"Desde que ha estallado la guerra, la gente trata de hablar en ucraniano porque el ruso nos suena a fascismo". Hablar ucraniano en Ucrania ha empezado ya a representar un gesto político y de resistencia contra la invasión rusa. Eso es lo que explica Oksana, una refugiada de la guerra de Putin que ha empezado a dar clases de catalán en Barcelona. Dice que son muchos los paralelismos que detecta en las relaciones catalán-castellano y ucraniano-ruso. "Hay palabras que se parecen mucho, otras que son completamente diferentes... Con mi familia hablo en ucraniano y a veces tengo la manía de dirigirme en ruso a los desconocidos; pero ya no hay ucranianos que hagan eso desde el pasado 21 de febrero", detalla. Oksana, que emprendió su viaje hacia la Europa occidental en el momento que las bombas empezaron a caer a su ciudad, Kyiv, se ha instalado en la capital catalana porque vive allí su hermana, que está casada con un catalán. "También hago clases de castellano", admite, y afirma que estudia las dos lenguas "para comunicarme mejor con mis familiares y también para encontrar trabajo".

Oksana es alumna de Ucracat, un proyecto impulsado por la Asociación de Amistad de Ucrania y Catalunya. Consiste en ofrecer cursos gratuitos de catalán a refugiados ucranianos. También es alumno Sergíi, un joven de Khàrkhiv que se dirigió hacia Barcelona cuando empezó a olerse cuáles eran las intenciones del Kremlin. Ya hace unos cuantos años que se pasea por Occidente. Ha vivido en Dinamarca y ahora en la capital catalana, donde trabaja como ingeniero. "Cuando vives en la Unión Europea te encomiendas del pensamiento europeo y te niegas a creer que Rusia iniciará la guerra, pero los más veteranos que viven en Ucrania ya nos avisaban de que la invasión era posible", explica en declaraciones a ElNacional.cat. Detalla, también, que hasta hace poco daba clases de castellano; las dejó con la misma inmediatez que Rusia puso en marcha la invasión: "Tenía la cabeza en otro sitio y no podía seguir las clases, pero ahora esta asociación me ha hecho la propuesta de las clases gratuitas de catalán y me he animado".

Un proyecto solidario

"En el momento que vimos que llegaban refugiados a Catalunya, con unos amigos pensamos que la gente tenía que tener la oportunidad de comunicarse", manifiesta en declaraciones en este diario Andríi Batinchik, presidente de la Asociación de Amistad de Ucrania y Catalunya. Asegura que los miembros de esta plataforma entendieron desde un primer momento que era imprescindible aprender la lengua propia de este país si querían hacer vida, y desde entonces empezaron a ponerse en contacto con profesores. Se trata de profesores que enseñan la lengua de manera altruista, sin cobrar nada. Y se trata de una asociación solidaria que desde el primer momento ha tratado de echar una mano a personas que huyen del terror. "Mi padre ha conseguido refugiarse con mi hermano en Suiza, pero los rusos bombardearon zonas residenciales como la suya", relata también en Sergíi.

Batinchik, por su parte, asegura que "el castellano no es más útil que el catalán en Catalunya" y añade que la asociación no dudó ni un momento de que el más adecuado para los refugiados que viven en Catalunya era enseñarlos catalán y no castellano. De hecho, él es un ucraniano que cuando llegó a Catalunya la primera lengua que aprendió fue la catalana. "El catalán tiene que ser la primera lengua de acogida", afirma en declaraciones a este medio.

Más mujeres que hombres

Las clases de catalán de Ucracat se dan en la Universitat de Barcelona y en el Centre Cívic de Drassanes. Y tanto en un lugar como el otro se ve con claridad que hay más mujeres que hombres apuntadas a estos cursos de lengua catalana. Así también lo confirma a ElNacional.cat uno de sus profesores, Arnau Barios, que concreta que acostumbran a tener una edad de entre 30 y 50 años. Pero es la única cosa que sabe sobre sus alumnos: "No tengo ni idea si todos mis alumnos son refugiados o no; no lo pregunto y me dedico solo a enseñarles catalán".