Los políticos ignoran The District, pero el problema de la vivienda persiste

- Xavier Alegret
- Barcelona. Lunes, 6 de octubre de 2025. 05:30
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La semana pasada se celebró en Barcelona la feria inmobiliaria The District, a menudo polémica por su enfoque hacia los inversores, algo que este año ha mitigado poniendo el acento en la vivienda social. El evento no contó con presencia institucional destacada. Ni el presidente, Salvador Illa, ni la consellera del ramo, Sílvia Paneque, ni el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, se dejaron ver.
Es sobradamente conocida la fobia de los políticos de izquierdas hacia el sector inmobiliario, que es más intensa cuanto más a la izquierda. Aunque el sector, o al menos una parte, se lo haya podido merecer, no hubiera estado de más que hubieran participado, como hacen en tantos actos empresariales y sectoriales que se celebran en la ciudad y el país, aunque solo fuera para publicitar las medidas ya anunciadas y buscar la complicidad de los promotores, sin las cuales no se podrán llevar a cabo. Pero no.
Hacer el vacío al sector en su feria, aunque no guste el enfoque, es una decisión puramente de imagen y que no tiene ningún efecto práctico. Porque el sector público necesita al privado más que al revés. Las inmobiliarias, promotoras y constructoras harán más negocio cuanto más bloques y pisos se levanten, pero si no se levantan, o se irán fuera, o buscarán las rendijas del negocio por donde colarse, aprovechando a menudo las necesidades crecientes de la sociedad para hacer caja. Cuando el sector público va, el privado ya vuelve. Cuando el público piensa qué hacer, el privado ya está haciendo alquiler de temporada, turístico o de habitaciones.
En septiembre, unos días antes de The District, en ON ECONOMIA celebramos un FOCUS ON sobre la falta de vivienda con el sector inmobiliario. El catedrático de la Universitat Pompeu Fabra José García Montalvo empleaba una expresión muy gráfica para definir la regulación catalana y española para bajar los alquileres: “No puedes intentar coger agua del mar con las manos, intentas cogerla y se te escapa”. Es decir, intentas que los alquileres no suban con una ley, pero entonces, los propietarios buscan otras opciones. “El agua se te escapa por muchos sitios”, y se van al turístico, al de temporada, etc.
El sector público necesita más al privado que al revés, porque en un contexto de escasez, el privado siempre encuentra la rendija por donde hacer negocio
Que el sector privado siempre va por delante se ha vuelto a ver en la feria inmobiliaria de la semana pasada. Después del alquiler de habitaciones, que podía ser una solución –se había hecho toda la vida– hasta que se paga por la habitación lo mismo que por todo un piso hace diez años, llega la compraventa de habitaciones. Si a los jóvenes no les alcanza para comprarse un piso, quizá sí que pueden comprarse una habitación, pensaron dos emprendedores catalanes cuando fundaron Habitacion.com. No les va nada mal: este 2025 esperan facturar entre 3 y 4 millones de euros y entrar en beneficios gracias a unas 200 habitaciones vendidas, de las cuales, hay que decir, el 80% en Madrid. La cifra que más llama la atención, sin embargo, es que tienen 27.000 compradores en espera.
Es evidente que hay una demanda, incluso podríamos hablar de cierta desesperación, y el sector privado siempre está dispuesto a buscarle una solución, que acaba siendo también una opción para pequeños inversores, porque admiten que parte de las operaciones son de personas que compran la habitación para alquilarla. Es decir, que con una sola estancia, hacen negocio dos personas para que una tercera pueda vivir en la mínima unidad habitable. Esto es una derrota como sociedad.
Hay que generar oferta para que bajen los precios y nadie se plantee comprar una habitación, ni hacer negocio con esta necesidad
El sector público hace grandes planes –que está bien, pero hay que ejecutarlos, y rápidamente–, pero el privado ya hace negocio. El agua se les escapa de las manos a los gobiernos. Se escapa tanto que estos dos emprendedores han encontrado una fórmula que ni siquiera está bien resuelta legalmente, porque no existe, no está prevista. Una habitación dentro de un piso no tiene un número catastral propio, no existe como realidad inmobiliaria en sí misma, por lo que no se puede vender ni comprar. La manera que se han inventado es que si tienen un piso de cuatro habitaciones, buscan un interesado para cada una de las habitaciones; entonces, los cuatro compran conjuntamente el inmueble y cada uno es propietario de un 25%.
Es el momento de que los gobiernos actúen. Pero no prohibiendo, sino generando oferta para que bajen los precios y nadie se plantee comprar una habitación, ni hacer negocio con esta necesidad. Que nuestros políticos no vayan a las ferias inmobiliarias no quiere decir que cosas como estas, o los alquileres de temporada fraudulentos, o los pisos turísticos ilegales, no sean una realidad delante mismo de sus narices, por mucho que cierren los ojos.
La urgente necesidad de vivienda que sufrimos es lo que da espacio a alternativas salvajes. Incluso se ha dado el caso de gente alquilando coches en la calle para dormir en ellos. Sí, es ilegal, y totalmente reprobable, pero mientras las administraciones no den respuesta al grave problema social que supone la falta de vivienda, pasarán cosas como estas, porque siempre habrá alguien dispuesto a sacar petróleo de la situación.