El periodista Antonio Pelayo, sacerdote y decano de los vaticanistas, una de las personas mejor informadas de todo lo que ocurre en la Santa Sede, se ha convertido en noticia tras haber sido denunciado por acoso sexual. Pelayo, de 81 años, conocido por ser corresponsal de Antena 3 en Roma, ha sido acusado por un hombre de 40 años, también periodista, de haber intentado forzarlo para mantener una relación íntima no consentida después de invitarlo a cenar en su domicilio, en el centro de la ciudad. La noticia, desvelada por el rotativo italiano Il Corriere della Sera, supone un golpe para este periodista de gran prestigio entre los informadores del Vaticano, tras décadas informando desde Roma de todo lo que se cuece en la Santa Sede, incluidos los funerales de cinco papas (Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI, y Francisco) y todos los cónclaves en los que han sido elegidos sus sucesores, como el último en el que fue elegido León XIV el pasado mes de mayo. Pelayo, que también ejercía como asesor de la embajada de España ante la Santa Sede, se encuentra actualmente en situación de imputado después de que la Fiscalía de Roma haya cerrado la investigación preliminar y presentado cargo por agresión sexual.

Pelayo (Valladolid, 1944) se enfrenta a la denuncia por presunta agresión sexual y la Fiscalía de Roma ha elevado cargos contra el popular informador por un presunto intento de contacto íntimo no consentido con otro profesional de la información radicado en Italia. Los hechos habrían pasado un mes después de la muerte del papa Francisco -que le afectó especialmente, como mostró en varias crónicas- y del cónclave por su sucesión. Según lo que ha trascendido, el periodista español y el informador que le ha denunciado se habrían conocido a raíz de sus actividades profesionales y empezaron una relación una amistad, y según han informado Il Corriere della Sera y La República, que tuvieron acceso a la denuncia, ambos compartían el gusto por el arte y una pasión común por el artista Salvador Dalí. La relación empezó siendo profesional, con intercambio de mensajes, conversaciones sobre los comunicados del Vaticano, y pasó a ser una amistad que dio pie a una cita en casa del corresponsal de manera natural.

Según consta en la denuncia, el incidente de agresión sexual habría tenido lugar el 23 de mayo, durante un segundo encuentro en el domicilio de Pelayo, en el centro histórico de Roma. Según el relato del periodista, durante la velada el sacerdote le ofreció whisky y él declinó la propuesta. Poco después, Pelayo “intentó excederse” con un acercamiento físico repentino que fue rechazado con firmeza y que generó una situación tensa. Ante la insistencia del sacerdote, con una actitud más agresiva, el joven periodista se vio forzado a marcharse inmediatamente de la casa, sobre las ocho y media de la noche. Al día siguiente, la víctima recibió varias llamadas del sacerdote, aunque no respondió a ninguna, afirma en la declaración. Esta actitud sin su consentimiento llevó al denunciante a presentar, cinco días después, una denuncia de lo que había pasado en una comisaría romana. Según las informaciones, el denunciante se sintió tan afectado que tomó la decisión de abandonar Roma y trasladarse a vivir a otra ciudad por miedo a encontrarse de nuevo con el acusado y ante las insistencias de Pelayo de contactar con él. 

En la causa consta que el sacerdote habría enviado mensajes de disculpa al periodista presuntamente acosado, incluyendo la frase “lo siento mucho, no te quería molestar”. Estos mensajes, junto con los testimonios de personas informadas de los hechos, forman parte del expediente de la investigación preliminar. Después de cinco meses de investigación, la fiscalía ha cerrado la fase de instrucción y ha acusado formalmente a Pelayo, y ahora deberá decidir, en las semanas venideras, si solicita la apertura del juicio oral contra el veterano sacerdote o si presenta una solicitud de archivo del caso.