El conflicto entre China y Taiwán se remonta a mediados del siglo XX. En 1949, tras la guerra civil, el Partido Comunista China, liderado por Mao Zedong, fundó la República Popular China. El bando derrotado, liderado por Kuomintang (partido político nacionalista chino de la República de China), huyó a la isla de Taiwán para establecerse allí y formar la República de China.

A pesar de que Taiwán se gobierna de forma independiente y cuenta con su propio presidente, ejército y constitución, China considera a Taiwán como una provincia rebelde que algún día se reunificará con el resto del país, aunque para ello haya que ejercer la fuerza.

Para mantener relaciones diplomáticas con Pekín, la mayoría de los países del mundo no reconocen oficialmente a Taiwán como país independiente, sino como parte de China. Eso no quita que mantengan relaciones comerciales no oficiales con la región. Actualmente, la tensión entre las «dos Chinas» es mayor que nunca. La zona continental ha aumentado su presión militar y diplomática sobre Taiwán en los últimos años, y asegura que un colapso en sus sistemas podría dejar la región fuera de combate sin necesidad de luchar.

Taiwán es clave a nivel mundial en la fabricación de semiconductores para dispositivos electrónicos

Parece que China ya sabe cómo hacer que Taiwán se rinda a sus pies sin emplear las armas: destruyendo los nodos de infraestructura clave de la isla, según un artículo en la edición de mayo de la revista militar china Naval and Merchant ShipsEl artículo detallaba entre 30 y 40 objetivos «supercríticos» que podrían llevar a un colapso en la cadena de los sistemas de infraestructuras fundamentales si se los atacaba en el “mejor momento”.

Entre los objetivos se encontrarían las instalaciones de gas natural licuado (GNL). Este gas ha sido transformado en estado líquido para facilitar su almacenamiento y transporte. Se utiliza principalmente como combustible en una amplia variedad de aplicaciones, desde el transporte marítimo al terrestre, pasando por la generación de energía.

Un colapso del sistema destruiría rápidamente la voluntad de resistencia de las fuerzas independentistas taiwanesas y crearía condiciones favorables para una “victoria sin combate”. Podría proporcionar una opción militar económica y de alta eficiencia para resolver la cuestión de Taiwán

Cortar el suministro de electricidad y agua durante días provocaría el caos en la isla, ya que se paralizaría el tráfico, las comunicaciones y el acceso a Internet, además de retrasar los servicios médicos y generar escasez de alimentos. Taiwán depende mucho de las materias primas y energías importadas, por lo que interrumpir el suministro es una forma de “derrotar al enemigo sin luchar”, como dice el artículo, citando El arte de la guerra de Sun Tzu.

Se desconoce si el artículo representa el pensamiento oficial de Pekín, pero el pasado mes de abril se observaron tácticas similares al atacar un depósito de FNL simulado, comparable a una de las instalaciones de Taiwán. El país no reconocido por la mayoría del planeta es clave en la producción de semiconductores, siendo la empresa TSMC una de las más importantes del mundo. Estados Unidos se habría comprometido a armar a Taiwán para su defensa en caso de que el conflicto con China escalase.