La industria alimentaria, con grandes marcas en su gama de productos, se está adaptando a la demanda del consumidor que reduce la ingesta de carne y están aumentando las fuentes de proteínas alternativas que se pueden encontrar en los establecimientos de alimentación. De hecho, las ventas mundiales de estos productos han pasado de representar 21.000 millones de dólares en 2017, a más de 27.000 millones en el 2022. En Catalunya, eso se traduce con un importante peso de las grandes marcas en este segmento incipiente todavía, pero con mucho potencial de crecimiento, según los expertos, que consideran que es una tendencia, no una moda pasajera. De aquí que el último estudio realizado sobre el sector evidencie que el 70% del volumen de ventas que se genera en Catalunya, un total de 269 millones de euros, se lo ha embolsado los fabricantes de alimentación, mientras que el 30% restantes proviene de empresas y start-ups de nueva creación que solo se dedican a producir este tipo de alimentos. No hay distinción entre los grandes fabricantes dependientes de multinacionales europeas, como Unilever, pero proviene especialmente de las corporaciones alimentarias catalanas -Noel, Salgot, La Selva, Espuña, Padesa, Audens Food, entre otros.

En conjunto, las empresas que se dedican a la proteína alternativa son más de un centenar y generan más de 900 puestos de trabajo, concreta el informe El sector de la proteína alternativa en Catalunya, elaborado por Acció, que radiografía por primera vez este ámbito del sector alimentario en Catalunya. El análisis contempla a empresas dedicadas exclusivamente a los productos basados en proteína alternativa como de otros del sector cárnico o lácteo con líneas de producción vegetales, aparte de las especializadas en ingredientes para la mejora del sabor, el aroma, la textura de los alimentos o los suplementos, entre otros. En el segmento de fabricantes exclusivos de proteína alternativa se encuentran Heura, Altervego, Real Deal Milk, Zyrcular, Vegetalia, Uovo, Terra Nostra, Midsona, Nueva Meato, Sorribas, Grin Grin Foods, Let it V, o Libre Foods.

Cabe decir, que el peso que tienen las grandes marcas con respecto al volumen de ingresos no se corresponde con lo que representan dentro del tejido industrial sectorial, ya que solo una de cada tres (32%) compañías es una gran corporación. Eso supone que del grueso de personas ocupadas también un 54,2% trabaje a las grandes empresas de más de 50 empleados, y un 22% desarrollen sus tareas en empresas jóvenes, creadas hace 10 o menos años.

En concreto, el estudio determina que el 10% son start-ups, y un 68%, pymes. Destaca también que Barcelona y su área de influencia acumula el asentamiento del tejido industrial, con un 64% del total y, por lo tanto, una gran parte de la facturación y el trabajo proviene de esta zona, el 82% y 83%, respectivamente.

Con respecto a las perspectivas a futuro del sector, todo apunta que habrá nuevos mercados que despiertan la inquietud de los consumidores, más allá de Europa -con Alemania y el Reino Unido como grandes mercados de la demanda- o Norteamérica. Por lo tanto, las oportunidades de negocio que plantea el ámbito de la proteína alternativa para las empresas catalanas abarcará el mundo. El documento apunta que países como Singapur, Canadá, China, Sudáfrica, Australia, los Países Bajos o Francia están experimentando cambios en las tendencias de los consumidores que hacen crecer la demanda de estos productos. Y reconoce que del centenar de empresas, un 70% exportan y un 54% lo hacen de manera regular.

La evolución del sector tendrá que afrontar diferentes retos en el medio plazo. El informe apunta en la necesidad de impulsar el desarrollo tecnológico para que las empresas centradas en la proteína alternativa puedan llegar a unas capacidades de producción equivalentes a las de alimentación tradicional. Estas innovaciones también tienen que permitir explorar el proceso de fermentación y cultivo de células para obtener estos nuevos productos. Se menciona también el reto que supone para hacer crecer el consumo: el precio, que es más alto que el de la carne tradicional, por ejemplo, una circunstancia que desincentiva el crecimiento de la demanda.