBVA lo sabe

- Fernando Trias de Bes
- Barcelona. Domingo, 29 de junio de 2025. 05:30
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Esta semana, el Gobierno ha decidido poner condiciones a la OPA que el BBVA ha lanzado sobre el Sabadell. La esencia de esas condiciones es clara: retrasar la fusión efectiva de ambas entidades. Durante al menos tres, quizá cinco años, BBVA y Sabadell seguirán operando con sus marcas, redes de oficinas y estructuras internas prácticamente intactas. Se frena, sobre el papel, la creación de un gran banco.
Pero ¿es esto realmente un obstáculo? No lo creo. Si hay un sector que sabe cómo convertir el tiempo en su aliado, es la banca. La frase time is money define la esencia del negocio financiero desde que existe la intermediación entre ahorro y préstamo. Un banco vive, literalmente, de transformar plazos. Capta depósitos y presta ese dinero a medio y largo plazo. Es una industria que descuenta el futuro, que juega con los flujos de caja y las tasas de interés, que entiende mejor que nadie el valor de esperar.
En economía, esta idea está perfectamente formalizada en la teoría del valor actual neto (VAN). Cada decisión de inversión se mide descontando los beneficios futuros al presente. Si esos beneficios son sólidos, aplazar su llegada solo significa recalcular. El dinero de mañana vale menos que el de hoy, sí, pero si la operación es rentable, la lógica se mantiene. Lo que esta jugada política obliga a hacer a BBVA no es cancelar la operación, sino rehacer la hoja de cálculo.
Este aplazamiento, además, otorga tiempo para negociar con reguladores, para gestionar resistencias locales y políticas y para diseñar una integración más afinada.
No sería la primera vez que una gran operación bancaria se cocina a fuego lento. En Estados Unidos, la fusión entre JPMorgan y Bank One a principios de los 2000 se planificó por fases, con múltiples autorizaciones intermedias, ajustes regulatorios y una estrategia gradual de integración de sistemas, personal y marcas. El resultado fue uno de los mayores bancos del mundo, fortalecido precisamente porque el tiempo jugó a su favor.
Por eso creo que, pese a la oposición política y a los discursos de protección territorial, esta OPA va a salir adelante. La estructura bancaria española se ha consolidado desde la crisis financiera de 2008: hemos pasado de decenas de cajas y bancos medianos a un puñado de grandes entidades. La lógica de escala es implacable. En un mercado europeo que camina, poco a poco, hacia la consolidación transfronteriza, BBVA no va a dejar pasar la oportunidad de reforzar su posición nacional.
El Gobierno dice que protege la competencia y la estabilidad laboral y territorial. Es legítimo. Pero, a cambio, lo único que ha hecho es poner el cronómetro en marcha. Ha convertido un proyecto inmediato en uno a medio plazo. Ha obligado a recalcular los retornos, a reordenar prioridades y a redibujar escenarios de sinergias. Nada más.
Mientras tanto, BBVA seguirá haciendo lo que mejor sabe: ganar dinero con el tiempo. Gestionar márgenes, optimizar estructuras, ajustar costes y, sobre todo, esperar. Porque el negocio bancario no se basa solo en mover billetes, sino en dominar el calendario. Aplazar la integración unos años no es desmontar la operación; es convertirla en una apuesta aún más precisa.
Por eso, cuando dentro de unos años veamos los rótulos de Sabadell y BBVA fundirse en uno solo, recordaremos esta semana como un episodio que solo retrasó lo inevitable. Porque si algo sabe hacer un banco, es transformar el tiempo en dinero. Y en eso, el BBVA juega con ventaja. No por nada. Sino porque eso es, simple y llanamente, lo que saben hacer los bancos.
Su negocio no es la gestión del dinero. Es la gestión del dinero en el tiempo. La repuesta del gobierno solo supone insertar unas cuantas columnas más en el magnífico, impresionante e inimaginable Excel donde debe de estar la operación diseñada.
Se solía decir: el papel lo aguanta todo.
Los financieros lo adaptaron: el Excel lo aguanta todo.
Pues eso.
Tiempo al tiempo.