Con el nuevo milenio y el crecimiento auge de las tecnologías, el mundo avanzó y ahora mismo el turismo es uno de los mayores reclamos. Contra más lejano sea ese destino mejor, sino puede parecer que no has salido de tu casa. Uno de los países más visitados en los últimos años es la India. Pero no en todas las zonas está permitido el acceso a los turistas ni a cualquier nativo. Hay algunas zonas en las que aún se encuentran tribus que se han quedado con las mismas reglas que nuestros antepasados.

En Benarés, una ciudad que impacta por su atmósfera de espiritualidad y misticismo, se encuentra una tribu hinduista, los caníbales reales de la India, el principal hogar de los Aghori, con unas prácticas poco ortodoxas.
Los aghori se encuentran en algunas zonas de la India, Nepal y el sudeste asiático. El significado de aghori es “no aterrador”. Son conocidos por las oscuras prácticas que llevan a cabo para alcanzar la máxima espiritualidad. Su nombre proviene del siglo XVIII y su base radica en los Kapalikas, una antigua secta que practicaba sacrificios humanos y que, por suerte, a día de hoy está completamente desaparecida.
Ellos creen que el cadáver es solo carne, ya que el alma ha abandonado el cuerpo
Sus prácticas religiosas son extremas. Veneran al dios Shiva en su forma de Bhairava, que representa la destrucción, y también a la diosa Kali, la diosa protectora de los crematorios. Muchos de ellos provienen de las castas más bajas de la India.
Ellos buscan la belleza en todo lo que nos rodean, huyen del bien y del mal. Rompen con todos los miedos de la sociedad. Se les tema por una de sus prácticas, el necro canabalismo. Para su religión, cuando un cuerpo muere, el alma le abandona y en la tierra solo queda un trozo de carne. Por ello, para rechazar el miedo a la muerte y alcanzar la máxima espiritualidad, los Aghori se alimentan con la carne de los muertos que son arrojados a las aguas del río Ganges.
Con aquellos cuerpos que han sido quemados, los Aghori frotan las cenizas por todo su cuerpo. También se hacen collares o pulseras con los huesos de los muertos. Incluso utilizan los cráneos para comer, como platos.