Muchos técnicos del control aéreo de Estados Unidos habrán pensado, en más de una ocasión, que ya era hora de jubilar los famosos disquetes que, seguramente, los más jóvenes del lugar nunca hayan tocado con sus propias manos. En una reciente declaración ante el Congreso, parece que se han sentado las bases para una revolución total en el actual sistema de control aéreo. Todo tiene que ver con tecnología obsoleta y con Windows 95. 

El problema de modernizar el control aéreo de Estados Unidos

Chris Rocheleau, administrador en funciones de la de la Administración Federal de Aviación prometió, según la información publicada en la página web del servicio National Public Radio, que la mencionada revolución comenzará por eliminar disquetes y tiras de papel. Sin embargo, lo que suena como una modernización lógica y urgente podría estrellarse contra la afamada burocracia, la falta de presupuesto y la herencia tecnológica del siglo pasado.

En muchas torres de control de Estados Unidos, la escena parece sacada de décadas atrás en el tiempo: ordenadores con Windows 95, papelitos que vuelan de un lado a otro y equipos que sobreviven más por la costumbre que por fiabilidad. Según un informe interno de 2023, más de un tercio del sistema actual es técnicamente insostenible. 

Además, no estamos hablando de opiniones técnicas, sino de hechos comprobables. De hecho, los recientes apagones en el radar de Newark causaron decenas de cancelaciones y pusieron en jaque a todo el país. Sean Duffy, secretario de Transporte, añade dramatismo al asunto en sus declaraciones: “este es el proyecto de infraestructura más importante que hemos tenido en este país en décadas”. Y no parece que sea una opinión aislada, no.

Vídeo promocional de la coalición "Modern Skies"

Desde sindicatos de controladores hasta aerolíneas y fabricantes, todos han firmado una insólita coalición bajo el nombre Modern Skies, incluso lanzando un anuncio que mezcla nostalgia ochentera con cintas de casete y calentadores, solo para recordar que los disquetes siguen ahí, operando cielos que ya no deberían depender de ellos. 

Sin embargo, el desafío se antoja monumental. Michael Huerta, exadministrador de la FAA, lo resume de manera directa: “en esencia, es un problema de dinero”. La agencia lleva años intentando mantener equipos arcaicos y, a la vez, incorporar nuevas tecnologías. ¿Lo peor del asunto? Nadie tiene claro cuánto costará esta revolución. Añádele un problema político, para echar más leña al fuego.

Parece que el plan para mejorar el sistema de tráfico aéreo incluiría la sustitución de 6 de las 21 instalaciones que gestionan el tráfico de gran altitud. Aquí, el problema es que cada torre representa empleos, pero también votos. David Grizzle, exjefe operativo de la FAA, celebra que el gobierno busque ayuda externa, aunque avisa que la FAA no tiene permiso para desconectar los equipos antiguos. 

Por tanto, más del 90 % del presupuesto actual sigue siendo destinado a mantener lo que se intenta reemplazar. En definitiva, un bucle que parece no tener fin. El plan prevé completarse en cuatro años, aunque pocos lo creen posible. Si se consigue, Estados Unidos podría tener la posibilidad de despegar hacia un espacio aéreo digno del siglo XXI. Sin disquetes, Windows 95 ni papeles acumulándose en interminables pilas de antiguos escritorios.