Donald Trump, desde el primer minuto de su mandato, tenía claro que quería poner patas arriba las decisiones tomadas durante la etapa de la anterior administración. Entre las órdenes ejecutivas que firmó en su momento, la creación de la Cúpula Dorada, una gigantesca red espacial de defensa ha tomado un amplio protagonismo en las últimas semanas. Y en esta ocasión parece que tenemos que hablar de un importante problema, que quizás ya se había anticipado, pero que, seguramente, Trump no quiso escuchar.

Una cúpula contra misiles y contra las leyes de la física

Donald Trump suele dejarnos titulares grandilocuentes que, más tarde, deben ser explicados y matizados por su administración. En este caso, es la comunidad científica la que asegura que por más que uno quiera, detener un misil balístico intercontinental no es ni fácil ni seguro. Frederick Lamb, autor de un informe de la American Physical Society, asegura que  “es extremadamente desafiante". Para que te hagas una idea, la comparación más clara sería intentar golpear una bala con otra bala, pero siete veces más rápido.

A velocidades de 25.000 km/h y con posibles señuelos diseñados para confundir, un misil balístico intercontinental es casi un blanco imposible. En la actualidad, Estados Unidos posee 44 interceptores en Alaska y California, destinados a frenar ciertos tipos de ataques limitados, como los que podría lanzar Corea del Norte. Pero incluso ese sistema ha tenido un historial de aciertos del 60 % en pruebas muy controladas. 

Así sería la "Cúpula Dorada" de Estados Unidos

Si crees que países como Ucrania e Israel poseen sistemas más poderosos, dado que han sido capaces de contrarrestar ataques de naciones enemigas, eso es porque estos ataques no implicaban el uso de un misil balístico intercontinental. Sin embargo, la Cúpula Dorada aspira a ir mucho más allá

Trump quiere desplegar miles de interceptores en la órbita baja de la Tierra, listos para neutralizar no solo misiles balísticos, sino también armas hipersónicas y misiles de crucero avanzados. Una idea que suena más a ciencia ficción que a ingeniería militar factible. Los expertos aseguran que el problema radica en que interceptar uno de estos misiles durante su fase más vulnerable, la de impulso, exige estar muy cerca del lugar de lanzamiento.

Explicación del concepto de misil balístico intercontinental

Y si estamos hablando de enemigos con la bandera de Rusia o China, con enormes territorios y arsenales masivos, eso es prácticamente inviable, a no ser que se utilice el espacio. Pero ahí surge un nuevo problema: protegerse de un solo misil requeriría más de 1.000 interceptores orbitales. Hacer frente a un ataque de diez podría exigir más de 30.000 interceptores. Cuestión de física y logística.

Pero eso no es lo peor de todo, no. Aun así, no se garantiza el éxito de la maniobra de defensa. Como recuerda el físico James Wells, en declaraciones recogidas en el medio Science News, "La gente dice: “Llegamos a la Luna, ¿por qué no podemos hacer esto?”. Bueno, la Luna no se movió repentinamente del camino". Es por eso que la Cúpula Dorada parece más una idea para ganarse a las masas, que un sistema de defensa viable. Incluso para la todopoderosa Estados Unidos.