Las familias catalanas y españolas están ahorrando. A pesar de la subida de precios y de que el consumo también crece, el ahorro de los hogares aumenta. Se conocen los factores económicos —como el aumento del empleo y de la renta, por encima del crecimiento del consumo—, pero no los motivos por los que han decidido ahorrar más que consumir. De hecho, esta estadística está desconcertando a los economistas, que tienen dificultades para explicarla y se plantean incluso un cambio estructural, es decir, que nunca vuelva a lo que hasta hace unos años se consideraba normalidad.
El ahorro de las familias es una estadística anticíclica: aumenta cuando la economía va mal y baja cuando va bien. La explicación es que, cuando las cosas van mal, las personas tendemos, a pesar de tener menos renta, a ahorrar porque no vemos claro el futuro, “por lo que pueda pasar”. Es una medida de prudencia ante la incertidumbre. En cambio, cuando la economía va bien, no tenemos miedo de gastar ni de endeudarnos.
En las últimas décadas, la tasa de ahorro se ha situado alrededor del 8% de la renta, con altibajos en función del momento económico. En 2020, con la pandemia, se disparó hasta cifras récord por dos motivos: el primero es que durante muchas semanas no se podía gastar; el segundo, que la incertidumbre sobre la recuperación recomendaba prudencia.
Después de la Covid, la tasa de ahorro se relajó y en 2022 volvió a cifras normales, pero después repuntó de nuevo y lleva dos años por encima del 12%, según los datos del INE que esta semana ha reflejado la Cambra de Comerç de Barcelona en su Informe de Coyuntura. El primer trimestre de este año, la última cifra publicada, se moderó ligeramente, pero sigue muy por encima de lo que hasta ahora se consideraba normal, en el 12,8% para el conjunto del Estado. En Catalunya, la última cifra disponible es la de 2022, con un 9,8%, similar a la española en aquel momento.
Joan Ramon Rovira, jefe del Gabinete de Estudios Económicos de la Cambra, admite que no tienen claro qué explica que las familias, en un buen momento para la economía como el vivido en los dos últimos años, hayan decidido ahorrar tanto: “No hay una explicación clara. Puede ser estructural, que no vuelva nunca al 8%. Si baja al 10%, ya sería un impulso importante para el consumo y la economía, pero quizás no vuelva al 8%”.
La Cambra ve distintos elementos que pueden explicarlo. Uno que parece tener peso es la vivienda. Por un lado, porque está creciendo el número de cancelaciones de hipotecas, lo que se considera ahorro, y por otro, porque “hay mucha gente ahorrando para comprar una vivienda y, con los precios actuales, que están disparados, tienen que ahorrar mucho más que hace unos años”.
También observa un cambio en los patrones de consumo provocado por cuestiones demográficas. “Hay estadísticas que nos dicen que quienes más ahorran son las personas mayores, de más de 65 años, y los jóvenes entre 25 y 35 años”. El grupo de más edad, apunta, puede ser porque no tienen claro si la pensión les llegará; y los más jóvenes, una causa es la ya mencionada de la vivienda, pero también nuevos patrones de consumo, como la opción, cada vez más extendida entre los jóvenes, de no tener coche.
Carlos Puig de Travy, decano del Col·legi d’Economistes de Catalunya (CEC), tampoco ve una explicación clara, pero apunta a los sobresaltos de los últimos años, en los que hemos encadenado la pandemia con la invasión de Ucrania, que disparó la inflación, y ahora la amenaza de los aranceles: “El ahorro de los hogares aumenta cuando hay una situación de inestabilidad e incertidumbre. La gente aún recuerda lo que sufrió con la Covid, y ahora tenemos todos los conflictos geopolíticos”.
Una oportunidad para reactivar el consumo
Puig de Travy cree que este “colchón acumulado de ahorro debe ir al consumo” para reactivar la economía e insta a las empresas a incentivarlo: “La industria y las empresas deben diseñar estrategias para estimular que ese ahorro se destine al consumo y se convierta en demanda estable”. El decano de los economistas catalanes también apunta a que las empresas, que también están poco endeudadas, aprovechen para invertir “para ser más eficientes y competitivas”.
Y es que el consumo es la otra cara de la moneda, ya que el dinero que se ahorra deja de gastarse. No obstante, en los dos últimos años ha aumentado. Esto se debe, explica Rovira, a que “si el empleo subía un 3% y el ahorro subía menos, el resto se destinaba al consumo”. A pesar de ello, el consumo privado por habitante sigue por debajo de las cifras prepandemia, y eso sin tener en cuenta la inflación. En consumo de los hogares sobre el PIB, Catalunya está en el 49,4%, todavía por debajo del 50% que suele superarse.
La Cambra de Comerç es moderadamente optimista respecto al consumo. A pesar de la creciente tendencia al ahorro, considera que las familias y la inversión empresarial están relevando al gasto público y a las administraciones como motores de la economía catalana. La institución considera que el consumo privado crecerá por encima del PIB, un 2,7% este año y un 2,5% el próximo, y la formación bruta de capital también un 2,5% en 2026.
La clave para que el crecimiento de Catalunya sea más o menos alto puede estar en lo que ocurra con el ahorro. Si la tasa baja al 10%, el impulso será importante, admitió Rovira, pero habrá que ver cómo evoluciona este indicador, que desconcierta a los economistas, y si el cambio de tendencia de los últimos años es coyuntural o estructural.