Sant Iscle de Colltort, un pequeño pueblo ubicado en el municipio de Sant Feliu de Pallerols, sufría un grave problema: no tenía agua. Como tantos otros lugares de Catalunya afectados por la grave sequía que atraviesa el país, 27 casas de campo en este rincón de la Garrotxa se veían obligadas a recurrir a las cisternas de agua con el fin de abastecerse. Grandes masías, muchas de ellas con ganado para alimentar, e incluso una casa de colonias, encontraban difícil sobrevivir en estas condiciones, y sufrían por su supervivencia. Hasta que Enric y Lluís aparecieron en escena.

Zahoríes / Foto: Carlos Baglietto
Enric y Lluís, en un campo donde encontraron agua subterránea / Foto: Carlos Baglietto

Son zahoríes. Los dos viven entregados a esta enigmática profesión, la radiestesia, que tiene siglos de historia. Antiguamente, los zahoríes habían sido una profesión mucho más demandada, dedicándose a localizar agua subterránea usando simples dispositivos que permitían detectar cambios de corrientes magnéticas bajo el subsuelo. Con la aparición de tecnologías cada vez más modernas, la radiestesia perdió su relevancia, sustituida por otras formas de localizar agua como los estudios topográficos y la cartografía geológica. Pero a medida que la sequía en Catalunya ha ido agudizándose, la ciudadanía, cada vez más desesperada, ha tenido que recurrir a otros métodos con el fin de encontrar la preciada agua. Es en este contexto que los zahoríes han experimentado un auténtico 'boom' de popularidad.

"Con la sequía se ha incrementado bastante la demanda de agua", reconoce Enric. "Hay muchas personas, sean de casas de campo, de ayuntamientos o de empresas, que se encuentran con que no tienen suficiente, y nos piden ayuda". Él y Lluís hace 25 años que trabajan juntos, con una larga experiencia abriendo una cifra incalculable de pozos, pero que estiman que supera ya la setentena. Con este historial, comprueban sin lugar a dudas que ahora están mucho más solicitados de lo que hace unos años. "Antes salíamos una vez o dos al mes", detalla Lluís. "Ahora, sinceramente, salimos dos o tres veces a la semana, o incluso más".

Zahoríes / Foto: Carlos Baglietto
Uno de los péndulos que utiliza Enric / Foto: Carlos Baglietto
Zahoríes / Foto: Carlos Baglietto
Las varitas metálicas de Lluís / Foto: Carlos Baglietto

 

13.600 litros por hora para Sant Iscle

El pedido de Sant Iscle no fue tan reciente. Enric y Lluís nos explican en el mismo lugar de los hechos, en medio de un gran prado verde, cómo se gestó el hallazgo. A pesar de continuados esfuerzos del municipio de localizar un pozo de agua para abastecer el pueblo, la experiencia había sido poco exitosa, y las casas dependían todavía de las precipitaciones y de la importación externa. "Cuando entró el Ayuntamiento en la anterior legislatura, contactó con nosotros porque sabían que nosotros buscábamos y encontrábamos agua", explican. Dedicaron muchas horas, preocupados por poder ofrecer un buen servicio. Y, a través de sus métodos, alcanzaron el éxito. Se hizo un pozo y un depósito inmenso que ya reparte a todas las casas que hay en Sant Iscle, y Enric recuerda con emoción el momento en que se confirmó el hallazgo. "Había un matrimonio que lloraba a lágrima viva, al ver que salía aquella agua", dice, con la voz rota.

La experiencia no fue rápida. Armados con sus instrumentos, Enric y Lluís acudieron varias veces al lugar donde calculaban que había presencia de agua para repetir el experimento. "No fuimos una sola vez; fuimos por la mañana y por la tarde, con un descanso de dos o tres días antes de volver de nuevo para estar bien seguros", detallan. Una vez decididos, marcaron el recorrido de las diferentes vetas de agua, que se encontraban a diferentes niveles subterráneos. "Teníamos una a unos 240 metros de profundidad, una segunda a 130 o 140, y una tercera a 80", explican. La apertura del pozo permitió certificar este análisis, y ofrecer una fuente de agua con un caudal de 13.600 litros la hora. "Está comprobado y de momento no ha fallado. Es continuo y constante, siempre hay agua".

Zahoríes / Foto: Carlos Baglietto
El pozo de agua de Sant Iscle, localizado por los dos zahoríes / Foto: Carlos Baglietto

 

Éxito, a pesar de las dudas

La radiestesia es una profesión que tiene sus adversarios. Según los expertos, se trata de una actividad pseudocientífica, y la evidencia especializada asegura que no tiene más efectividad que el simple azar a la hora de localizar vetas de agua. Y a la hora de observarlos, paseándose por un campo haciendo blandir sus péndulos y sus varitas metálicas, cualquiera diría que imaginan cosas. Pero la experiencia práctica de estos dos zahoríes parecería indicar hacia otra dirección: Enric y Lluís no han fallado nunca. Punto que han adjudicado como favorable, punto que ha retornado positivamente. De hecho, el pozo de Sant Iscle que encontraron hace unos años se encuentra a solo pocos metros de otro que había abierto anteriormente la Diputació i la Agència Catalana de l'Aigua, pero que no había sido exitoso. "De momento hemos tenido bastante suerte, todos los pozos que hemos marcado han sido satisfactorios", afirman. "Ha habido alguno que se nos ha resistido un poco y ha sido poco generoso, pero ninguno ha sido negativo".

El trabajo los ha llevado por todo Catalunya, desde Tortosa hasta Barcelona, donde encontraron agua para un club de tenis de la capital que tenía problemas de abastecimiento —y están a la espera de poder perforar—. En otro caso, pudieron abastecer la empresa peticionaria con 36.000 litros la hora, una cantidad brutal. Y uno de los últimos proyectos ha sido para Susqueda, donde localizaron el punto favorable para la perforación y ya se está procediendo a la apertura del pozo. Han ganado tanta confianza con este oficio que incluso se declaran capaces de saber si en un terreno hay agua subterránea sin visitarlo. "Cuando nos llaman, lo primero que pedimos es un mapa de la parcela y desde casa ya detectamos si hay o no", revela.

Zahoríes / Foto: Carlos Baglietto
Los instrumentos que utilizan Enric y Lluís, sobre su mesa / Foto: Carlos Baglietto

 

Un curso para garantizar el relevo generacional

Con el sorprendente 'boom' de demanda por sus servicios, Enric y Lluís están recibiendo una avalancha de interés por el oficio. "Hay gente que nos está preguntando si los podríamos enseñar y explicar cómo lo hacemos", explican. Una afición que los dos celebran efusivamente. Hace un tiempo ya ofrecieron un cursillo a una docena de personas, y ahora planean una nueva sesión a finales de abril o principios de mayo. La intención es garantizar el relevo generacional. "Parece que mucha gente se lo guarda como un secreto y esto se va perdiendo, porque jóvenes zahoríes no hemos conocido a ninguno", lamentan. "Siempre somos personas mayores". En medio de la preocupante situación de sequía que se vive actualmente, parece fácil de pronosticar que la sesión será todo un éxito.

Zahoríes / Foto: Carlos Baglietto
El péndulo de Enric y las marcas que indican las vetas de agua / Foto: Carlos Baglietto