La CNMC ha hecho público el expediente de la opa del BBVA sobre el Sabadell, donde se analizan los pormenores de la operación y los riesgos de competencia con todo detalle. El organismo, por ejemplo, concluye que el banco catalán ha perdido cuota de mercado en el negocio de pymes en los últimos años y si acaba desapareciendo porque se fusiona con el bilbaíno, no habría riesgo porque su hueco pueden cubrirlo pequeñas y medianas entidades que han ganado peso en el sector en los últimos años.

En lo que si llama la atención el organismo que preside Cani Fernández es en el negocio de los TPV, también conocidos como datáfonos. La CNMC desvela que si hay fusión entre el BBVA y el Sabadell, la entidad resultante tendrá un 60% de cuota de mercado junto a CaixaBank en el mercado de adquirencia con TPV físico y se situarán en porcentajes cercanos al 60% para el mercado de adquirencia en comercio electrónico, a mucha distancia del tercer operador que en Santander.

Por motivos de confidencialidad no se revelan las cuotas de mercado individuales de cada una de estas entidades, aunque el propio Sabadell puso de relieve en la memoria anual de 2024 que “superaba ya el 20%” de cuota de mercado en TPV. Y se estima que tanto CaixaBank como BBVA tengan también cerca del 20% cada uno. En suma, los tres bancos concentran hoy en día el 60%. Pero si desaparece uno de ellos, solo dos bancos tienen ese 60%.

Y esto sí supone un problema para los comercios, grandes y pequeños, que son los que usan estos dispositivos que permiten el pago con tarjeta. Por ejemplo, taxistas, farmacias, supermercados, tiendas de ropa, bares… La CNMC destaca que la entidad resultante se posicionaría como la líder en un mercado ya de por sí muy concentrado, “sin poder descartarse que la operación lleve a un empeoramiento de las condiciones comerciales ofrecidas a los comerciantes”.

Competencia cree que el BBVA, tras la desaparición del Sabadell que en este caso es “un competidor importante", tendría el incentivo y la capacidad de incrementar el precio a los comercios de los TPV, mediante un incremento de comisión por uso o bien una mayor tarifa mensual. Además, considera que hay barreras porque no son muchos los bancos que ofrecen TPV y el resto de los competidores “podrían enfrentarse a dificultades para captar clientes frente a la entidad resultante”. A lo anterior, apunta, se une el contexto del mercado en el que el pago con tarjeta cada vez va ganando más fuerza. Es decir, que cada vez es más necesario para los comercios contar con estas máquinas.

Santander tiene menos del 15% de cuota

Al respecto, la CNMC señala que en el mercado de los TPV existe una gran distancia con el siguiente operador del mercado, que es el Santander y tiene una cuota de menos del 15%. También apunta a que en algunas zonas geográficas, como Catalunya, “la cuota de mercado de los dos principales operadores se situaría claramente por encima del 80%”.

Por todo ello, el organismo no descarta que, el mayor grado de concentración del mercado y la reducción del número de operadores derivados de la operación, tengan efectos negativos sobre las condiciones en las que se ofrecen estos servicios, derivados del menor poder de negociación de las empresas, especialmente de las pymes.

En los documentos que ha ido entregando el BBVA, sostiene que la operación no obstaculizará la competencia efectiva en el mercado de servicios de adquirencia porque seguirá enfrentándose a dos gigantes, el Santander y CaixaBank. Señalando en particular que Santander modernizó su oferta de pago mediante la creación de PagoNxt y ha crecido más en cuota de mercado que el resto de las principales entidades.

También considera que en un futuro, entidades como N26, Revolut y plataformas tecnológicas como Adyen, Worldline, Stripe y Square, puedan aumentar su presencia en el mercado de adquirencia. Y que otras como Bankinter, Unicaja e Ibercaja aprovechen para expandir su presencia en el mercado.

Sin embargo, la CNMC alega que CaixaBank es la única entidad que ha visto una disminución de su cuota y que las entidades distintas a la banca tradicional no tienen en la actualidad una gran presencia en España. Por ello concluye que la operación “comporta riesgos de empeoramiento de condiciones en el mercado de adquirencia” y obliga al BBVA a no cambiar las condiciones comerciales de los TPV al menos hasta tres años después de la fusión con el Sabadell -si la hay- y no sin antes remitirlas a la Dirección de Competencia para su aprobación.