Los primeros códigos QR se desarrollaron en Japón allá por 1994. Denso Wave, una compañía del grupo Toyota, los empezó a utilizar para localizar mejor piezas en almacenes. Con la pandemia, su uso se generalizó, especialmente en el comercio y la hostelería, ya que este tipo de códigos permiten acceder a información sin necesidad de contacto físico. Hoy, sin las limitaciones de la pandemia en vigor, en muchos restaurantes se siguen utilizando a modo de solución económica para informar del menú y, también, son muchas las administraciones que los emplean para trasladar informaciones diversas. Con todo, también entrañan riesgo, porque pueden haber sido elaborados con fines maliciosos. Por eso, antes de escanear uno, conviene tomar precauciones.

images
 

¿Qué puede ocurrir?

Los códigos suelen estar en lugares de pública concurrencia y, así, los ciberdelincuentes pueden sustituirlos para redirigir a las víctimas hacia donde les interesan. Hay, sin embargo, maneras sencillas de protegerse y evitar que un simple escaneo cuele un caballo de Troya en nuestro móvil o tablet.

¿Qué hacer?

Lo primero, comprobar la URL a la que te dirigen. También, conviene extremar las precauciones si se te pide información financiera. Antes de escanear, es buena idea comprobar si el QR físico presenta signos de haber sido manipulado. Otra buena idea es no instalar nunca aplicaciones mediante códigos QR.