"Un hecho determinante que nos ayudó a tomar la decisión fue cuando la doctora nos dijo que si decidíamos sacar adelante el embarazo, habría un médico especializado en llevar a nuestra hija desde el momento en que naciera hasta que muriera", recuerda visiblemente emocionada Ginesta Urbano (Granollers, 1986), una de las muchas mujeres y familias a las que les ha tocado tomar la decisión de si seguir adelante o no con el embarazo de un hijo o hija muy deseado, pero que por problemas médicos, finalmente, decidieron parar. "La decisión, al fin y al cabo, te la pone la vida en frente", relata Urbano, "cuando te dicen que tu hija no tendrá una buena calidad de vida, que quizás no podrá caminar, que no podrá hablar y que la tendrás que enterrar joven... Yo quiero que mi hija esté bien y, si nace, no lo estará". Pero esta primera experiencia que vivió en 2017 con una interrupción legal del embarazo (ILE) no fue la única. Meses más tarde, la situación se repetía, y en el 2018, Urbano conseguía quedarse embarazada y tener con éxito a su hija que ahora tiene tres años.

Cuando pensamos en una interrupción voluntaria del embarazo, tendemos a relacionarlo con aquella mujer que aborta porque no quiere al bebé, pero la realidad nos hace ver que no siempre es así. Por eso, a menudo el duelo gestacional, el duelo perinatal o el duelo neonatal es un duelo incomprendido e invisibilizado, "porque la interrupción del embarazo por motivos médicos está en tierra de nadie", siendo esta una decisión no voluntaria porque, evidentemente, ni ella ni ninguna de las personas que se encuentran en una situación similar, quieren perder a sus hijos. "Muchos no comprenden el luto y el dolor que nos ha tocado vivir, porque consideran que al final estás salvando una vida que será miserable", y añade: "En el momento en que lo mejor que puedo hacer es que muera... ¡Hostia!". [Exclama emocionada con lágrimas en los ojos].
 

Ginesta Urbano en un momento de la entrevista en la playa del Masnou / Foto: Eva Parey

Haciendo memoria, Urbano reconoce que el momento más duro al cual se enfrentó durante todo el proceso no fue el propio parto: "Cuando te dan el alta, llegas a casa y te sientas en el sofá... eso fue lo peor; te viene todo encima". Mientras todo el proceso estaba en marcha, recibía los diagnósticos, valoraba las opciones que tenía, las opiniones que recibía y se movía por inercia, recuerda, "como si lo estuviera viviendo desde fuera". Un momento complejo en el que, a pesar de todo, "al final sales adelante, porque nada es imposible".

Tomar la decisión 'a contracor'

"Hay que poner en una balanza el deseo de ser madre, el afecto a la criatura, con el hecho de pensar en la calidad de vida que tendrá y las condiciones con las que vivirá si llega a nacer", responde Urbano a la pregunta de cómo se llega a tomar una decisión tan importante como la de interrumpir un embarazo por motivos médicos. Una decisión, la de abortar, que agradece profundamente que esté permitida y que sea legal, porque su hija presentaba muchos problemas de salud y los médicos le aseguraban una muerte a corto plazo. "Es una decisión muy personal y nadie te puede influir en decantar la balanza", afirma, y añade que ya es lo bastante duro para los padres como para que haya gente alrededor opinando al respecto.

Con la experiencia y el camino recorrido lleno de vueltas y pendientes que arrastra Urbano, desde hace dos años preside la asociación A Contracor, que, como el mismo nombre indica, se encargan de acompañar y de dar visibilidad a un luto incomprendido y, muy a menudo invisibilizado, de mujeres y familias que, en contra de su voluntad, deciden detener su embarazo centradas sobre todo en las ILE. "Lo que empezó siendo un experimento por un grupo de Facebook, se acabó convirtiendo en una comunidad en la que ya estamos más de 600 mujeres". Muchas de ellas, explica, contactan con la asociación antes de hacer la interrupción y les piden de todo: "Hay mucha información y, a veces, esta no se asimila o quizás da miedo preguntar al profesional de la bata blanca". Una información que es importante transmitir y que se conozca, "porque si sabes lo que te espera o te encontrarás, puedes anticiparte y vas mucho más preparada".

Jizō, el protector de los bebés fallecidos de forma prematura

Urbano pone en valor la tarea que se hace desde los hospitales y centros sanitarios catalanes, pero "no tiene nada que ver conocer a tu hijo en un empapador o en un trapo quirúrgico, que recibirlo con su gorrito, su arrullo o su ropa infantil". Por eso, desde la asociación, se encargaron de hacer unos saquitos Jizō, que entregan a todas las familias que lo deseen para que conozcan a sus hijos de una forma más digna. Una ropa elaborada a partir de una media de sus ecografías y que han puesto por nombre Jizō, en honor a la figura que en la tradición budista representa el encargado de curar y guiar las almas de los niños que no han llegado a nacer o que han muerto de forma prematura.

Urbano sujeta una figura Jizō / Foto: Eva Parey

Con la finalidad de acompañar y dar apoyo a otras mujeres y familias que viven situaciones similares a las que ellas han vivido, la presidenta de A Contracor asegura: "Hablar y poder expresarse de forma libre siendo 100% comprendidas es lo mejor. Cuando te encuentras en un grupo que ha pasado lo mismo que te toca vivir a ti, te sientes más aliviada y menos sola", en unos momentos que son muy duros de asimilar y atravesar. Un acompañamiento que ofrecen desde la asociación de forma totalmente altruista, con dos psicólogas dentro del equipo ―que han vivido situaciones similares― y que se encargan de hacer una primera visita a las mujeres que les consultan o les vienen recomendadas por centros hospitalarios con los que colaboran. "Las familias tienen que conocer sus derechos y los de sus hijos. Nosotros aconsejamos que, antes de decidir, valoren con las informaciones, su situación y su sentir", explica Maria Sàbat, una de las psicólogas que se encarga de este acompañamiento a mujeres que pueden vivir una ILE.

"La pérdida de un hijo deseado de manera abrupta e inesperada tiene un potencial traumático importante", relata la psicóloga especializada en luto y acompañamiento a la muerte, que dice que en el caso de las interrupciones a menudo se añade el estigma social y una mayor culpabilidad a los sentimientos habituales. "Las madres nos relatan que firmar un consentimiento para dar paso a la muerte de sus criaturas, es un acto de amor muy grande hacia sus hijos", siendo esta una decisión muy dolorosa, pero desde la voluntad de cuidar y ofrecer lo mejor para la criatura. "A veces el mejor camino posible es acompañar a tu criatura a morir para ahorrarle sufrimiento, una muerte posterior más dolorosa u otras situaciones complejas que puedan presentar". En el caso de las ILE, afirma a la psicóloga, las mujeres y familias disponen de un tiempo para prepararse física y emocionalmente para la crudeza de lo que vendrá. Un tiempo en el que es esencial sentirse acompañadas y con el soporte de los profesionales sanitarios que trabajan a primera línea con todas ellas.

¿Cómo es el duelo por una ILE?

"Nuestra sociedad todavía vive en un modelo de espaldas a la muerte, como si no existiera y, cuando se da, es mejor no enfrentarla de cara", afirma Sàbat, que dice que, a veces, existe la falsa creencia de que si decides interrumpir tu embarazo, siempre tiene que ser porque no lo deseabas lo suficiente o porque es la decisión cómoda, cuando en realidad para nada es así. "Este es un duelo invisibilizado porque incomoda. Si el aborto libre ya es un tema bastante incómodo para la sociedad, imagínate cuando entramos en los matices de que este aborto se hace totalmente en contra de nuestra voluntad por motivos médicos, por salud mental, por violencia machista...". Hablar abiertamente sería la solución para llegar a una mayor comprensión y poder ofrecer más recursos para acompañar a las familias y mujeres que les toca vivir estas situaciones tan dolorosas.

"Nuestra sociedad todavía vive en un modelo de espaldas a la muerte, como si no existiera". Maria Sàbat, psicóloga experta en el proceso de duelo

 

A Contracor visibilizan los casos de ILE, como la historia de Cristina / Publicación de Instagram de la asociación

Acompañar a las mujeres o familias que pasan por situaciones como la interrupción legal del embarazo (ILE) o la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) es una tarea compleja, en la que la experta ofrece algunas pautas para hacérselo más fácil al entorno en cuestión: no meterles prisa para superar el dolor y volver a la vida normal; no llenar los silencios en vano, la ignorancia o minimizar la pérdida para volver a estar alegres; preguntar cómo se sienten; ofrecerse a escuchar si la persona tiene ganas de expresarse; preguntar si la criatura tenía nombre; respetar los silencios; ofrecerles ayuda de forma proactiva haciendo propuestas concretas y, en definitiva, tener empatía y comprensión para los momentos complicados que les ha tocado vivir. Además, Sàbat añade que "los rituales y los homenajes a estas criaturas ayudan a integrar la pérdida y a darles un lugar en sus vidas". Un hecho que se puede llevar a cabo recogiendo fotografías, huellas, haciendo actos de homenaje, actos de despedida, escribiendo textos, haciendo una caja para llenarla de recuerdos y de objetos personales que se conserven, entre otras opciones.

La psicóloga de la asociación afirma que el luto que se vive en estos casos genera las fases habituales que se pueden vivir en otros lutos similares, pasando por una fase de choque emocional, de negación de lo que está pasando por la imposibilidad de asimilarlo, el sentimiento de rabia, de culpa, la tristeza intensa y prolongada en el tiempo, la asimilación de lo que ha pasado y, finalmente, la integración de la experiencia. "Unas fases que no son lineales ni progresivas, sino que todo el mundo las puede experimentar en órdenes e intensidades diferentes". Sàbat dice que "a la persona que se encuentra en luto le cuesta pedir ayuda y, a menudo, tiene el sentimiento de que no quiere molestar", de aquí que no está de menos tener presentes los consejos que nos ofrecía, para poder transmitir nuestro apoyo y que, como mínimo, la persona en cuestión se pueda sentir mejor a lo largo de este mal trago que le ha tocado vivir.

Incluir a los más pequeños en el proceso de duelo

Para hacer visible y explicar la ILE, Sàbat está acabando de elaborar un cuento que se publicará en breves junto con R. Reyner y con ilustraciones de Georgina Artigas. Con el título de El meu germà el porto al cor (A mi hermano lo llevo en el corazón), abordan las ILE y profundizan en cómo actuar si en la familia hay otros hijos pequeños que les toca vivir de cerca esta situación. A pesar de que de buenas a primeras pueda parecer un poco más costoso de afrontar, como en todo proceso de duelo, se tiene que naturalizar y saber encontrar los momentos para hablar. "Para poder ir aceptando esta realidad es importante cerrar filas, sin excluir del proceso a los hermanos ni a los pequeños de la familia", explican las autoras del cuento, que remarcan lo importante que es explicarles la verdad de manera clara evitando los eufemismos. "Hay que procurar explicarlo en un vocabulario sencillo adaptado a su momento evolutivo, en un sonido cálido y suave", propiciando que se dé en un espacio íntimo y familiar. Las expertas concluyen que no tiene que dar miedo mostrar la tristeza y que es necesario darles la opción de incorporarse a los rituales de despedida, para sentirse integrados en la familia en un momento tan trascendente como puede ser este.

Nadie quiere encontrarse en una situación como esta, que, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2020 murieron de forma prematura en el conjunto del Estado 4,17 bebés por cada mil bebés nacidos. Una cifra que ―a pesar de disminuir a lo largo de los años gracias a los avances en la medicina― sigue poniendo de manifiesto que la muerte prematura está presente y que nos puede tocar a todos de cerca. "A veces, el mejor camino es acompañar a tu criatura a morir para ahorrarle sufrimiento", concluye Sàbat, quien ha pasado por un aborto espontáneo y por una interrupción legal del embarazo, después de ver a crecer su hijo Bruc durante 21 semanas dentro de su cuerpo.