Cristian Canton (Terrassa, 1980) es el nuevo director asociado del Barcelona Supercomputing Center (BSC). Ha trabajado durante años en Estados Unidos. Tiene un currículum investigador excelente y ha liderado proyectos de envergadura en todo el mundo. Todo esto quizás uno se lo espera, ¿verdad? Lo que quizás no se puede prever es que también sea un pianista y musicólogo excepcional. Sí, un auténtico hombre del Renacimiento en el siglo XXI.

El primer enigma que se nos presenta es: ¿por qué alguien con este currículum, alguien que podría vivir cómodamente haciendo lo que quisiera, incluso en una isla del Caribe, decide volver a Barcelona para intentar que el sur de Europa no sea irrelevante en inteligencia artificial? No es una tarea fácil. Y la respuesta, de nuevo, sorprende: quiere crear algo relevante no solo desde el punto de vista científico, sino también social. Y lo quiere hacer en su país.

Quizás la gente piensa que los sueños son lo más alejado del mundo de los científicos, seres aparentemente racionales, calculadores y fríos. Pero los sueños son, en realidad, el motor de la ciencia. Cuando conoces a un científico, la primera pregunta no es “¿qué sabes?”, porque ya das por hecho que conoce su campo. La pregunta es otra: “¿en qué estás trabajando?”. Es una manera de decir “¿cuál es tu sueño?”. La ciencia no consiste en dominar lo que ya sabemos, sino en descubrir aquello que aún ignoramos.

¿Y cuál es el sueño de Cristian Canton? Convertir este país en el Silicon Valley del sur de Europa. Así de claro. No hay sueño sin ambición. Quiere que nuestros científicos no tengan que emigrar, sino que sean los de fuera los que aspiren a venir aquí.

Foto Conjunt Esteve Almirall (Horitzontal)

Estos sueños, sin embargo, ya empiezan a tomar forma. Canton habla con entusiasmo de los proyectos en los que trabajan: nuevos chips diseñados en el BSC, un proyecto para mapear terremotos a escala global —pilotado con éxito en México y avanzado en ON Economia—, y las fábricas de IA, concebidas para poner al servicio de startups y empresas la potencia computacional y el conocimiento para desarrollar agentes de inteligencia artificial. También existe la voluntad de hacer fine-tuning de modelos y generar investigación puntera.

Pero, aunque el qué es importante, lo más relevante es el cómo. Canton habla de estos proyectos con la mirada brillante, con la pasión de alguien que aspira de verdad a hacerlos realidad. Cuando le recordamos que Europa parece haber perdido el tren delante de los Estados Unidos o China, él responde que la velocidad no lo es todo: “Hay que saber llegar, llegar bien y contribuir a una sociedad mejor.”

¿Y con qué sueñan, pues, el superordenador del BSC y Cristian Canton? ¿Cuál sería la medida del éxito dentro de cinco años? Su respuesta es clara: “Haber descubierto una nueva vacuna, un nuevo compuesto, o haber contribuido a crear empresas y startups que valgan mucho más de lo que la sociedad ha invertido en el BSC". Porque, al final, lo importante es la contribución. El superordenador, Cristian y el BSC sueñan con ayudarnos a ser relevantes. Ojalá se cumplan sus sueños.