¿Los médicos ya no eligen Catalunya?
- Guillem López-Casasnovas
- Barcelona. Viernes, 21 de noviembre de 2025. 05:30
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El último de los estragos con los que me he encontrado como resultado del denominado, ya con cierta sorna, el procés (dicho en castellano tiene más sorna), es que ahora los médicos examinados en el MIR ya no escogen tanto como antes Catalunya y su sistema sanitario para formarse. De hecho, me ha llegado a las manos una tesis de un doctorando madrileño de la Universidad Carlos III que se atreve, en un mix de política y economía, a hipotetizar que esto se debe a la polarización que el movimiento independentista causó en España. Y ahora lo pagamos en forma de pérdida de capital humano e ineficiencia productiva. Hemos tenido también otros que han valorado lo que había perdido la economía catalana con el boicot comercial o la pérdida de inversiones por el miedo a los acontecimientos políticos. Todo un clásico, que se hizo mayor de edad con el movimiento de algunas sedes empresariales y bancarias.
Quiero aquí evaluar el tema de los profesionales sanitarios, del que el doctorando, además, asocia a un incremento de la mortalidad por perder estos supernumerarios de nota MIR. Quiero hacerlo como si fuera miembro del tribunal de tesis de aquel investigador.
El doctorando, para contrastar su tesis, busca separar el efecto político, democrático, por lo que tiene de clarificador de posiciones sociales, de otros factores potenciales de confusión. Primero mira si la no elección de Catalunya es un problema de lengua, y lo refuta cogiendo el contrafactual del efecto inexistente comparado con los casos del País Valenciano y Baleares. Lo hace por la vía simple: como si en aquellos dos lugares, los gobiernos de derechas hicieran el mismo esfuerzo por hacer respetar la lengua que en Catalunya, cuando ya bastante cuesta aquí mantenerla insuficientemente en el sector sanitario en cuestión. De otro modo, ¿y si sí?: valdría la pena valorar si la supuesta pérdida de capital humano no la recupera la mejora de capital social y sentido de pertenencia del país. Algo extensible a muchos profesionales sanitarios extranjeros que trabajan en Catalunya. ¿Deberíamos renunciar a ello?
El autor va descartando factores, aunque ignora unos cuantos bastante sustanciales: por ejemplo, el precio de alquilar vivienda para hacer la residencia, o el coste más alto de la vida. Lo que no descarta, claro, no puede ser otra cosa que el procés, al que imputa, como prueba de la dureza de la situación vivida, la muerte por infarto del pasajero francés en el aeropuerto de El Prat: poca broma, digan lo que hayan dicho otros expertos forenses.
Los datos dicen que los nacidos en el resto del Estado que se forman en Catalunya, año tras año, sí que parecen quedarse en el país
Ahora lo más sorprendente: por culpa (¡causalidad!) de esa supuesta pérdida de masa gris, ha aumentado la mortalidad en Catalunya, supongo que de la que se llama "evitable", ya que sumar accidentes de tráfico sería ya un error grave. Bien. ¿Como si los efectos mencionados de aquella no elección pudieran ser a corto plazo? ¡Claro, sin poder probar que la huida hacia otras Comunidades haya reducido la mortalidad de estas! Es decir, ¡que de haberse sometido a la unidad de España se hubieran evitado muertes! E inefablemente, ahora, ¡la comparación con Madrid! Y ya tenemos los previsibles titulares de algunos medios de la capital.
Matices. No se debería ajustar la asociación de los rankings de elección al número total de plazas ofertadas: Madrid, en términos medios, tiene un 30% más que Catalunya, lo que hace más arriesgado optar por Catalunya y no obtener la especialidad deseada en primera instancia, dado el sistema de elección en segundas opciones. Como si tampoco tuviéramos que considerar el tipo de plaza: en Catalunya hay muchas más de Medicina Familiar y Comunitaria (373 en Catalunya frente a 217 en la Comunidad de Madrid), que se necesitan, a pesar de no ser tan sexis (rentables privadamente), como lo son hoy dermatología, cirugía plástica, otorrinolaringología o cardiología, que dominan la oferta madrileña, con una compatibilidad con la sanidad privada bastante conocida. Además, las plazas de Madrid, en un porcentaje bastante alto, se eligen en el Área Metropolitana, mientras que en Catalunya se está haciendo un esfuerzo para disponerlas fuera de la capital, incrementando retribuciones incluso a costa propia.
¿No debería preocuparnos más la pérdida efectiva de capital humano por el numerus clausus establecido en las universidades catalanas, y tener que acabar contratando nuestro sistema de salud a muchos médicos provenientes del extranjero (785, un 44% del total de los colegiados en 2018; 1.346, un 60% del total, en 2024)? ¿Erosiona esto también el capital humano, o el social? ¿Cómo juegan las entradas por segundas opciones en nuestras Facultades de aquellos profesionales que nunca se quedarán en el país, a pesar de haberse formado con el dinero de los catalanes? De hecho, los datos dicen que los nacidos en el resto del Estado que se forman en Catalunya, año a año, ¡sí que parecen quedarse en el país! 188, 167, 186, 189, 202, año tras año, entre 2018 y 2022, que son los datos que publica el Colegio de Médicos de Barcelona. ¿Una ligera bajada en 2023 en las notas MIR justifica aquella sangre derramada? Por cierto, los dos primeros MIR por nota en la última convocatoria, ni son madrileños ni catalanes: ¡son rusos!