"Antes, los electrodomésticos duraban más". Esta es una expresión que seguro que habéis oído decenas a veces, y es que existe el rumor que muchas compañías utilizan la obsolescencia programada, es decir, limitar la vida útil de los productos deliberadamente para hacer que no paramos de consumir. ¿Es verdad que eso pasa? La respuesta es rotundamente sí: hay decenas de estudios que así lo demuestran y grandes compañías como Samsung o Apple ya han sido condenadas por eso. Se trata de un gran problema, ya que esta práctica no es un camino sostenible en un planeta de recursos limitados como la Tierra, donde el crecimiento infinito es imposible incluso con estrictos criterios de economía circular.

¿Qué podemos hacer los consumidores?

Las compañías modifican deliberadamente los chips multinúcleo, que hacen que el producto empiecen a envejecer a partir de los dos años, una vez acaba la garantía. El caso más flagrante es el de los teléfonos móviles, ya que si no fueran programados para finalizar su vida útil, nos durarían unos 15 años, según varios estudios de la Fundación Energía e Innovación Sostenible sin Obsolescencia Programada (Feniss). Pero también pasa con casi todos los electrodomésticos de nuestro hogar. El problema es que como consumidores es muy difícil poder reclamar ante la justicia porque no se puede probar y hay un hueco legal en este sentido.

Así pues, en el contexto de crisis que vivimos, en el que consumismo y emergencia climática van de la mano, los que se tienen que mojar y tomar partido imponente medidas más restrictivas son los gobiernos. Algunos estados vecinos ya han abordado legislativamente esta cuestión. Italia, por ejemplo, impone multas millonarias y Francia también tiene desde 2015 varias medidas al respecto.

Lavadoras - pixabay


En España falta legislación, ya que no tiene ninguna ley específica para la obsolescencia programada en general. Sin embargo, sí que regula esta práctica en algunas industrias: el Real Decreto 110/2015 insta en el artículo 6 que las empresas de tecnología a "diseñar y producir sus aparatos de manera que se prolongue en la medida del posible su vida útil, facilitando entre otras cosas, su reutilización, desmontaje y reparación."

Además, tampoco hay una ley común a todos los países de la Unión Europea. El Parlamento Europeo pidió en el 2017 a la Comisión Europea, a los países miembros y a las empresas que adoptaran una definición común para obsolescencia programada y que se aseguraran de que los productos "están diseñados para ser resistentes, fáciles de reparar y de actualizar" y que ofrecieran" incentivos apropiados "para la creación de "productos duraderos que puedan ser reparados", entre otras medidas.

Consumir de la basura

De hecho, Juan José Coble, profesor de Eficiencia Energética de la Universidad de Nebrija de Madrid, señala a Efe que acortar la vida útil de los productos para incrementarlo consumo podría derivar en una situación insólita: "buscar los recursos necesarios en los vertederos".

Los consumidores reclaman cambios

Ante esta desprotección de los consumidores, algunas asociaciones proponen reducir hasta el 4% el IVA que afecta a las reparaciones, a fin de que al menos fuera más económico reparar que comprar de nuevo. Además, también critican que las piezas de recambio sólo estén disponibles para reparadores profesionales y no para particulares, otro as en la manga de las empresas para propiciar el consumo.