Brasil es uno de los países más afectados por el coronavirus. Se han registrado más de 3,86 millones de contagios y 121 mil muertos y se habría convertido en un campo de pruebas de vacunas contra el virus. Hoy por hoy, se están probando dos de las vacunas que se encuentran en una fase más avanzada contra la infección: la de la Universidad de Oxford con la farmacéutica AstraZeneca y la de la empresa china Sinovac. Las otras dos, la de la farmacéutica Johnson & Johnson y Pfizer, justo acaban de recibir la aprobación de las autoridades para empezar los ensayos.

Así, las autoridades del país también esperan que sus ciudadanos pueda estar entre los primeros al ser vacunados. ¿Pero por qué es habla de Brasil como el 'laboratorio perfecto' para testar las vacunas? El doctor Jon Andrus, experto en epidemiología e inmunización de la Universidad George Washington, en los EE.UU., señalaba a la BBC Mundo que las altas tasas de transmisión comunitaria es uno de los principales criterios para poder probar una vacuna. Pero no es la única. "Se necesita una situación con suficiente prevalencia de una enfermedad para poder probar la eficacia de una vacuna y si esta funcionará".

Además, explicaba en el mismo portal que en Brasil "hay una tormenta casi perfecta para los ensayos porque además de la alta prevalencia, el país tiene una larga historia de excelencia en salud pública, con instituciones de investigación reconocidas a nivel mundial como Fiocruz, en Río de Janeiro, que durante décadas han estado haciendo trabajos de investigación".

De hecho, en Brasil está la planta de Bio-Manguinhos, que pertenece a Friocruz, uno de los centros de producción de vacunas mayores de la América Latina. Allí se procesan millones de dosis de vacunas contra la fiebre amarilla, la tuberculosis y el sarampión. Además, el Instituto Butantan es actualmente el principal productor de vacunas contra la influencia o gripe del hemisferio sur, con una capacidad para producir 100 millones de dosis. En declaraciones en la misma BBC, Cristina Toscano explicaba que el país hace muchos años que ha hecho un esfuerzo estratégico con el fin de llegar a ser autosuficiente en la producción de vacunas. "Desde hace tres décadas los diversos gobierno han reforzado e invertido en la capacidad nacional pública", detallaba. De manera que la mayoría de laboratorios de producción de vacunas están financiados con dinero público.

¿Qué determina el éxito de las vacunas?

La mayoría de los expertos coinciden con el hecho de que una vacuna infectiva es peor que ninguna. Precisamente por este hecho, los científicos remarcan la importancia de superar todas las fases con éxito. La fase tres de una vacuna sirve para determinar la eficacia y seguridad. Precisamente por este motivo, la vacuna rusa ha generado tantas dudas, porque no ha sido testada a miles de personas como se tendría que hacer, según coinciden los expertos. En otro artículo de la BBC, los expertos detallan que es "crucial que (la vacuna) supere la fase 3 antes de ser distribuida".

"De esta manera se obtiene más información sobre la seguridad al mismo tiempo que se consiguen más datos sobre la capacidad real para proteger contra la enfermedad", explica Ian Jones, profesor de Virología de la Universidad de Reading, en el Reino Unido. Una vacuna "hasta que no la pruebas en un grupo más importante de personas no sabes si generará una respuesta inmune suficientemente buena por proteger contra la enfermedad" y además, si no protege "se corre el riesgo de dar falsas esperanzas a la gente y que continúe la circulación del virus".

Las fases que tienen que superar las vacunas

El epidemiólogo Gideon Meyerowitz-Katz señalaba hace unas semanas escribía en un artículo de opinión en el The Guardian que hay hasta cuatro fases. En una primera fase, la vacuna se administra a un pequeño grupo de personas en diferentes dosis para ver cuál es segura. En una segunda fase son un poco mayores, con grupos de centenares de personas y se hacen controles para asegurarse de que se está desencadenando una respuesta inmunitaria y también para comprobar si hay efectos secundarios.

Los ensayos de fase tres son los estudios más importantes antes de la obtención de licencia, por eso normalmente se habla de tres fases a la hora de testar una vacuna. De hecho, los de la tercera fase son los que prueban si una vacuna funciona o no. Asignan personas al azar en dos grupos, vacuna y placebo. Y los hacen un seguimiento durante meses para ver si las personas que han recibido la vacuna se infectan menos que las que no. Esta fase es la mayor, y participan decenas de miles de personas. Meyerowitz-Katz detalla al artículo que precisamente eso es lo que permite buscar los efectos secundarios.

Los ensayos de fase cuatro, posteriores a la obtención de la licencia, verifican si la vacuna causa problemas o patologías extrañas. Es posible que algún caso concreto de rareza no se llegue a detectar hasta el "paciente" 1.000.000. Es precisamente por eso que es tan importante, detallan los expertos, respetar todas las fases.