A la tercera no siempre va la vencida. A veces, hay que intentarlo más veces, hasta diez, para lograr el resultado deseado. Que se lo digan a SpaceX, la compañía aeroespacial de Elon Musk, que tras mucho ensayo y error consiguió a finales de agosto, en el décimo vuelo de prueba, que el cohete Starship amerizara en el objetivo en el océano Índico.

Supuso un gran hito para la compañía del magnate sudafricano, también nacionalizado canadiense y estadounidense, y antigua mano derecha de Donald Trump, por una simple razón: muchos problemas. A tres vuelos fallidos de prueba muy decepcionantes hay que sumar la explosión en tierra que destruyó la nave que los ingenieros llevaban preparando originalmente para el lanzamiento.

Si bien el Starship no llegó a la Luna, ni mucho menos a Marte, que es otro de los objetivos de la compañía, el décimo vuelo de prueba del cohete sirvió para que los ingenieros recibieran datos significativos sobre el rendimiento del escudo térmico mejorado y los flaps de control de la nave durante el reingreso a la atmósfera. El escudo térmico es uno de los elementos clave del diseño del cohete, ya que debe soportar altísimas temperaturas para evitar acabar destrozado.

SpaceX colabora con la NASA para llevar humanos a la Luna en los próximos meses

El Starship de 2ª generación, también conocido como Starship V2, presenta numerosas mejoras respecto a las versiones iniciales del cohete de SpaceX. Desde tanques de propulsor más grandes (un 25 % mayor) para llevar más combustible, permitiendo misiones más largas, hasta flaps delanteros más pequeños y recolocados cerca de la punta de la nave para protegerlos mejor durante el reingreso atmosférico, pasando por avances en el escudo térmico, motores más potentes y aumento de la capacidad total del vehículo.

Según Musk, el desarrollo de un escudo térmico duradero y fiable ha sido el reto más urgente para convertir el Starship en un cohete completamente reutilizable y de rápida recuperación. La nave logró llegar intacta al océano Índico, amerizando junto a una boya preposicionada al noroeste de Australia. Una cámara mostró cómo la Starship disminuía su velocidad antes de tocar el agua, tal y como se esperaba.

SI bien una parte de la Starship cambió de su color plateado original a un tono oxidado anaranjado y marrón, SpaceX parece haber resuelto los graves problemas que paralizaron el desarrollo de su gigantesca nave a principios de 2025, los cuales se encontraban en los sistemas de propulsión y combustible del cohete.

No cabe duda de que se trata de una muy buena noticia para SpaceX, que tiene dos contratos con la NASA por más de 4 mil millones de dólares (algo más de 3.400 millones de euros) para desarrollar una versión de Starship que permita llevar astronautas a la Luna. Para Elon Musk, como hemos mencionado anteriormente, el objetivo está en que el ser humano pise Marte, aunque todavía se tardarían unos cuantos años en conseguirlo.