Hoy, 25-N, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia hacia las Mujeres, publicamos una entrevista con Laia Serra, abogada penalista y activista especializada en género, violencias y libertad de expresión, que es miembro de Dones Juristes, de la Asociación Catalana en Defensa de los Derechos Humanos (ACDDH) y de la Comisión de Defensa del ICAB. Serra nos hace reflexionar. Considera que la Ley Orgánica 10/2022, de garantía integral de la libertad sexual, conocida por la ley del 'solo sí es sí', es positiva pero al mismo tiempo nos alerta de que "además del consentimiento, hay que analizar los ejes de poder", especialmente los jueces y fiscales para poder interpretar cada caso. Es decir, cuando una mujer queda paralizada por los tocamientos que le hace su superior, o no lo denuncia porque necesita trabajar; tiene que pagar una hipoteca. "La violencia es una forma de discriminación. No es un error. Tiene una función social", nos insiste.

La abogada califica el caso de Jenni Hermoso de "maravilloso" porque "se han roto estructuras de poder", y además de denunciar una agresión, también surge un reclamo de más derechos y de mejora de los sueldos por parte de las jugadoras de fútbol profesional. La penalista también nos habla de las violencias digitales, y nos recomienda que "desterremos el término pornovenjança" y que a la difusión de vídeos de contenido sexual sin consentimiento le digamos sexpreading. ¿Porque? Nos lo explica en esta conversación, que ¡es toda una lección!

Entrevista Laia Serra, abogada agresiones sexuales / Foto: Carlos Baglietto
La abogada Laia Serra, durante la entrevista / Foto: Carlos Baglietto

Año tras año aumentan las denuncias de agresiones sexuales a mujeres y menores. ¿Cuál es el motivo? ¿Hay más casos a pesar de las leyes y campañas? ¿Más sensibilización para denunciarlo?
En la decisión de denunciar las violencias sexuales intervienen diferentes factores y el hecho de que haya como un entorno legitimando, es decir, que familia, sociedad, medios de comunicación y normativa acompañe a las mujeres, efectivamente, hace que todo eso se denuncie más, porque uno de los obstáculos a la denuncia siempre ha sido el estigma, la reprobación, la inseguridad, el juicio social. Desde el caso de la llamada Mandada hubo todo un debate social que ha hecho que muchas mujeres se vean empoderadas y oigan que se ha interpelado a la justicia para que empiece a actuar de manera justa y, por lo tanto, eso incentiva la denuncia. De todos modos, más allá de los términos cuantitativos que efectivamente son importantes para captar un fenómeno, creo que es importante analizar las violencias sexuales desde un punto de vista cualitativo o de significado.

¿Quiere decir?
Pues, analizar cómo evoluciona esta violencia sexual. Por ejemplo, muchas de las preguntas que se están planteando últimamente es: ¿Cómo puede ser que haya tantos jóvenes que cometan violencias sexuales'?, o ¿porque se están cometiendo violencias con carácter grupal? O incluso ¿porque estas violencias muchas veces son filmadas y registradas y después compartidas en grupos de WhatsApp o incluso divulgadas? Creo que es importante entender el momento social en que estamos, en qué hay un choque de placas tectónicas. Es decir, ha habido un empoderamiento desde el feminismo que reivindica que se tengan en cuenta todas las formas de violencia, pero eso también ha generado una contra respuesta, en el sentido que adultos, pero también jóvenes e incluso menores, se están sintiendo cuestionados. Y dentro de este cuestionamiento, una de las respuestas que hay, es este malestar. Esta conmoción de estas estructuras y de estas identidades es ejercer poder. La vinculación entre poder y masculinidad es más viejo que el ir a pie y nunca podemos perder de vista que las violencias sexuales son actos de ejercicio de poder, son actos afirmativos. Son actos que se comparten en grupo precisamente para esta autoafirmación identitaria y, por lo tanto, en el fondo lo que se está reivindicando es una manera de entender las relaciones, la identidad masculina, pero sobre todo son dinámicas de aceptación grupal. Son dinámicas en que unos necesitan y piden ser reconocidos en el ejercicio de las violencias por el resto de miembros de los grupos y por lo tanto, es importante tener en cuenta todos estos consensos sociales no escritos que hay detrás. Es un fenómeno multicausal y complejo pero hay que tener en cuenta estas dinámicas.

¿Ponga un ejemplo de este poder?
Por ejemplo, el verano pasado que se publicitaron todos estos casos de pinchazos en las discotecas. Era un fenómeno social de generar terror sexual, de tener miedo de ir a una discoteca. Son mecanismos, como digo, que tienen un sentido social. Las violencias tienen una función estructural y tienen una función dentro de estas jerarquías y de estos roles muy importantes.

¿Es decir, el machismo ha vuelto a salir con fuerza ante los logros feministas?
El machismo está teniendo una respuesta de contraofensiva al feminismo. Un lugar interesante donde entender este fenómeno es ir a mirar lo que se denomina la manosfera, todo este ecosistema digital. Precisamente allí está donde se trabajan muy profundamente los discursos, las ideas, los marcos mentales. Y si nos fijamos, hay una idea subyacente que es que los hombres son las víctimas de un sistema en que se está priorizando a las mujeres, que las mujeres están pidiendo una serie de prerrogativas que no merecen, y que las mujeres son las que están ejerciendo poder porque podrían escoger entre todo el abanico de hombres disponibles. Y todos estos discursos forman parte de los incels, de todas las subculturas de la manosfera que están permeando muy socialmente. En los últimos estudios que se han hecho para entender esta creación de marcos mentales en la juventud sobre violencias sexuales, nos damos cuenta que jóvenes digamos de tendencia izquierdosa o de tendencia derechista están muy cerca a la hora de entender las violencias sexuales. Y es precisamente porque ahora eso no se está interpretando ya como una cuestión ideológica, sino que estamos en lo tocante al tuétano de la identidad.

La Ley Orgánica 10/2022, de garantía integral de la libertad sexual, conocida por la ley del 'solo si es sí' entró en vigor ahora hace un año. ¿Aparte de la polémica generada por la rebaja de penas, qué valoración hace? ¿Se aplica todos los servicios a las víctimas que recoge?
Era una ley ciertamente muy ambiciosa, con dos aspectos: por una parte, el conceptual, que ha sido importante porque realmente el cambio de paradigma con respecto al consentimiento ha modificado o tiene el potencial de modificar muchas cosas en la práctica, incluso los procedimientos judiciales. Y por otra parte, todo el capítulo de servicios, pero yo iría más allá: formaciones obligatorias, medidas de protección, servicios especializados y más. Eso es una cosa de mucho alcance en que, de alguna manera, cada comunidad autónoma también tenía una huella propia a la hora de hacer las cosas. Y tendremos que ir viendo cómo eso se implementa. Poco a poco, no será rápido. Por ejemplo, aquí, a nivel de médicos y médicas forenses, se tendrá que ver cómo se articula toda esta nueva visión de las Unidades de Valoración Forense Integral. También tenemos que recordar, que se ha realizado la reforma de la Ley Orgánica de Protección a la Infancia y la Adolescencia, que también hay algunas medidas específicas que tienen que ver con las violencias sexuales. No tenemos que olvidar, lógicamente, este cruce porque hay muchas violencias sexuales que actualmente son cometidas o bien porque las víctimas son menores de edad o porque los infractores, los perpetradores también son menores de edad. Por lo tanto, digamos que ha habido como leyes de muy largo alcance que de alguna manera están sacudiendo todas estas estructuras y que, por lo tanto, eso necesita de un camino, de unos presupuestos y que cada uno desde sus servicios específicos, acojan y asuma estos cambios.

¿Quién tiene que asumir los cambios?
Pues, las Oficinas de Atención a la víctima de los cuerpos policiales, médicos, forenses, judicatura, abogacía, fiscalía, etcétera. Ha pasado solo un año de la ley del 'solo sí es sí'. Pero, de lo que se trata es de modificar el paradigma y la cultura judicial en torno a las violencias sexuales. Y eso no es cuestión de una primavera, y me atrevería a decir que ni de dos ni de tres. Vamos a ver. Veo esta ley como una oportunidad.

Asociaciones de abogadas y de mujeres han pedido más empatía a jueces y fiscales con respecto a la atención de víctimas de violencias sexuales. ¿Ha mejorado?
A raiz del caso de la violación grupal de la Mandada en los sanfermines y después con la aprobación de la ley del 'solo sí es sí' quien ha querido tener una postura sin perspectiva de género y una perspectiva que interprete la violencia sexual con un prisma muy reduccionista se ha podido mantener en esta tesitura. Sin embargo, el hecho de que haya habido desde interpelaciones públicas a nuevas herramientas jurídicas, como decía, ha permitido que siempre haya puntas de lanza dentro de los sectores profesionales que amplían esta mirada y ahora la judicatura y la fiscalía tienen una mirada más amplia. Me atrevería a decir que a las demandas de empatía de una manera diferente de interrogar, de abordar los casos, como se analizaban las pruebas, el trato dispensado a las víctimas, sí que se está notando que hay un cambio cultural, digamos de fondo en este sentido. De todos modos, los procedimientos son largos y desgraciadamente, todo este debate sobre la modificación de las penas ha ocupado mucho espacio jurídico y ha generado también que quien ya era reacio a que se aprobara esta ley tuviera como una especie de justificación moral o política por, de alguna manera, negar la ley y negar la validez y la legitimidad de la ley.

¿Y qué le falta?
Lo que es clave es que, más allá del consentimiento, otra cosa que quizás a la ley no se acaba de reflejar con suficiente brillo es el hecho de que para analizar las situaciones de violencia sexual es imprescindible analizar los ejes de poder que atraviesan una situación. Y si no tienes en cuenta a quien tienes delante y qué circunstancias personales y sociales tienen las personas involucradas en esta situación nunca podrás entender qué ha podido causar esta coerción, esta inhibición, este temor, esta digamos falta de libertad a la hora de poder verter este consentimiento. Es decir, si no eres consciente de que tienes, por ejemplo, a un jefe de una determinada empresa y una trabajadora que está pagando una hipoteca, y que, digamos el alimento de los hijos y el mantenimiento de la casa depende de este trabajo, es imposible que tengas un registro, un contexto suficientemente explícito o explicativo de por qué aquella mujer se comportó así, en aquella situación y ante una tímida reacción o de una inhibición, de un silencio, de un aquietamento, de una no denuncia a una situación prolongada. Si no tienes herramientas para entender por qué eso ha pasado así, porque hay aquella relación de poder implícita, no podrás hacerlo. El otro día, en una película había una escena muy específica de una chica migrada y en esta dinámica relacional, el malo digamos del grupo, la inducía hacerle una felación. Y el argumento era: 'Si no lo haces, no serás nunca de aquí; ¿no quieres ser como las de aquí?'.

¿Los ejes de poder son la clave?
Sí. La reflexión genérica es que todo el mundo se alarma porque hay un índice de violencia sexual tremendamente alto. Y todo el mundo sigue interpretando estas violencias sexuales como actos aislados, como excesos que responden a situaciones muy concretas o unos perfiles de chicos o de hombres muy concretos sin entender que vivimos en una sociedad en que las violencias sexuales son útiles porque disciplinan a la gente, tienen una función identitaria, una función explicativa. Hay unos mandatos sexuales y de género tremendos. Hemos pasado que las mujeres tenían que ser vírgenes y recatades, y ahora hay una hipersexualización. Eso forma parte de la identidad social y de la aceptación de grupo y por lo tanto, son síntomas de una cultura social. Es entonces cuando entendemos que cuando estamos hablando de síntomas de una cultura social que por parte de la judicatura, de los operadores jurídicos, cueste tanto entender porque al final, cuando un caso judicial, más allá de las personas involucradas, cuestiona toda una estructura social es complicado porque está tan extendido, es tan normalizado, es tan prevalente. Entender la arquitectura de aquella relación a veces es complicado porque al final estás apuntando los ejes, como decía, pueda. Y eso dentro de la cultura judicial ha faltado. El lema feminista 'No es un caso aislado, sino que son los hijos santos del patriarcado', es verdad. Los consensos sociales son los que determinan las conductas.

Explíquelo .
La mayoría de hombres sostiene que en las relaciones había consentimiento. Y, al mismo tiempo el agresor se inhibe cuando hay una respuesta social negativa. Es decir, si tú interactúas con una mujer de una determinada manera y tienes el rechazo de los compañeros y compañeras de clase, eso modifica tu conducta, como también en una discoteca, en la empresa o a la familia. Es decir, está toda la responsabilidad comunitaria sobre la validación. El rechazo de maneras de hacer sociales tiene un efecto protector y un efecto inhibidor.

¿Cómo valora el caso de Jenni Hermoso?
El caso de Jenni Hermoso es importante porque cada vez que ha habido un caso de que de alguna manera pone encima de la mesa una problemática arraigada en un determinado entorno, eso ha sacudido estructuras. Se podría hablar del Instituto del Teatro, de la Iglesia, se podría hablar de muchos ámbitos donde en un momento dado llega un determinado caso con una plantada de que todo como se había hecho hasta ahora se cuestiona. Es decir, toda esta manera de hacer que al final es una estructura social de validación de unas determinadas maneras de hacer se rompe este consenso y eso abre la puerta a percibir que determinadas conductas son abusivas, son sexistas, son jerarquizadas. Y es que estamos hablando siempre de lo mismo, de poder y por lo tanto, llega un momento donde hay una determinadas jugadoras que acaban de conquistar un hito mundial, que tienen un empoderamiento, una legitimidad, un foco en un determinado momento y por lo tanto, este estatus quo se rompe. Y a partir de ahora, casos paradigmáticos o simbólicos como estos obligan a replantear toda la cultura y todas las estructuras que hay detrás.

¿Qué ha sacudido?
El caso de Jenni Hermoso se ha judicializado en la vía penal, pero de alguna manera la utilidad de estos casos es entender por qué si había protocolos, no han funcionado o hasta ahora no han tenido la capacidad de empujar este cambio de cultura. Por ejemplo, en este caso hablamos del mundo del deporte, pero ¿la Inspección de Trabajo que fiscaliza todos los casos de acoso laboral, está siendo suficientemente proactiva? ¿Está teniendo perspectiva de género? ¿En qué campos está interviniendo? Qué pasa, por ejemplo, en determinados supuestos, como las trabajadoras del hogar, en que la Inspección de Trabajo no entra en los hogares cuando son trabajadoras porque considera que es un ámbito sobre lo que no tiene competencia. Por lo tanto, ir analizando estas dinámicas son importantes y son momentos maravillosos en que eso estalla y está una manera completamente gráfica de decir bien el término 'Se ha acabado'. Es indicativo de una ruptura, de un estatus. Aquellos consensos los dictaba un determinado estamento, dando por hecho que eso siempre se había hecho así que no era grave, que todo el mundo estaba a gusto. Y fijémonos en que revelador es que mientras se está judicializando el caso de la Jenni Hermoso, la otra reivindicación que hay es de más derechos, más remuneración, más protagonismo de las futbolistas. Porque, insisto, son caras de la misma moneda. Son situaciones de poder.

¿El caso d'Hermoso ha sido un buen ejemplo de lo que significa el consentimiento?
Creo que si no hubiera habido un debate antes sobre este consentimiento, habría sido mucho más difícil interpretar este caso. Y bien, al final parece un caso digamos fácil de interpretar, pero igual que sucede como pasó con el caso de la Mandada, todo depende con qué ojos se miren. Si solo analizamos una interacción física, podemos llegar a banalizar mucho aquella situación. Si nosotros entendemos en qué contexto sucede aquello que es una práctica arraigada, que hay una diferencia de género, que hay un contexto jerárquico muy específico, que hay una desigualdad, como decía entre jugadores, hombres y mujeres, que eso sucede con un foco, todo el mundo está mirando este exceso corporal. Desde la abogacía comprometida, reivindicamos y reivindicábamos la perspectiva de género no es una cuestión de ideología, de sensibilidad, es una cuestión de discutir con la judicatura si ustedes no tienen suficiente formación, verán encima de la mesa dos manzanas cuándo quizás hay 15, pero usted no las está viendo.

Las estructuras de poder, que hablaba...
Sí. El consentimiento es una representación o es un concepto que habla de voluntad, pero también habla de información, habla de libertad, habla de equidad. Pero las estructuras de poder son lo que se tiene que analizar, lo que está en el centro de las violencias, sino nunca podremos interpretar todos los conceptos que hay porque no entenderemos la situación.

El consentimiento es una representación o es un concepto que habla de voluntad, pero también habla de información, habla de libertad, habla de equidad

Las violencias digitales están en alza.
Sí, y en el caso de menores o adolescentes, la judicatura está siendo especialmente proactiva. Cuando son delitos que afectan a adolescentes y a niños a través de las nuevas tecnologías se han definido conceptos tan innovadores y tan interesantes como por ejemplo el hecho de que pueda haber una violación sin contacto físico. Por ejemplo, cuando un embaucador acaba entrando en contacto con niñas y acaba generando una dinámica coercitiva en que finalmente estas niñas por temor acaban practicando digamos conductos sexuales sobre sus propios cuerpos, por ejemplo con la introducción de miembros o de objetos contra su voluntad para ser visualizadas a través de la pantalla por parte del embaucador pues esta interacción social, esta interacción forzada sexual, el Tribunal Supremo dice desde el 2021 que es un delito de violación, aun sin haber contacto. Por lo tanto, el campo de las violencias digitales es muy fecundo a nivel de interpretar cambios de paradigma y situaciones que con las violencias físicas nos hubieran estado más difíciles. Y al final, si pensamos en la ley del 'solo sí es sí', uno de los cambios de paradigma que plantea es precisamente que se tiene que poner en el centro la libertad y la autonomía sexual, que van mucho más allá de un contacto físico.

Y en adultos, la Fiscalía sostiene que se han disparado los casos de lo que se denomina pornovenjança.
En el caso de la divulgación de imágenes o de vídeos íntimos sin consentimiento, aquí en Catalunya hemos trabajado y hemos escogido el término de sexpreading. Es decir, divulgación de contenidos sexuales para desterrar el concepto de pornovenjaza.

¿Por qué?
Porque desde los feminismos jurídicos se considera haciendo un análisis de lo que quiere decir pornovenjanza que ha habido una conducta de alguna manera negativa por parte de la mujer que motiva una venganza, en este caso del señor, y por lo tanto, en términos sociales, no deja de justificarse, porque todo el mundo entiende que una venganza parte de un agravio previo. Por lo tanto, estos términos no son inofensivos y tendríamos que evitar, porque incluso las sentencias del Tribunal Supremo están adoptando esta nomenclatura porque muchas veces la única manera de identificar estas conductas es con su término, vamos a decir sociales o antropológicos, pero tenemos que ir con mucho cuidado viendo qué hay detrás del uso de estas terminologías.

¿Tenemos bastante control de la difusión de imágenes?
El término soberanía digital, que en algunos aspectos tiene que ver con la privacidad, pero en otros tiene que ver también con el cuerpo y la sexualidad no han ido bastante de la mano. Hay que extender el debate el consentimiento digital y aquí está donde entra también la perspectiva de género porque todos y todas sabemos que divulgar un vídeo sexual de un hombre tiene una lectura social diferente al de una mujer. Se diría qué tontería, o que está haciendo el ridículo, pero no se cuestionaría la validez social de aquel hombre. En cambio, cuando se divulga un vídeo sexual de una mujer se la cuestiona porque de alguna manera se dice que es una fresca, que ha permitido que se captara estas imágenes, que ha sido una imprudente. Y eso puede hacer que haya rupturas de pareja, que esté el rechazo de una comunidad cultural a la que puedes pertenecer porque se considera una conducta inapropiada, que pierdas el trabajo,o que tu crédito profesional de golpe se ponga en duda.

La Fiscalía sostiene que la difusión de imágenes falsas o creadas por Inteligencia Artificial no es delito, que como mucho serían contra el derecho del honor de la persona afectada.
¿Hasta qué punto la importancia se tiene que poner en el hecho de que las imágenes sean reales? Lo que tiene que proteger el Código Penal es la indemnidad de las mujeres en términos genéricos, porque si a ti te ha generado el mismo perjuicio que un vídeo sea artificial o sea verdadero en todo o en parte, tendremos que reflexionar si el Código Penal nos está dando suficiente protección. Y, insisto dentro de la divulgación de contenidos íntimos a veces se hace para|por compañeros de clase, por conocidos del barrio; no necesariamente es el marco de la pareja o de la expareja. Tenemos que afinar y sobre todo, también más allá de la tipología de violencias, estamos saliendo del corsé en que la violencia machista está considerada en el ámbito de la pareja de la expareja. Y poco a poco navegamos como hace el Convenio de Estambul a entender que las violencias machistas son hacia las mujeres por el hecho de ser mujeres.

Si a ti te ha generado el mismo perjuicio que un vídeo sea artificial o sea verdadero, tendremos que reflexionar si el Código Penal nos está dando suficiente protección

¿Quiere añadir alguna cosa más?
Es importante entender que las violencias no son un error o no son solo un abuso, sino que tienen una función social determinada. Si no entendemos la función social e insisto, entendemos qué está preservando esta violencia y qué estatus quo está preservando, es muy difícil entender la violencia y si no lo entendemos, entonces es difícil evaluar, es difícil investigar, es difícil prevenir, es difícil acompañar, es difícil resarcir, compensar o reparar. Y parece una tontería, pero es una cosa que cuesta mucho entender cuándo  tu pregiuntas en la calle si la violencia es una forma de discriminación. No son conceptos que socialmente estén tan arraigados. Y eso lo dicen los convenios internacionales desde finales de los 70. Pero entender que la violencia es una forma de discriminar y, por lo tanto, tiene una utilidad social, eso todavía no ha cuajado en la sociedad.

Entrevista Laia Serra, abogada agresiones sexuales / Foto: Carlos Baglietto
La penalista Laia Serra, en su despacho. / Foto: Carlos Baglietto