A solo unos minutos del bullicio turístico del palacio de la Bahía, en el antiguo barrio judío de Mellah en Marrakech, dos niñas de unos dos o tres años sentadas en el suelo juegan a hacer casitas con unas piedras. Las piedras son parte de las ruinas que el terremoto dejó en el centro de la ciudad, aún sin recoger, y entre los escombros corretean también, en una escena propia de las guerras, unos niños adolescentes.

Si no fuera por escenas como esta, o por los vecinos que aún no han recibido sus ayudas, nadie diría que la ciudad más turística del país fue azotada por el segundo mayor terremoto de la historia del país, de magnitud 6,8 en la escala de Richter, que fue más duro con la cercana provincia de Al-Haouz, en el Alto Atlas, y dejó casi 3.000 muertos y unas 300.000 personas sin hogar.

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Niños juegan entre los escombros en el turístico barrio de Mellah, en Marrakech. Fotografía: Germán Aranda

Pese al temor a que el terremoto impactara en la actividad turística de Marrakech y del Alto Atlas, región más afectada y también la más turística del país, nada parece indicar que así haya sido. El país cerró el mes de noviembre batiendo su propio récord de visitas turísticas, con 13,2 millones, por encima los 12,9 millones de 2019 y un 36% por encima del mismo periodo del año pasado. El país espera alcanzar los 14 millones a final de año, según explicó la ministra de Turismo Fatima Zahra Amor, y espera seguir creciendo camino al Mundial conjunto con España y Portugal que acogerá en 2030. Aunque las estadísticas aún no están pormenorizadas por región, la última disponible es de octubre, un mes después del terremoto, y Marrakech fue también ese mes la región que más turistas recibió, 291.903, también más que el año anterior, cuando fueron 288.000. En el acumulado hasta octubre, Marrakech-Ménara acumulaba 2,6 millones de turistas, 800.000 más que el año pasado, sobre los 12,2 millones totales que llevaba el país por entonces.

Hoteles completos en Marrakech

El turismo representa en Marruecos un 11% del Producto Interior Bruto y genera 548.000 empleos, con Marrakech como principal atractivo (2,6 millones de turistas en la región entre enero y octubre). Las calles, los comercios, los hoteles y pensiones estaban llenos a mitades de diciembre, cuando ON ECONOMIA regresó a la ciudad. "Tan solo se notó un poco las primeras semanas. Ahora los fines de semana lo tenemos todo completo", contaban desde un hotel céntrico de la Medina a pocos metros de dos comercios que se vinieron a bajo por el terremoto. A diferencia del barrio de Mellah, en la Medina no queda apenas rastro del terremoto, y en los huecos que han quedado por los edificios derruidos sí que se han recogido las ruinas.

En la plaza Jemaa El Fna, epicentro turístico de la ciudad, el minarete que se vino abajo por el seismo luce ahora cubierto por una lona con la bandera de Marruecos. 

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Plaza Jemaa El Fna. Fotografía: G. A. 

Los guías pasean también por el barrio de Mellah con grupos de turistas, pero "evitan enseñar las zonas afectadas", explica Mohammed, nombre ficticio ya que prefiere preservar su identidad. "En la última semana han detenido a dos guías no oficiales porque el gobierno quiere controlar totalmente lo que se enseña", narra Mohammed, en referencia a los típicos vecinos que, de manera informal, acompañan a los turistas por las calles a cambio de algo de dinero. En las calles más golpeadas por el terremoto, aquí con las ruinas aún sin recoger, tan solo aparece algún que otro turista que va por libre. 

Los vecinos que perdieron sus casas en este barrio, que durante las primeras semanas acamparon en la plaza Tinsmith, en el mismo barrio, se han dispersado según la suerte que hayan corrido. Algunos han recibido las ayudas, otros se han ido a las afueras o a otros municipios a casa de familiares y, los menos agraciados, siguen viviendo en casas medio en ruinas. Es el caso de Mohammed, que no ha recibido las ayudas del gobierno y tiene un colchón tirado en un pequeño vestíbulo de la planta baja porque la de arriba quedó medio en ruinas. 

Las ayudas anunciadas en su día por el rey de Marruecos iban de los 200 a los 500 euros mensuales para reconstruir las casas, en función de si había sido parcial o totalmente destruida, además de entre 8.000 y 13.000 euros en cuatro pagos. Aunque en octubre el gobierno anunció que activaba los pagos de las ayudas y el Fondo Monetario Internacional un préstamo de 1.230 millones que debía acelerarlos, a día de hoy aproximadamente la mitad de vecinos de Mellah, y la gran mayoría en las montañas del Atlas, aseguran no haber recibido ni un euro y siguen viviendo entre escombros.

Un Alto Atlas con breve mención al seísmo 

En las montañas del Alto Atlas, en las pequeñas aldeas y pueblos que concentran la mayoría de los 300.000 damnificados por el terremoto, la situación es mucho peor. Las familias que no han recibido las ayudas siguen viviendo en tiendas de campaña y el frío no deja dormir a muchos de ellos, especialmente a los niños, y temen dejar las tiendas y quedarse sin dinero para reconstruir las casas. No todos los campamentos tienen luz, los baños son precarias barracas preconstruidas y los niños se hacen heridas constantemente al tropezar con las cuerdas que aguantan las tiendas al suelo. 

Pero nada de eso se alcanza a ver en las rutas turísticas organizadas que siguen pasando por algunos de los municipios más golpeados por el seismo, como Moulay-Brahim o Asni, donde está uno de los mayores campamentos. A las nueve de la mañana, de la plaza Jemaa el Fna de Marrakech, una furgoneta sin plazas vacías parte hacia esos municipios con 13 turistas a bordo, la mayoría de ellos españoles, segunda nacionalidad que más visita Marruecos por detrás de Francia. También hay dos francesas en la furgoneta, por lo que el guía va alternando el inglés para los españoles con el francés. 

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Vista del campamento de Asni durante el paso de una ruta turística. Fotografía: Pablo Abengózar

Después de los primeros kilómetros de carretera, enseguida que el vehículo enfila las montañas del Atlas aparecen al otro lado de la ventana decenas, centenares de tiendas de campaña, la mayoría azules y amarillas, salpicadas por las montañas. El guía no hace mención alguna y, al pasar rápidamente por Moulay-Brahim (donde elude la parada esperada), las dos francesas preguntan por las tiendas y por un edificio aplastado por el seismo. El guía responde brevemente, pero al ser preguntado por otro turista por la conversación, opta por escurrir el bulto. 

Una vez en Asni, tras recorrer el mercado local, la salida da de frente con el campamento de decenas de tiendas donde viven algunos de los afectados. Visiblemente incomodado, el guía explica que hubo un terremoto con cifras inexactas y remata el tema en tres minutos de charla hacia todo el grupo. El seísmo no se vuelve a comentar en toda la visita.  En la ruta de este guía, como en las cifras de turismo de Marruecos, el terremoto -prácticamente- no ha existido.