El futuro de las instalaciones del Club Natació Sitges, uno de los equipamientos deportivos y sociales más emblemáticos de la villa del Garraf, ha cambiado de manos de manera definitiva. La empresa Adeco Baltic, administrada por el abogado Raúl Pons Serraclara, se ha adjudicado la propiedad por 2,4 millones de euros en una subasta, según ha dado a conocer el Ayuntamiento de Sitges en un comunicado.
La transacción pone punto final a un largo capítulo de revuelo político, desequilibrios financieros y que ha cargado durante años las arcas municipales. Raúl Pons no es un desconocido en los círculos de la actividad inmobiliaria.
Fuentes del sector y de colectivos sociales consultadas por ON Economia lo sitúan como "un actor de referencia" en operaciones financieras complejas, y lo vinculan con Daniel Esteve, el propietario de la polémica empresa Desokupa. Esta conexión añade un estrato adicional de controversia a un asunto ya de por sí sensible.
Además, el nombre de Pons Serraclara traspasa los límites de la economía para adentrarse en el escándalo deportivo. Una de las sociedades donde también aparece su nombre, Adreco 21, forma parte, tal como recoge El Español, del conocido caso Negreira, que investiga los pagos del FC Barcelona al exvicepresidente del Comité Técnico de Árbitros.
Una espiral de deuda y desacuerdos políticos
El origen del conflicto con el Club Natació Sitges se remonta al año 2010, cuando el Ayuntamiento de Sitges, ante la incapacidad de la entidad deportiva (fundada en 1925 y ubicada en una de las zonas con mayor poder adquisitivo del municipio), para hacer frente a una deuda hipotecaria de 4,1 millones de euros, decidió crear un consorcio. El objetivo era salvar un símbolo de Sitges, pero este gesto acabó convirtiéndose en una pesada carga para las finanzas públicas.
Hasta hoy, el consistorio ha inyectado aproximadamente 5 millones de euros de los contribuyentes para mantener con vida las instalaciones. La situación se agravó en diciembre de 2014, cuando la ley instó la disolución del consorcio por sus graves desequilibrios financieros.
No obstante, las profundas discrepancias entre los sucesivos gobiernos municipales y las juntas directivas del club han ido aplazando cualquier solución, convirtiendo el asunto en una auténtica "patata caliente" política.
Mientras los políticos discutían, el club se moría. Las instalaciones entraron en una espiral de decadencia. La falta reiterada de inversiones en mantenimiento condenó su piscina, que dejaron de ser operativas, provocando que deportistas federados tuvieran que marcharse de Sitges para poder continuar con la práctica de la natación de competición.
El estado de abandono llegó a su punto álgido el pasado 23 de agosto, cuando un control rutinario detectó un brote de legionela en los vestuarios de las instalaciones. El incidente obligó a llevar a cabo el cierre definitivo y el precinto de las puertas, poniendo de manifiesto el mal estado de conservación y el peligro para la salud que suponía el inmueble. Hoy, el Club Natació Sitges es un buque encallado, sin socios, sin trabajadores y sin actividad, solo con un pasado glorioso y un futuro incierto por parte de la nueva propiedad.
Un gobierno que ve el "desbloqueo"
El actual gobierno municipal, liderado por ERC en minoría y con el apoyo de Comuns Verds y la formación local Sitges Grup Independent, ha justificado la venta como la única salida posible. En un comunicado emitido tras la subasta, el Ayuntamiento asegura que con la adjudicación a Adeco Baltic "se desbloquea la situación administrativa y económica del Consorcio", liberando al municipio de una carga legal.
Por su parte, la oposición (Junts per Sitges, PSC, PP, Vox, Fets per Sitges, Guanyem Sitges y El Margalló) ha expresado su desacuerdo de forma reiterada. Consideran que se trata de una pérdida irreparable del patrimonio público. De hecho, en el pleno del pasado mes de abril promovieron la aprobación de una moción para detener la subasta y evitar, según argumentaron las citadas formaciones, "una pérdida de un activo patrimonial de gran valor".
Ahora, lo que queda por ver es qué destino le dará la propiedad, Adeco Baltic, a estos terrenos cubiertos de incontables historias deportivas y sociales, pero también de sombras financieras y políticas. El Club Natació Sitges tiene un nuevo dueño, pero la polémica que lo ha rodeado durante años parece lejos de apagarse.