Como si fuera una heist movie como El golpe u Ocean's Eleven, este domingo han sido robadas del Museo del Louvre de París un conjunto de joyas de "un valor patrimonial e histórico incalculable". En apenas siete minutos y en el museo más visitado del mundo, un comando organizado de cuatro ladrones "profesionales" se ha llevado sobre las 9:30 horas diversas joyas del Imperio francés que ahora pertenecen a la República y estaban expuestas en el famoso museo parisino. Dos de los ladrones subieron al primer piso, a la galería Apolo, a través de una brecha en el cristal de una ventana con unos discos de corte que también utilizaron para fracturar dos vitrinas que guardaban las joyas.

Entre las joyas robadas, constan una diadema de la reina María Amelia y de la reina Hortensia; un collar del conjunto de zafiro de las mismas reinas; un pendiente de ese mismo conjunto; un collar de esmeraldas de la reina María Luisa; un par de pendientes de esmeralda de María Luisa; un broche; una diadema de la emperatriz Eugenia; y un broche de la misma emperatriz. En su huida perdieron la corona de la emperatriz Eugenia de Montijo, la esposa española del emperador Napoleón III (1852-1870), que resultó dañada.

Sin embargo, en la misma sala hay otra pieza magnífica y de enorme valor que los ladrones han dejado atrás: se trata del 'Regente', uno de los diamantes más conocidos, codiciados y temidos del mundo. Una pieza de 140 quilates y un valor de unos 55,3 millones de euros. Al diamante, que perteneció a la realeza francesa y después a Napoleón, le acompaña una historia tétrica también de película: hay quien dice que está maldito, por el porvenir amargo que ha augurado a muchos de sus dueños a lo largo de los siglos.

Diamante de sangre encontrado en la el reino de Golconda (India)

Según la historias, el 'Regente' fue extraído por un esclavo en la mina de Kollur, en el antiguo reino de Golconda, en el corazón de la actual India. Fue a finales del siglo XVII. El esclavo lo habría escondido en una herida en su pierna y habría tratado de huir con él, perseguido por los guardias del emperador mongol Aurangzeb. Según la leyenda que envuelve al diamante, el esclavo llegó a la costa y conoció a un capitán inglés, a quien ofreció la mitad de las ganancias que obtuviera de la venta de la joya a cambio de sacarle de la India. Sin embargo, allí comenzó a forjarse la mala leyenda que acompaña al 'Regente', puesto que dicen que el marinero mató al esclavo para quitarle el diamante y lo vendió a un importante comerciante de joyas.

Perteneció a los reyes de Francia y a Napoleón

Alrededor de 1701 la pieza acabó en manos del comerciante y político británico Thomas Pitt, quien lo mandó a tallar en Londres alrededor de 1704 y trató de venderlo a la nobleza de toda Europa. Dicen que Luis XIV, el rey Sol, lo rechazó por su elevado precio. Finalmente, el regente francés Felipe II de Orleans lo adquirió para la corona francesa en 1717, por unas 135.000 libras esterlinas. El diamante se encastó en la corona de Luis XV para su coronación en 1722, y de igual forma más adelante para Luis XVI y María Antonieta, los monarcas decapitados durante la Revolución Francesa. La pieza desapareció en 1792 y posteriormente fue recuperado en un tejado de París. Después de usarse como garantía para sufragar gastos militares durante esos convulsos años, finalmente Napoleón la guardó para adornar su espada en 1801. La joya se mantuvo entre los dirigentes del Imperio o la monarquía francesa en las sucesivas décadas en las que Francia cambió su forma de estado.

Ahora, el 'Regente' pertenece a la República y, como parte del Tesoro Real, lleva expuesto en la sala Apolo del Museo del Louvre desde 1887, la estancia que ahora ha sido robada. De grandes dimensiones y muy conocido, los ladrones podrían haberlo dejado donde estaba por la dificultad que eso supondría para venderlo. Las joyas que se han llevado, diademas, collares, pendientes y otros ornamentos, pueden desmontarse y pasar desapercibidas con mayor facilidad para venderse.