De acuerdo: en España, lo de los autobuses eléctricos en las ciudades nos convence lo justo, pero es que tenemos otras soluciones mejores para contaminar menos. Un ejemplo es el caso de Sevilla, la ciudad que ha decidido ya cómo va a solucionar dos problemas. El primero tiene que ver con la movilidad urbana y la obligación de hacerla más sostenible y el segundo, con los naranjos que llenan sus calles y producen cada año 3.000 toneladas de cítricos amargos que no se pueden comer. Van a usarlos para fabricar biocombustibles.

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Biogás para motores

Los operarios municipales están ya en ello y recogen las naranjas no para hacen piensos y abonos naturales. Lo hacen para hacer zumo y, con él, generar biogás. Con 500 litros de naranjas exprimidas se puede producir energía suficiente para cubrir las necesidades de una familia de cuatro personas durante cinco días. Y el destino del gas que se producirá son los autobuses urbanos, que funcionarán –en parte- gracias a él.

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No todas las naranjas se destinarán a eso

Pero no todas las naranjas sevillanas se destinarán a tal fin: las del Real Alcázar –al menos una pequeña parte de ellas- van a  seguir enviándose al cónsul inglés para que, como ha hecho este año pasado, las remita a la Familia Real británica y estos, como es su costumbre, puedan hacer con ellas mermelada de naranjas amargas. Con las de la calle no se puede, porque la naranja es una fruta que absorbe con mucha facilidad gases nocivos y metales pesados como los que abundan en el aire de todas nuestras ciudades.

Que nadie se haga ilusiones

No conviene sin embargo hacerse ilusiones: el agradable olor que llena, gracias a los naranjos, las calles sevillanas no se trasladará al humo del tubo de escape de los autobuses, porque el biogás que se empleará será idéntico al que ya se usa en muchos autobuses urbanos. Es, la verdad una lástima, porque, si fuera de otra manera, Sevilla, además de un color especial –y espacial- tendría un olor singular todo el año y no sólo cuando sus naranjos urbanos se llenan de fruta. En Tarragona, también buscan soluciones para sus naranjas urbanas y en Zaragoza, con las de la Alfajería, hacen cerveza.