Hace unos días, The Guardian nos avisaba de una posibilidad inquietante: después de, según todo indica, saboptear el gasoducto Nord Stream, Rusia estaría planeando cortar los cables transoceánicos que permiten que los ordenadores de Europa, África, América y Asia compartan datos entre sí. A este anuncio se le añade otro motivo de intranquilidad: en los últimos años, Putin y su gobierno han dispuesto todo lo necesario para que en Rusia todo pueda seguir funcionando como si tal cosa aunque la red global caiga.

Ni Facebook, ni Twitter y Netflix y TikTok, a medias
Desde 2019, Putin trabaja sin descanso para que desconectar a Rusia de la red de redes no sea un problema. De momento, Facebook y Twitter no son accesibles desde ningún punto del gigante eurasiático y TikTok y Netflix ofrecen sólo servicios limitados. El mandatario ruso sabe que, seguramente, la URSS cayó porque los rusos de entonces soñaban con comprar tejanos que no tenían y comer embutidos que sólo veían en las películas y, por eso, haciendo valer aquello de ojos que no ven, corazón que no siente” ha construido una alternativa propia a Internet: la RuNet. El invento, claro, va contra los derechos de la ciudadanía pero, cuando lo que está en juego es la propia supervivencia política y, según cómo, hasta la personal ¿qué puede importarle eso a nuestro buen amigo Vladimiro, ex agente del KGB, para más señas?
El internet de Putin
La RuNet, en realidad, no es más que la trasposición de lo que se ha hecho en China o en Corea del Norte con la red de redes, aunque con un poco más de gracia. El gobierno ruso quiere controlar los contenidos y, con la excusa de evitar ataques informáticos externos, se otorga el poder a una agencia gubernamental, el Roskomnaznor que controla las telecomunicaciones del país y puede, si se considera conveniente, cortar las conexiones de Rusia con la red mundial. En principio, parecía que la idea era sólo aislar a Rusia del resto del mundo pero, ahora, y vistos los planes sobre los que advierte The Guardian, RuNet se revela como algo más potente: la alternativa rusa a un Internet vulnerable que Putin tiene en su punto de mira.