Datos contra dogmas: así gana la inteligencia artificial la batalla de las ideas

- Mookie Tenembaum
- Porto Ercole (Italia). Viernes, 17 de octubre de 2025. 05:30
- Tiempo de lectura: 2 minutos
Un estudio reciente del AI Security Institute del Reino Unido, en colaboración con las universidades de Oxford y el MIT, probó la capacidad de persuasión de algunos de los modelos de lenguaje de inteligencia artificial (IA) más avanzados del mundo: GPT-4, GPT-4.5, GPT-4o de OpenAI; Llama 3 de Meta; Grok 3 de xAI y Qwen de Alibaba.
El experimento se centró en temas políticos, como la financiación del sistema de salud británico o la reforma del sistema de asilo. Se usaron más de 50 000 conversaciones reales sobre estos temas para entrenar a los chatbots, afinando su capacidad de argumentar. A los participantes se les presentó un debate con uno de estos modelos, que duró en promedio nueve minutos.
El resultado fue que, en comparación con recibir un mensaje estático, los usuarios que conversaron con los chatbots cambiaron de opinión con mucha más frecuencia: GPT-4o fue un 41% más persuasivo y GPT-4.5 alcanzó un 52% comparado con el material fijo.
Lo más significativo es que entre un 36% y un 42% de esos cambios de opinión se mantuvieron un mes después. La clave del éxito, según este estudio, fue la capacidad de los modelos para aportar datos y evidencias relevantes.
Por primera vez, tenemos herramientas que pueden desplazar el intercambio de creencias hacia un terreno donde los hechos dominan
Cuando el chatbot personalizaba su respuesta, por ejemplo, considerando la edad, el género o la orientación política previa del usuario; la capacidad de persuasión aumentaba alrededor de un 5%. Esta es la base del hallazgo, pero también el punto donde parte de la prensa decidió encuadrar la historia de otra forma.
Los titulares, las notas y los comentarios públicos se enfocaron en advertir sobre el “riesgo” de que la IA pueda ser usada para manipular políticamente o para difundir ideologías extremas. El mensaje que instalaron es que esta capacidad de persuasión es un peligro en sí mismo, un arma lista para caer en manos de actores malintencionados.
Esa lectura es parcial y, sobre todo, interesada. El estudio no probó el fenómeno en física, medicina, historia o cualquier otra disciplina objetiva. Solo se eligió la política como campo de ensayo. Por lo tanto, el efecto puede repetirse en otros ámbitos. De hecho, si lo trasladamos a disciplinas donde los hechos son verificables, el resultado será más poderoso. Y aquí está lo valioso: los datos del estudio muestran que la persuasión aumenta a medida que crece la densidad de hechos en la conversación. No fue el tono emocional ni la adulación lo que movió las posturas, sino la acumulación de información verificable y bien comunicada.
Esto significa que, por primera vez, tenemos herramientas que pueden desplazar el intercambio vacío de eslóganes y creencias cerradas hacia un terreno donde los hechos dominan. Es un cambio de paradigma.
Vivimos el inicio de una era en la que la verdad demostrable tiene ventaja sobre el relato vacío. Esa es, probablemente, la mejor noticia que la IA nos ha dado
Imaginemos a alguien defendiendo una idea absurda. Lleva sus “argumentos” a una IA, obtiene una respuesta llena de datos, vuelve con nuevos puntos, recibe más hechos, y así hasta que la evidencia lo obliga a replantearse su postura. No es manipulación, es el triunfo del dato sobre la ocurrencia. Este hallazgo debería ser celebrado como una excelente noticia para la humanidad.
Sin embargo, los medios tradicionales reaccionan con recelo. Y no es difícil entender por qué: durante décadas controlaron qué hechos se presentan y bajo qué marco narrativo, muchas veces filtrados por intereses comerciales, ideológicos o por pura pereza investigativa. La IA amenaza con quitarles ese control. Si una máquina puede entregar hechos contrastables que contradicen una versión oficial publicada por un diario, ese diario pierde su poder para fijar “la verdad” del día.
Por eso, en lugar de destacar que estos modelos pueden reforzar la calidad del debate público, los medios insisten en el relato del peligro. Acuden al argumento del “monstruo” que será usado por los malos, ignorando que existen múltiples inteligencias artificiales y que el pluralismo digital será mayor que el que ellos ofrecen hoy. Este estudio no es la historia de una amenaza inminente. Es la prueba de que la persuasión funciona mejor cuando se apoya en datos sólidos, y de que la tecnología ya permite poner ese poder al alcance de cualquiera.
Lejos de temerlo, deberíamos verlo como el inicio de una era en la que la verdad demostrable tiene ventaja sobre el relato vacío. Y esa sí es, probablemente, la mejor noticia que la IA nos ha dado hasta ahora.
Las cosas como son.