El verano, el buen tiempo, ir a la playa o a la piscina... pero también el bombardeo informativo y publicitado recordándonos que "hay que estar perfectos" y eso implica lucir tipo. ¿Pero qué tipo? ¿De qué manera? Y lo más importante, si nos planteamos hacer una dieta por estar más a gusto con nosotros mismos, ¿cómo lo tenemos que hacer?

Por ejemplo, la dieta Dunkan, basada en un consumo masivo de proteínas, son muy restrictivas y por lo tanto, pueden contribuir en el adelgazamiento. ¿Pero es sano? "Que adelgacen no significa que sean saludables", explica la dietista-nutricionista y portavoz de Col·legi de Dietistes i Nutricionistes de Catalunya, Susana Cánovas. "Este adelgazamiento habitualmente es a costa de líquido y músculo, no a costa de grasa, que es realmente el que se tendría que dar en el adelgazamiento".

Pero este tipo de dietas, llevan a pensar también en las típicas pastillas que anuncian que, junto con la dieta, todavía se multiplican más los efectos de conseguir la llamada "silueta perfecta". "Las pastillas son un tratamiento que venden para personas adultas y lo que hacen es estimular el adelgazamiento", detalla. ¿Y cómo lo hacen? Con estas pastillas "se disminuye la absorción de la grasa que se ha consumido de la dieta y este se elimina por el excremento. Se tiene que tomar conjuntamente con una dieta hipocalórica –baja en calorías– y acompañarlo de actividad física".

¿Existen las "dietas milagro"?

Hay personas que les angustia seguir una dieta y por lo tanto, confían en los renombres "dietas milagro". Algunas de estas dietas se basan en la ingesta de un solo alimento. ¿En qué consisten? Según Cánovas, estas "son las que nos prometen grandes cosas –habitualmente recomendadas por personas ajenas a la nutrición– y son muy restrictivas, es decir, aportan muy pocas calorías". Para entenderlo mejor, la dietista-nutricionista pone un ejemplo: "sólo se puede comer un cierto tipo de alimento o prometen un gran adelgazamiento en un corto espacio de tiempo y sin ningún esfuerzo". Y subraya que "no es aconsejable seguir este tipo de dietas porque no son saludables, inducen a una restricción calórica muy severa y más, generalmente, conducen a situaciones de carencias en vitaminas y minerales, alteraciones metabólicas, y a una monotonía alimenticia que hace insostenibles en el tiempo y peligrosas para la salud".

El hecho de no ser saludables no son el único problema de estas dietas. Cánovas señala que, además, "favorecen una recuperación muy rápida del peso perdido –efecto rebote– cuando se abandona la dieta, provocando fenómenos 'yo-yo' que se asocian a un incremento del riesgo". "La tendencia se agrava a la recuperación del peso porque se producen las situaciones de semiayuno, estas ponen en marcha potentes mecanismos neuroendocrinos que se oponen a la pérdida de peso: mayor eficacia metabólica, ahorro energético e incremento del hambre, que conducen, a una rápida recuperación del peso perdido cuando se vuelve a comer 'normal', además, este peso recuperado es predominantemente a base de tejido graso".

De esta manera, Cánovas insiste en que estas dietas "agravan el riesgo metabólico de las personas, provocan desnutriciones proteicas y déficit en vitaminas y minerales, y que, incluso, desencadenan trastornos de comportamiento alimenticio –como la anorexia y la bulimia–, a veces de mayor gravedad que el peso que se pretendía corregir". Además, recalca que "puede producir efectos psicológicos negativos y favorecer el efecto rebote".

¿Y como se consigue frenar el "efecto rebote"?

"Lo que tendrían que hacer las personas para adelgazar y evitar el efecto rebote, es consultar a un o una dietista-nutricionista colegiado, que se preocupará por su salud, y adaptará su plan nutricional a sus requerimientos nutricionales y a sus hábitos alimenticios para que puedan conseguir adelgazar a través de una alimentación saludable", recomienda.

De esta manera, concluye que "se podrán cambiar sus hábitos alimenticios y que el adelgazamiento ocurra de una manera progresiva, a base de grasa corporal y sea duradero en el tiempo".