Catalunya cuenta con factores importantes de dificultad para la producción agrícola. Es muy montañosa: el 50,5% del territorio tiene más del 20% de pendiente. Al mismo tiempo, cuenta con una climatología irregular con áreas con escasa pluviometría. Cuenta, en conjunto, con una gran diversidad paisajística y con gran biodiversidad. Sus sistemas montañosos reciben lluvia capaz de dar vida a ríos relativamente caudalosos. La superficie de cultivo es solamente el 25,6% del territorio, mientras que la superficie forestal es el 63,6% del total de 32.108 km². Como consecuencia, su grado de autosuficiencia alimentaria se sitúa en torno al 40%. Unos datos que configuraban una realidad alimentaria dependiente de las importaciones.

Sin embargo, Catalunya ha sabido triunfar en esta dificultad con varias estrategias:

  • Regadío. Permite garantizar y multiplicar la producción. El 30% de superficie de regadío produce el 70% de la producción agrícola. Hoy ya está en marcha el proceso de modernización.
  • Ganadería intensiva integrada a la industria. ¿Cómo? Comprando a fuera los inputs alimentarios (maíz y soja, básicamente), criando los animales, produciendo carne y elaborados cárnicos de mucho más valor añadido. La clave del éxito ha sido el sistema de integración del que Catalunya es pionera donde se establece una relación win-win entre el ganadero, que asume el riesgo de la producción, y el integrador, que asume el riesgo de mercado. Este sistema se ha mostrado estable y altamente competitivo. La ganadería, asimismo, crea una sinergia con los campos de cultivos extensivos de secano, en el cual sin la ganadería se convertirían en páramos.
  • Industria alimentaria transformadora muy diversificada y competitiva. Representa el 22,4% del valor añadido de la industria alimentaria española. El sector agroalimentario catalán ha sido considerado a la pasada década el segundo clúster de las regiones de Europa.
  • Tecnología. Catalunya ha sido pionera al desarrollar un centro I+D, el IRTA, como empresa pública vinculada al derecho privado.
  • Calidad, que se apoya en la gran diversidad del territorio catalán.

Catalunya forzosamente será dependiente del mercado global. El grado de autosuficiencia alimentaria se sitúa en torno al 40%

Catalunya forzosamente será dependiente del mercado global, sin embargo, estas estrategias le han permitido alcanzar dos objetivos clave: cubrir la demanda alimentaria catalana y exportar hasta equilibrar la balanza comercial agroalimentaria. La tasa de cobertura por encima del 100% se alcanzó el año 2019.

Actualmente, se está produciendo una clara reestructuración del sector. Cabe decir que los datos sobre la edad de los campesinos ni sobre el relevo generacional son exactos. Se ha asimilado la edad a los titulares de la Política Agraria Común (PAC) que en buena parte son jubilados. Los ocupados agrarios tienen las edades medias en torno a 42 años para el total y 48 para los autónomos. Hay un proceso de salarización y de reorganización en torno a empresas de servicios, a menudo nacidas de la evolución de una de las explotaciones que se convierte en empresa de servicios y gestiona varias fincas de varios titulares de la PAC. Convendría poner realismo a las estadísticas. En 30 años la superficie de secano ha disminuido un 27%. Por el contrario, la superficie de regadío ha aumentado un 6%.

En la evolución del sector, además de las propias dificultades expresadas en la protesta de estos días hay dos aceleradores de dificultades: las políticas del gobierno y la presión de la cultura ecoesteticista.

La cultura ecoesteticista es un movimiento urbano que se basa en dogmas sobre un mundo que no existe. Este modelo haría perder el 90% de la producción actual

Las políticas del Govern parecen extrañas, se ha aceptado por ley la destrucción de superficie de regadío mientras se da apoyo público a recuperar fincas abandonadas. No hay planificación ni priorización sobre energías renovables y, al no priorizar, la víctima es siempre la agricultura.

La cultura eco-esteticista, con un lenguaje medioambiental, propone alternativas no viables y/o incapaces de cubrir la demanda alimentaria. Es un movimiento ideológico urbano que se basa en dogmas indiscutibles sobre mundo que no existe. Algunos de estos dogmas son: intensivo como palabra prohibida cuando tanto la FAO como el IPCC, ambas de las Naciones Unidas, hablan de "intensificación sostenible"; no al regadío; no a las granjas intensivas; no a los progresos tecnológicos; no en los invernaderos... Esta ideología proveniente de la ignorancia o del fanatismo condiciona seriamente el futuro sostenible de la agricultura catalana. Este modelo haría perder el 90% de la producción actual. Es un movimiento seriamente agresivo con desinformaciones constantes y culpabilización de los campesinos. En mi opinión, este acoso agrorural es la gran fábrica de descontento.