Ya hace un año de la fatídica DANA del 29 de octubre de 2024 que se cobró la vida de 229 personas en el País Valencià, a raíz de una gestión considerada nefasta por parte de la Generalitat Valenciana de Carlos Mazón. Ahora bien, no fue una cosa solo de gestión política, sino también profundamente relacionada con la fase actual del cambio climático... y la realidad es que se vivirán más fenómenos como este en la región, considerada zona cero de la crisis climática. De hecho, fijémonos como hace poco más de dos semanas que la primera gota fría con nombre propio, Alice, golpeó duramente las Terres de l'Ebre. No fue igual que la de ahora hace un año, obviamente, pero sí que fue un recordatorio que hay que tener en cuenta. Es en este contexto que hay expertos que temen más tragedias en los Països Catalans.

"El espacio País Valencià-Balears-Catalunya es de alto riesgo", avisa Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfica Regional y director de la Cátedra de Cambio Climático en la Universitat d'Alacant. En conversación con ElNacional.cat, Olcina explica que "el Mediterráneo tiende a un clima cada vez más extremo" y hace referencia a lo que él llama la trilogía mediterránea: "Sube la temperatura, las lluvias son más irregulares y los eventos extremos (como las danas) se presentan con más frecuencia e intensidad". Por su parte, el catedrático de Geografía Física de la Universitat de Barcelona, Javier Martín Vide, coincide en el pronóstico de que las futuras gotas frías pueden ser más intensas. "No podemos afirmar que tengamos más danas, pero sí que pueden ser más intensas", matiza.

El triángulo Alacant-Eivessa-Ebre

Ambos expertos atendieron a este medio el viernes pasado, el Día Internacional contra el Cambio Climático. Y es que la crisis climática es, precisamente, la clave de todo: de la DANA del País Valencià y de las posibles catástrofes futuras. Si puede haber más fenómenos meteorológicos extremos es por el "combustible" que supone el calor de un Mediterráneo que se ha calentado mucho, según Vide. Y es que, cuanta más evaporación, nubes más densas. "El nuevo escenario climático del Mediterráneo es de más peligrosidad, sobre todo porque estando tan cálido moviliza más energía", afirma el experto de la Universitat de Alacant. Los episodios climáticos violentos son lo que le espera al litoral mediterráneo, y más concretamente al triángulo Alacant-Eivissa-Ebre.

Este triángulo se considera una "región de riesgo", donde históricamente ha habido "una elevada peligrosidad atmosférica, con probabilidad de que tengan lugar eventos extremos de forma frecuente: lluvias, sequías, olas de calor, tormentas, temporales marítimos y ventoleras", de acuerdo con Olcina. ¿Por qué aquí? "La singularidad como región riesgo se da por los relieves muy próximos al mar, la presencia de muchos caudales fluviales normalmente secos (arroyos, barrancos, ramblas...) que, cuando llueve fuerte, recuperan su función hidráulica de forma intensa o torrencial", expone. Al respecto, el experto de la Universitat de Barcelona detalla que este espacio de riesgo queda delimitado al sur por el Cap de la Nau (Xàbia, la Marina Alta), donde se prolongan las sierras béticas por Eivissa y la sierra de Tramuntana (Mallorca); y al norte por el Massís dels Ports, en las Terres de l'Ebre. "El relieve hace de trampolín. (...) El callejón sin salida del golfo de València es donde se acumulan más precipitaciones en 24 horas", comenta.

Más intensidad en poco tiempo

El catedrático de la Universitat de Alacant no olvida que se trata de un "espacio densamente poblado, de población, actividades e infraestructura", hecho que hace que se haya "configurado el espacio País Valencià-Balears-Catalunya como un espacio de alto riesgo". Ahora bien, todo empeora en la fase actual del cambio climático, en la que "la atmósfera está cada vez más cálida y moviliza más energía, y hace que los fenómenos intensos se produzcan de manera frecuente". Todo se entiende mejor si prestamos atención al siguiente detalle: en las últimas décadas no se baten récords de lluvia en 24 horas, sino que son récords de lluvia en una sola hora. "Se está movilizando mucha energía en espacios cortos de tiempo, y esto es lo que hace que esta nueva situación de precipitaciones en el Mediterráneo sea tan peligrosa. Si no has podido avisar con tiempo, una vez que empieza a llover ya no tienes tiempo para desalojar porque viene el agua que se lleva todo lo que encuentra", avisa.

Después de esta advertencia, Olcina no parece optimista con el futuro y prevé que el calentamiento global aún dure unas cuantas décadas más, hasta el punto que se calcula que el indeseado aumento de 1,5 ºC se alcance en la década de 2030 (y el de los dos grados, en la de 2050) —tal como acaba de advertir la ONU—. Vide se imagina cómo será la Catalunya de 2050: "Será un país más cálido. La temperatura aumentará, aunque ya no utilicemos los combustibles fósiles. Y será más seco". De hecho, más allá de las lluvias, el catedrático de la Universitat de Barcelona considera que la principal amenaza actual es el calorsobre todo después de los últimos récords—.

Qué hacer en este contexto

Es clave preguntarse qué podemos hacer en este contexto, una pregunta que muchos otros expertos no se cansan de responder. Por su parte, Olcina reclama políticas de mitigación y de adaptación a la crisis climática, que resume así: "Organizar el territorio con una gran inversión". "Tenemos un territorio muy desorganizado. Se han ocupado espacios inundables y en primera línea de costa, con pérdidas económicas y humanas continuadas", añade. Del mismo modo, hay que educar a la población: "Tenemos que ser conscientes de que vivimos en un escenario de riesgo. La gente tiene que aprender pautas para convivir en este espacio climático".

De manera similar, Vide apuesta por una mejor planificación del territorio y por el reverdecimiento de las ciudades, y pone el ejemplo de Barcelona: "Soy partidario de los ejes verdes. (...) Se tiene que sustituir el suelo duro e impermeable. (...) Hay que reverdecer el Eixample". Por su parte, los ciudadanos deben apostar por el aire acondicionado y los pisos aislados, mientras que los ayuntamientos deben reforzar la red de refugios climáticos. "Y hacen falta equipos que visiten a las personas mayores, que no son conscientes de cuándo se deshidratan", dice. Finalmente, hace falta "cultura del riesgo". "¿Se ha hecho algún simulacro? No, ni en València ni en el Maresme. Hemos aprendido a golpe de tragedia", concluye.
 

Imagen principal: Jorge Olcina y Javier Martín Vide / Cedida