Para la mayor parte de los seres humanos, la gripe es una enfermedad que no causa apenas problemas, más allá de las típicas molestias que le acompañan durante los días que dura: entre 3 y 7 días. Sin embargo, en algunas personas puede suponer una complicación importante que puede poner en riesgo su salud de forma grave.

En estos casos es aconsejable ponerse cada año la vacuna de la gripe. Todas las temporadas se crea una nueva vacuna en función del tipo de virus que predomina, que suele mutar de forma periódica. Protege de tres variantes del virus según la estimación que realizan los científicos al valorar las que se espera que tengan más prevalencia cada año.

Los tipos de virus más comunes de la gripe son el A, B y C, de los cuáles el A es el más complicado. La vacuna se suele poner entre septiembre, octubre y noviembre en toda Europa. Es intramuscular y se administra generalmente en la zona del hombro, sobre el músculo deltoides.

Vacuna hombro

La vacuna de la gripe está recomendada principalmente a las siguientes personas que forman parte de la población de riesgo; es decir, que pueden sufrir complicaciones en caso de padecerla.

  • Personas mayores, preferentemente a partir de los 65 años de edad.
  • Personas entre los 6 meses y los 65 años de edad que presentan un alto riesgo de complicaciones derivadas de la gripe. Por ejemplo, aquellas que padezcan enfermedades crónicas cardiovasculares (excluyendo hipertensión arterial aislada), neurológicas o respiratorias, incluyendo displasia bronco-pulmonar, fibrosis quística y asma, diabetes tipo 2, obesidad, enfermedades renales, fumadores…
  • Personas que pueden transmitir la gripe a aquellas que tienen un alto riesgo de presentar complicaciones.
  • Otros grupos en los que se recomienda la vacunación, como cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, con dependencia nacional, autonómica o local, bomberos, etc.

Toda la información al respecto se puede consultar en este enlace.

Con la vacuna, se adquiere protección aproximadamente 2 semanas después de recibir la inmunización. Generalmente no se producen efectos secundarios, más allá de un ligero dolor o, si acaso, un poco de fiebre durante algunos días. También se puede producir alguna reacción alérgica, pero no es muy común. Aun así, aquellas personas que hayan tenido una reacción moderada o severa después de la administración de la vacuna no deben volver a ponérsela y, en todo caso, consultar con el médico.

Griposa

Para evitar el contagio, según el Ministerio de Sanidad, además de la vacunación, se recomiendan las siguientes medidas.

  • Taparse la boca al toser o al estornudar, preferiblemente con pañuelos desechables.
  • Lavarse con frecuencia las manos, sobre todo después de haber tosido o estornudado.
  • Procurar no reutilizar los pañuelos empleados al estornudar o al limpiar las secreciones nasales.
  • Limitar el contacto, en la medida de lo posible, con otras personas si se tiene malestar, fiebre u otros síntomas gripales para evitar contagiarlas.
  • Evitar el contacto con personas enfermas para evitar que nos contagien.