Mientras los drones de la Unidad Militar de Emergencias (UME) sobrevuelan Collserola en busca de jabalíes infectados por la peste porcina africana, la vida continúa en el interior de la sierra que separa Barcelona de los municipios del Vallès Occidental y el Baix Llobregat. Desde que se detectaron el viernes de la semana pasada los primeros casos en dos jabalíes muertos dentro del término municipal de Cerdanyola del Vallès, los cuerpos de seguridad —Mossos d’Esquadra, Agents Rurals, el Seprona de la Guardia Civil y las Policías Locales— han realizado esfuerzos para limitar los accesos al Parque y evitar que el virus se extienda más allá de la zona 0 del brote. Senderistas y ciclistas se vieron obligados a cambiar sus rutas el pasado fin de semana ante las prohibiciones de acceso al medio natural y, de cara al puente de diciembre, el Govern decidió extender esta medida a los 91 municipios de un radio de 20 kilómetros hasta el 14 de diciembre. Collserola, sin embargo, tiene la particularidad de ser un parque metropolitano, encapsulado entre la ciudad de Barcelona y el resto de núcleos del AMB. Es decir, lleno de vida y actividad humana.
La nueva "normalidad" en Collserola
La sierra alberga escuelas, restaurantes, algunos campos de cultivo e incluso barrios y urbanizaciones que estos últimos días viven una situación atípica con algunas restricciones de accesos y el despliegue de los equipos de trabajo por tierra y aire. A pesar de ello, insisten en que “hay una cierta normalidad” y la presencia de los cuerpos trabajando en la zona “no está afectando el día a día”. Así lo relata a ElNacional.cat Patrícia Casanueva, vecina y presidenta de la Associació de Veïns de Can Cerdà, una urbanización pegada a la carretera de Horta, entre Barcelona y Cerdanyola. Lo que sí señala Casanueva es la “falta de información” por parte de los diferentes organismos competentes. “Ni la Generalitat, ni el Ayuntamiento, ni el Consorcio del Parque Natural nos han informado”, dice. Los vecinos de Can Cerdà son los que más de cerca viven las tareas de la UME en Collserola. El campamento base de la unidad militar se ha desplegado en Can Coll, a dos kilómetros de su casa: “Los ves cuando pasas por la carretera”, afirma.
A solo 10 minutos a pie, por un camino de arena desde el campamento base de la UME, la Fundació Catalonia Creactiva, que atiende a personas con discapacidad intelectual, continúa “haciendo vida normal”, dice el director Adrià Serrahima. Desde sus instalaciones ven cada día el dispositivo militar a escasos metros y los usuarios del centro viven esta nueva normalidad con cierta inquietud. “Es una distracción en sí mismo”, dice Serrahima. Los edificios de la Fundació Catalonia se encuentran en medio de Collserola, rodeados de bosques, una situación privilegiada que aprovechan para realizar salidas y actividades en el medio natural, aunque “estos días hemos tenido que readaptar las actividades por las restricciones”, indica. La incertidumbre de la situación en el Parque Natural ha hecho que quienes viven o trabajan allí se hayan tenido que adaptar a las nuevas circunstancias y desde el primer día, asegura el director del centro, “fui a hablar con la UME y me explicaron cuáles eran las directrices”.
Ir a la escuela dentro de la zona de alto riesgo
Alejándose de la zona 0, pero sin salir del radio de alto riesgo, y bajando por la carretera de l'Arrabassada en dirección a Sant Cugat del Vallès, los alumnos de la Escola Avenç —situada a los pies de la sierra— entran cada mañana al centro por un camino que “es una puerta de acceso a Collserola”, afirma el director Hug Llàcer. La ventaja del camino escolar es que muchas familias lo utilizan para llegar a la escuela de forma segura. Por eso, cuando el primer fin de semana después del estallido de la crisis porcina, el acceso quedó cortado con las cintas y carteles de Protección Civil. Desde la dirección de la escuela alertaron a la concejalía de Educación del Ayuntamiento de Sant Cugat que si el acceso a pie o en patinete no se hace por el camino escolar, se debe hacer por el desvío de la carretera de l'Arrabassada, “y eso podía poner en peligro a las familias”, recalca Llàcer. Las directrices del Ayuntamiento fueron claras, los alumnos pueden continuar haciendo uso del camino escolar, todos y las señales, pero sin salir del itinerario marcado. Más allá de eso, el centro continúa funcionando con “absoluta normalidad”, aunque algunas extraescolares que desarrollan parte de su actividad en el exterior se han tenido que readaptar. Es el caso de la extraescolar de atletismo, que “estos días lo hacen todo en el interior del recinto de la escuela”, puntualiza el director.
"Hace años que no se hace el trabajo que se debería hacer"
Sant Cugat del Vallès es el municipio con más superficie dentro del Parque Natural de la Serra de Collserola, que comprende más de 8.000 hectáreas. Dentro de sus límites municipales alberga a algunos de los pocos agricultores que quedan. Es el caso de Iñigo Haughey, cofundador del proyecto Rabassaires, que promueve la recuperación de tierras de cultivo urbanas y periurbanas. Rabassaires producen vino desde hace unos años gracias a sus viñedos situados en la sierra de Collserola y a Haughey no le sorprende el brote de peste porcina: “hace años que alertamos de la sobrepoblación de jabalíes en un contexto en el que la masa forestal del parque ha crecido”, señala. Debido a las restricciones de acceso, Haughey relata a ElNacional.cat que para llegar a los viñedos tiene que dejar el vehículo al inicio del camino —donde han colocado las cintas que prohíben el paso— y hacer este tramo caminando. “Les expliqué mi situación a los agentes y me dejan pasar para ir a trabajar”, expresa Haughey, mientras asegura que puede continuar haciendo las tareas agrícolas sin ningún problema. “Lo que nos han dicho que no podemos hacer es trabajo forestal y de perímetro”, añade.
El agricultor santcugatense lamenta que “hayamos llegado a una situación tan crítica porque hace años que no se hace el trabajo que se debería hacer”. La sobrepoblación de jabalíes en esta zona es tal que, asegura, “tenemos que cerrar los campos para que no entren” y critica que las administraciones “solo actúen cuando hay un gran impacto en la economía”. El sector porcino da trabajo a 11.000 personas en la provincia de Barcelona —25.000 en toda Catalunya— y si el virus traspasara a las granjas, el impacto económico sería desolador, ya que Catalunya es una de las grandes potencias mundiales. Las exportaciones de carne de cerdo generaron una facturación de 3.256 millones de euros, según los últimos datos de 2023, y representan un 52% del volumen total del Estado español. Los principales destinatarios dentro de la UE son Francia, Italia y Polonia, mientras que a escala mundial destacan China y Japón, países que han suspendido momentáneamente las exportaciones con las granjas de la demarcación de Barcelona.
Los restaurantes alertan de "pérdidas importantes"
Otro sector al que también le está afectando la crisis porcina, en este caso indirectamente, es la restauración. Y es que los casi 40 restaurantes dentro del ámbito de Collserola han visto cómo la mayoría de clientes han anulado sus reservas, a pesar de estar permitido. “Sobre todo lo hemos notado con los ciclistas que vienen a desayunar”, dice Gabino Jané, el propietario del restaurante Masia Can Jané. El inicio de la época de las calçotadas se ha visto truncado en los restaurantes de la sierra, que calculan unas “pérdidas importantes”, sobre todo si la situación se alarga hasta Navidad, unos días en los que tienen muchas reservas. El propietario de Can Jané recuerda, sin embargo, que el acceso a los restaurantes está permitido y que “estamos al corriente de todas las indicaciones que nos dan desde las administraciones y los cuerpos de seguridad”.
Así pues, las actividades relacionadas con el ocio han sido las grandes sacrificadas de la crisis porcina en Collserola debido a que los jabalíes infectados pueden liberar el virus al medio, y personas, vehículos o bicicletas pueden difundirlo involuntariamente. Por ello, entidades como el Club de Marcha Nórdica Collserola han readaptado sus actividades fuera del ámbito del Parque, o el Museo y Poblado Ibérico de Ca n’Oliver, en Cerdanyola, han tenido que cerrar el yacimiento y suspender todas las actividades relacionadas con este, a pesar de que el museo se puede visitar con normalidad.
En definitiva, medidas excepcionales para abordar una situación excepcional, de la que más de una semana después del estallido de la crisis porcina africana, las autoridades todavía investigan cuál puede ser el origen. En las últimas horas, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha apuntado que, tras un informe del laboratorio de referencia de la Unión Europea, el origen del brote podría ser por una fuga de un laboratorio que lleva a cabo estudios de esta cepa del virus muy similar a la que se detectó en Georgia en el año 2007. Aunque desde el Govern no han querido especificar el laboratorio, varias informaciones apuntan a que se trataría del Centro de Investigación en Sanidad Animal (IRTA-CReSA), organismo de la Generalitat, situado en Bellaterra y a escasos metros de donde se encontraron los dos primeros jabalíes muertos infectados. Sin ir más lejos, el president de la Generalitat, Salvador Illa, ha anunciado este sábado el encargo de una auditoría al IRTA para revisar “de forma preventiva” las instalaciones y protocolos de los cinco centros que trabajan con el virus dentro del perímetro de 20 kilómetros donde se ha declarado el brote.
