Se llaman Berkeley Minera España, están convencidos de que, con los permisos pertinentes, podrían estar extrayendo uranio de manera rentable en Retortillo (Salamanca) en menos de dos años y aseguran que, con ello, podrían garantizar que España no tenga que volver a importar uranio de Rusia. Sólo tienen un problema: el actual Gobierno de España les ha dicho no. Y sin su visto bueno no pueden seguir adelante.

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Las nucleares cerrarán, en principio, en 2035

Las centrales nucleares españolas, que cerrarán en 2035 si el próximo Gobierno de España no piensa de manera distinta al actual, consumen cada año unas 1.250 toneladas de uranio que procede en un 100% del extranjero. Un 29% llega desde Rusia, un 34% procede de Kazajistán y un 15%, de Uzbekistán. En total, de la Rusia de Putin y países próximos nos llega cada año el 78% del uranio que consumimos. El 22% llega que falta llega desde Canadá (12,6%) y Níger (9,3%). Todo ese uranio importando nos cuesta unos 134 millones de euros. Berkeley indica que, con los permisos que de momento se le niegan, podría producir en Salamanca unas 2.000 toneladas al año y dar trabajo a 2.000 personas.

¿Por qué se paraliza?

De la activación de las minas de uranio de Retortillo se empezó a hablar hace unos 15 años y, a fecha de hoy, sus promotores necesitan para empezar a trabajar que se llegue a algún tipo de acuerdo con el Gobierno, algo que espera obtener por la vía del arbitraje y después de haber dirigido al presidente Pedro Sánchez lo que se denomina jurídicamente una disputa de inversión.

En febrero, el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico decidió desestimar el recurso que la compañía presentó en relación al dictamen desfavorable que emitió en su día el Consejo de Seguridad Nuclear en 2021. En el mismo, se indicaba que el Consejo detectaba “elevadas incertidumbres” en los aspectos “geotérmicos e hidrogeológicos” referidos al almacenamiento definitivo de los residuos que se generarían. La empresa considera que la negativa es “ideológica” y niega que el Gobierno tenga “justificaciones técnicas o medioambientales”. De momento, Berkeley minera ha invertido ya 100 millones de euros en Salamanca. Mientras, Francia exige que el hidrógeno de origen nuclear sea considerado una fuente de energía limpia, Estados Unidos quiere sustituir sus térmicas con nuevas nucleares y hasta Bill Gates considera que la energía nuclear tendrá un papel destacado en el nuevo paradigma energético que está fraguándose. Si nadie lo remedia, el uranio español seguirá en el mismo sitio que está el carbón explotable que todavía nos queda: bajo tierra.