El oro, tradicionalmente considerado uno de los activos refugio por excelencia en épocas de turbulencia financiera y alta volatilidad, ha vuelto a revalidar su estatus al alcanzar un nuevo máximo histórico durante la madrugada de este miércoles, superando con creces la barrera de los 3.540 dólares por onza. De acuerdo con los datos proporcionados por la agencia Bloomberg, a las 2:24 horas, el precio del metal amarillo registró un pico sin precedentes al situarse en 3.546,96 dólares, confirmando así una tendencia alcista sostenida.

No obstante, en las primeras horas de la mañana se observó un ligero retroceso en su cotización, con una caída del 0,03% que lo dejó en 3.532,28 dólares. Este movimiento de corrección no empaña, sin embargo, el comportamiento excepcional que el oro ha mostrado en los últimos días. Tan solo en la sesión anterior, el metal precioso había establecido varios récords consecutivos, comenzando durante la madrugada del martes, cuando superó su anterior máximo —registrado en abril— de 3.500,10 dólares por onza.

Este fenómeno no se limita exclusivamente al oro. La plata, otro metal precioso con un importante rol en los mercados de materias primas, también ha experimentado un notable repunte, alcanzando niveles no vistos desde 2011. En la misma sesión intradía, la plata llegó a cotizar muy cerca de los 41 dólares, concretamente en 40,97 dólares, aunque posteriormente moderó su impulso con un descenso del 0,42%, situándose en 40,70 dólares.

Detrás de este comportamiento conjunto de los metales preciosos, los analistas señalan varios factores clave. Entre ellos destaca el aumento de las expectativas de un recorte en los tipos de interés por parte de la Reserva Federal estadounidense, cuya próxima reunión los días 16 y 17 de septiembre es seguida con gran atención por los inversores. Un entorno de tipos más bajos reduce el coste de oportunidad de mantener activos no rentables como el oro, lo que incrementa su atractivo.

Adicionalmente, se apunta a la persistente incertidumbre macroeconómica y geopolítica a escala global, así como a la depreciación del dólar estadounidense, como elementos que continúan impulsando la demanda de refugios de valor. En un contexto marcado por la inflación, tensiones comerciales y conflictos internacionales, los inversores recurren cada vez más a activos tangibles e históricamente estables para proteger su capital.

El oro, símbolo universal de riqueza y poder, ha estado indisolublemente ligado a la historia y economía de España. Lejos de ser solo un recuerdo de un pasado imperial, el negocio del oro en la España contemporánea es un sector diversificado, moderno y con un peso económico significativo, que abarca desde la extracción hasta la joyería de lujo y la inversión financiera.

España es el país productor de oro más importante de la Unión Europea. Una fuente de oro menos visible, pero enormemente significativa es el reciclaje. España es un importante procesador de RAEE (Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos). De móviles, ordenadores y componentes electrónicos se extraen pequeñas pero valiosísimas cantidades de oro, plata y otros metales preciosos. Esta "minería urbana" es un sector en crecimiento, alineado con los principios de la economía circular.