No forman parte de ninguna aviesa conspiración encaminada a esterilizar a la población mundial ni nada parecido, pero las estelas de los aviones (al menos según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático IPCC) el 35% del impacto ambiental que genera el sector de la aviación se vincula a estas estelas, formadas principalmente por vapor de agua que se convierte en nubes de hielo.

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¿Qué son?

Las estelas de condensación o rastros refractarios de los aviones son áreas de condensación de agua originadas por detrás de los escapes de las turbinas o los vórtices de las alas de los aviones a reacción. Se producen cuando la presión a gran altitud es muy baja y, aunque no son polución como tal, sí las puede considerar nubosidad adicional de origen no natural que refleja la luz solar hacia el espacio y favorece la acumulación de calor.

¿Cómo se quieren reducir?

Para reducirlas, compañías como American Airlines han activado un proyecto en el que, echando mano de la Inteligencia Artificial, se determinan qué rutas aéreas pueden generar más estelas de condensación y cuáles menos. Gracias al sistema, explican sus promotores (entre los que se cuentan también Google Research y Breaktrough Energy) se ha conseguido reducir las estelas un 54%, aunque el consumo de combustible es algo mayor, en concreto en torno a un 2%.