Las competiciones deportivas que se juegan en verano tienen la particularidad de que pueden ocupar horarios diurnos: una final del Mundial de fútbol o de unos 100 metros lisos olímpicos se pueden seguir al sol desde el chiringuito de la playa o desde la pausa del trabajo en el bar de confianza. Pese a no tener el mismo seguimiento masivo, la doble junta de accionistas que el Banco Sabadell celebra este miércoles, bajo los aires acondicionados de la Fira de Sabadell a las diez de la mañana y a la una del mediodía con 30 grados en el exterior, será un equivalente en el todavía más competitivo mundo empresarial: habrá emoción, habrá trascendencia. No por la decisión en sí, la esperada aprobación de los accionistas a la venta de TSB y al dividendo extraordinario asociado a la operación de 2.500 millones de euros, sino más bien por los efectos que pueda tener sobre la opa hostil lanzada por el BBVA. Esperan que sea el escudo definitivo.

Si los argumentos identitarios y de arraigo, con el refuerzo de patronales catalanas, administraciones y sindicatos, no fueron suficientes para forjar el escudo, el Sabadell espera que lo sean los dividendos, ahora desde la fortaleza de su ciudad después de haber aprobado al inicio de este año, ya con la opa activa, el cambio de sede desde Alacant, hacia donde se marchó durante el procés. Porque con el pago extraordinario de 0,07 euros por acción que se tiene que aprobar este miércoles en medio de la calma estival para el próximo 29 de agosto (ideal para recuperarse de los gastos de vacaciones), el banco catalán puede convencer con argumentos dinerarios a aquellos accionistas que no lo estén por los de preservación de la marca: en solitario el banco puede dar muchas alegrías y "tamaño no es igual a rentabilidad", palabras recurrentes del consejero delegado del banco, César González-Bueno, para oponerse a la operación.

Pero si esta carta no es suficiente para convencer a los accionistas a rechazar la opa, puede ser un argumento de peso para presionar al BBVA para subir la oferta, que está ahora en prima negativa después del crecimiento en bolsa que ha tenido el banco catalán desde que se presentó la oferta en abril del año pasado. El BBVA ofrece 13.700 millones, contando los 700 en efectivo y las acciones, un valor por debajo del que tiene hoy día el Sabadell, que es de 16.843 millones de euros, 6.000 más que los 10.000 que valía el año pasado. Cada acción del Sabadell tiene un valor de 3,16 euros, un crecimiento de más del 115% desde abril del año pasado.

El BBVA, por su parte, es el segundo mayor banco de España con un valor de 86.000 millones de euros en bolsa y un precio por acción de 14,9 euros, un 35% más que en abril del año pasado. Durante la última semana, el BBVA ha crecido un 10% en la bolsa y el Sabadell poco más del 1%. Desde el banco con sede en Bilbao, sin embargo, ya abren la puerta a retirarse de la opa, una decisión que el propio CEO, Onur Genç, dijo que tomarían después de esta doble junta, que marcará también si hay una nueva oferta. Si así lo deciden, pueden contar con 4.400 millones de colchón adicionales.

De cara a este año, el Sabadell espera ganar en solitario 1.600 millones de euros y el BBVA, 12.000 millones, pero ofrecen rentabilidades similares en sus dividendos anuales.

Los primeros argumentos en contra de la opa del BBVA al Sabadell surgieron de la proximidad, de los clientes, de los pequeños accionistas y del mundo laboral. Los sindicatos alertaban de los despidos que supone una fusión de este tamaño, las pequeñas y medianas empresas, gran especialidad del Sabadell, temían ver empeorar sus condiciones de los préstamos y perder parte de la proximidad. Los pequeños accionistas defendían la independencia del banco desde la conexión con una marca histórica. Voces de los gobiernos catalán y español dieron opiniones también contrarias a la operación y el Gobierno autorizó la opa con unas exigentes condiciones que incluían el hecho de mantener la marca durante los tres próximos años en los que no podía haber despidos vinculados a la fusión. Y antes de eso, el simbólico cambio de sede como guiño de normalidad y estabilidad a las instituciones. 

Todo este proceso ha sido, a la fusión, lo que los preparativos, construcción de estadios y manifestaciones son a un Mundial. Los goles que deciden quién gana son otros y tendrán números: los dividendos, la oferta final y si los accionistas, últimos porteros, la paran o la hacen prosperar.