Hace poco más de un año, la presentación de Sora, el modelo de inteligencia artificial de OpenAI capaz de generar vídeos hiperrealistas a partir de descripciones textuales, sacudió los cimientos de la industria del entretenimiento. Las reacciones oscilaron entre la fascinación tecnológica y el temor a una disrupción masiva que, según algunos analistas, amenazaba puestos de trabajo esenciales en guion, efectos visuales y actuación. Ahora, OpenAI ha pasado de la teoría a la acción al anunciar oficialmente la producción de Critterz, el primer largometraje de animación creado predominantemente con IA, un proyecto que se postula como la prueba de fuego para el futuro del séptimo arte.

La semilla de Critterz no se plantó en un estudio tradicional, sino en los experimentos de Chad Nelson, especialista creativo de OpenAI. Hace varios años, Nelson comenzó a esbozar personajes con DALL-E, el precursor generador de imágenes de la compañía, visualizando un cortometraje que hoy ha evolucionado hacia un proyecto de escala hollywoodense. La cinta narrará las aventuras de un grupo de criaturas fantásticas que habitan en un bosque, un concepto que servirá de banco de pruebas para las capacidades narrativas y visuales de la IA.

Lo que distingue a Critterz no es solamente su tecnología, sino su ambicioso modelo de producción. Según informes de The Wall Street Journal, el equipo de Nelson, en colaboración con la productora Vertigo Films y el estudio Native Foreign, tiene como objetivo un plazo de producción de tan solo nueve meses y un presupuesto inferior a los 25 millones de euros, financiado por Federation Studios. Estas cifras son reveladoras: una película de animación tradicional puede requerir entre 4 y 6 años de trabajo y costes que fácilmente superan los 170 millones de euros.



La promesa de OpenAI es agilizar drásticamente este proceso, democratizando herramientas que hasta ahora estaban reservadas a estudios con capital masivo. Contrario a la narrativa apocalíptica de que la IA reemplazará por completo al humano, OpenAI ha sido claro: Critterz es un ejercicio de colaboración simbiótica. El medio norteamericano detalla que artistas y guionistas profesionales realizarán los diseños iniciales, los arcos narrativos y los diálogos. Posteriormente, herramientas como GPT-5 y Sora "interpretarán" estos insumos humanos para generar escenas, fondos y animaciones de manera eficiente.

Un equipo de doblaje dará voz a los personajes, asegurando la carga emocional que, por ahora, la máquina no puede replicar por sí sola. El objetivo no es la sustitución, sino demostrar que la IA puede ser el asistente más potente jamás concebido para liberar a los creativos de tareas técnicas repetitivas, permitiéndoles enfocarse en la esencia de la historia. Critterz no existe en el vacío. Se enmarca en un creciente interés de la industria por integrar la IA. Recientemente, se filtró que Disney exploró el uso de tecnología similar para el live-action de Vaiana, incluso en la recreación digital de su estrella, Dwayne Johnson.

El estreno previsto para el Festival de Cine de Cannes 2026 posicionará a Critterz no solo como una película, sino como una declaración de intenciones que podría redefinir las reglas de la producción cinematográfica para la próxima década. La pregunta ya no es si la IA llegará a Hollywood, sino cómo se integrará. Critterz es la respuesta de OpenAI: una colaboración donde la máquina amplifica el talento humano, prometiendo un futuro de mayor agilidad creativa, pero también planteando profundas cuestiones éticas y laborales que la industria tendrá que resolver.