La lentitud mental o niebla cerebral es una condición por la que una persona tiene verdaderas dificultades para concentrarse, tomar decisiones, recordar cosas… A veces es consecuencia de determinadas enfermedades, como la fibromialgia, y en otras no se sabe con certeza por qué se produce. Un equipo de científicos de la Universidad de Birmingham, en colaboración con la Universidad de Amsterdam, ha arrojado algo de luz al respecto tras poner en marcha una investigación en la que se analizó la relación entre esta niebla cerebral y la inflamación crónica, entendida como una inflamación de los tejidos que se provoca en el cuerpo como respuesta a una patología y que no desaparece.

Pues bien, en este estudio, que ha sido publicado en la revista Neuroimage, se demuestra que la inflamación crónica parece tener un impacto negativo particular en la preparación del cerebro para alcanzar y mantener un estado de alerta.

Lo cierto es que desde la comunidad científica ya se sospechaba de este vínculo entre la inflamación y la cognición, pero no se había logrado obtener evidencias significativas al respecto, ni la relación causa-efecto. Por ejemplo, las personas que viven con una afección médica o sufren de obesidad suelen desarrollar un cierto deterioro cognitivo, pero es difícil saber si eso se debe a la inflamación asociada con estas afecciones o si hay otras razones.

Hombre llorando

El estudio

 

Esta investigación ha identificado un proceso crítico específico dentro del cerebro que se ve claramente afectado cuando hay inflamación presente. El estudio se centró específicamente en un área del cerebro que es responsable de la atención visual. Para llevarla a cabo se reclutó a un grupo de 20 jóvenes voluntarios que participaron y recibieron una vacuna contra la fiebre tifoidea de salmonella que causa inflamación temporal pero tiene pocos otros efectos secundarios.

Se evaluaron las respuestas cognitivas mediante una prueba que tomaba imágenes del cerebro unas horas después de la inyección para poder medir su capacidad de controlar la atención. Se midió la actividad cerebral mientras realizaban las pruebas de atención. Después, otro día distinto, se les administró un placebo y realizaron las mismas pruebas, de tal manera que no sabían qué inyección habían recibido. Su estado de inflamación se midió analizando la sangre extraída cada día.

Las pruebas utilizadas en el estudio evaluaron tres procesos de atención separados, cada uno de los cuales involucra distintas partes del cerebro. Estos procesos son: “alerta” que implica alcanzar y mantener un estado de alerta; “orientar” que implica seleccionar y priorizar información sensorial útil; y el “control ejecutivo” que conlleva escoger a qué prestar atención cuando la información disponible es conflictiva. Los resultados mostraron que la inflamación afectaba específicamente la actividad cerebral relacionada con mantenerse alerta, mientras que los otros procesos de atención parecían no verse afectados por ella.

Confusa

La investigación es un gran paso adelante en la comprensión de los vínculos entre la salud física, cognitiva y mental y las consecuencias que tienen determinadas enfermedades, aunque parezcan leves, en nuestro cerebro.  Incluso pacientes con enfermedades asociadas con la inflamación crónica, como la obesidad, la enfermedad renal o el Alzheimer, podrían beneficiarse de tomar medicamentos antiinflamatorios para ayudar a preservar o mejorar la función cognitiva. Ahora, el siguiente paso, es evaluar los efectos de la inflamación en otras áreas de la función cerebral, como la memoria.