La larga lista negra de los campesinos sumó la semana pasada un nuevo elemento de discordia: las restricciones de agua por la sequía. Decretada la emergencia el viernes pasado en todo el sistema Ter-Llobregat, ahora hay 239 municipios y más de 6 millones de catalanes en esta crítica fase. Los trabajadores del campo, habiendo mirado las prohibiciones y limitaciones a que estarán sujetos a partir de ahora, ya han puesto el grito en el cielo: en los lugares afectados, la agricultura tiene que recortar un 80% el consumo de agua y la ganadería, un 50%. Una reducción drástica y, en muchos casos, inasumible.

De hecho, este ha sido uno de los principales motivos que ha llevado a los campesinos a movilizarse de forma contundente este martes, miércoles y jueves. Ha habido cortes importantes en las carreteras catalanas, y una de las escenas más sonadas ha sido la entrada (y pernoctación) de miles de tractores en Barcelona. Un grupo de ganaderos, del Bages y el Berguedà, ha explicado a ElNacional.cat sus quejas. Moisés asegura precisamente que las restricciones de agua han sido "la gotita que ha hecho saltar todo", una opinión que comparten David y Miquel.

Entre las demandas de los campesinos ha habido múltiples cuestiones. Por ejemplo, el incremento de los precios de los productos en los supermercados y que no se ha hecho notar en el bolsillo del sector primario; la ingente burocracia que tienen que atravesar, con montañas de papeles a llenar después de largas jornadas de trabajo; la competencia desleal de aquellos alimentos que vienen fuera de la Unión Europea y, por lo tanto, no tienen que pasar los mismos controles fitosanitarios y de calidad que aquí; y la falta de ayudas económicas o el retraso en su pago. Todo eso ya hace muchos años que aplasta un sector en crisis (la falta de futuro significa que muchos abandonan la profesión y no hay relevo generacional). Pero ahora, por si no fuera suficiente, se han sumado las durísimas restricciones de agua.

La única solución, ¿quedarse con la mitad de animales?

En el caso de la ganadería, la reducción del 50% no tiene ningún tipo de sentido. Miquel señala que en una granja no se puede dejar de utilizar la mitad de agua "de un día por otro". Lo especifica David, evidenciando que, para hacerlo, se tendría que recortar la explotación también por la mitad. Un cerdo, una oveja o una vaca no pueden dejar de beber solo porque hay sequía, y por lo tanto la solución pasa por recortar el número de animales. "Si tienes dos bestias, te tendrás que quedar con una", aclara. Evidentemente, hacer eso implicaría obtener el 50% de los ingresos, una opción inviable para la supervivencia del sector porque "haría que las granjas no fueran rentables", ya que las facturas seguirán llegando a final de mes.

Si el Govern obliga a tomar esta solución tan drástica, los campesinos exigen obtener ayudas económicas a cambio. Pero no confían mucho en ello. La Generalitat, por ahora, no les ha informado sobre esta posibilidad, y en todo caso todavía está pendiente el abono de las ayudas de 2022 y 2023 en muchos casos. La promesa de acelerar el pago, de hecho, ha sido una de las victorias en el campo político que han obtenido agricultores y ganaderos después de reunirse con los partidos en el Parlament.

Igualmente, la exigencia del 80% y el 50% contrasta con la situación de otros sectores económicos. La industria, por ejemplo, solo tendrá que recortar el uso de agua un 25%; por su parte, el turismo no tiene que hacer frente a ningún porcentaje, y solo se encuentra la prohibición de llenar las piscinas. Moisés se muestra crítico con la diferencia de trato. "La ganadería consume un 2,8% del agua total en Catalunya, pero hay industrias y actividades lúdicas que consumen mucho más y no se les hace nada", lamenta. "Estamos más controlados que cualquier otro sector". David, resignado, se enfurece porque en el ganadero "siempre lo van asfixiando más" mientras se lleva el agua hacia la ciudad.

"Nos sentimos incomprendidos", reconocen. El sector del campo asegura ser menospreciado por la sociedad, pero recuerda que, a pesar de conformar un pequeño grueso poblacional, mueve y alimenta "todo Catalunya". Por suerte, de momento el Govern no ha empezado a aplicar las restricciones por la sequía. Y ahora, se ha comprometido a flexibilizar estas limitaciones tan extremas. Faltará ver si cumple la palabra.