Datos: un nuevo factor de producción

- Esteve Almirall
- Barcelona. Jueves, 10 de julio de 2025. 05:30
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En la teoría económica clásica, formulada por autores como Adam Smith, David Ricardo y John Stuart Mill, se consideraban tres factores de producción: tierra, trabajo y capital. Joseph Schumpeter, al introducir la innovación como motor clave del progreso, añadió un cuarto factor: la iniciativa empresarial, capaz de organizar, innovar y asumir riesgos mediante la aplicación de los otros tres. Esta visión permanece prácticamente intacta en el pensamiento económico contemporáneo.
Sin embargo, no es una visión universal. En China, los planificadores económicos han sumado un nuevo elemento: los datos. Según palabras del propio Xi Jinping, los datos constituyen un recurso fundacional con un impacto revolucionario, también en el ámbito de la competencia internacional. Esta idea ha impregnado profundamente la política pública china en los últimos años.
La política china de datos
En 2021, China adoptó una aproximación inicial inspirada en la normativa europea de protección de datos (GDPR), que ha generado la obligación, tan familiar como ineficaz, de aceptar cookies ,cuyas condiciones casi ningún europeo —reguladores incluidos— ha leído. La utilidad real del GDPR ha sido objeto de muchas críticas, especialmente en un entorno dominado por la inteligencia artificial. China no tardó en abandonar ese camino y optó por desarrollar su propia regulación.
En este contexto, China ha promovido políticas innovadoras. Una de las más destacadas es la consideración de los datos como activos empresariales, con posibilidad de incluirse en los balances contables y negociarse en mercados electrónicos. Esta visión convierte los datos en una forma de capital.
Legislación clave y su impacto
El pasado 3 de junio entró en vigor una legislación que obliga a todos los organismos relacionados con el gobierno —incluidas las empresas públicas (SOE), universidades, hospitales y escuelas— a compartir sus datos. Esto podría suponer un impulso decisivo a la economía basada en inteligencia artificial, habilitando, por ejemplo, nuevos dispositivos médicos con capacidad diagnóstica avanzada o tutores educativos de IA capaces de multiplicar la eficacia del aprendizaje.
El objetivo es claro: los datos permiten, mediante algoritmos avanzados, multiplicar la productividad y generar soluciones, productos y servicios inéditos. Por ello, se consideran un nuevo factor de producción, al nivel del capital tradicional.
Identidad digital y control gubernamental
Un aspecto particularmente novedoso es el lanzamiento, previsto para el próximo 15 de julio, de un sistema de identidad digital (Digital ID). Aunque no es el primero a nivel mundial —la India ya ha implementado un sistema similar basado en reconocimiento facial—, el modelo chino destaca por su enfoque estatal. En este sistema, el gobierno autentifica la identidad y proporciona a las empresas identificadores anonimizados, mientras mantiene un registro completo del comportamiento digital de los ciudadanos. Esto supone un control sin precedentes del Estado sobre los datos personales, pero evita al mismo tiempo que empresas privadas accedan a esta información.
China empieza así a recorrer un camino inédito, cuyas implicaciones aún estamos por descubrir.
¿Y Europa?
La consideración de los datos como factor productivo en una economía del tamaño y la escala de China tendrá efectos importantes en ámbitos como la medicina, la ciencia, la educación o la industria, muchos de ellos todavía difíciles de prever. Sería deseable que la Unión Europea, en sus marcos regulatorios como el Data Act o la AI Act, avanzara en direcciones similares. De lo contrario, corremos el riesgo de convertirnos en aun más dependientes de la tecnología y los productos chinos en la nueva era de la inteligencia artificial.