La menopausia es una etapa de la mujer muy importante, en la que se suele vivir una tormenta de emociones. Por un lado, acaba la etapa reproductiva de la mujer como tal y además, conlleva una serie de síntomas que pueden alterar mucho el estado de ánimo. Pero también es cierto que muchos de ellos se pueden tratar para paliarlos y que no condicionen estos años de la vida de una mujer.

Porque también puede ser una etapa muy buena, con los hijos ya mayores, en plenitud de facultades mentales y con mucho más tiempo de dedicación personal que antes. Por eso, todas esas molestias no tienen que por qué ser aceptadas con normalidad y se pueden poner soluciones. Estas son algunas de ellas.

Sofocos

Son uno de los clásicos de la menopausia, que también se producen por los cambios hormonales. Pueden resultar muy molestas, pues implican una sensación de calor repentino que se extiende por el cuerpo y afecta principalmente a la parte superior del cuerpo y la cara. Pueden durar unos segundos o hasta varios minutos y son muy comunes por la noche, por lo que a veces afectan mucho al sueño. En los casos más graves, se puede considerar una terapia hormonal en dosis muy bajas. También pueden ayudar algunos antidepresivos a detener los sofocos o reducir su intensidad. En todo caso, es necesario hablar con el médico.

Sofoco

Los sofocos son uno de los síntomas más habituales de la menopausia pero se les puede poner remedio en algunos casos

Dolor en las relaciones sexuales

El dolor a la hora de practicar el acto sexual se conoce como dispareunia. Durante la menopausia, al descender los niveles hormonales, se puede ver afectada la lubricación y las paredes de la vagina se estrechan, por eso el sexo puede resultar más molesto. Incluso se puede producir una sensación de ardor que dura horas después de la penetración. Pero hay soluciones. Desde el uso de lubricante vaginal hasta operaciones por láser que mejoran esta condición.

Cambios de humor

Los cambios hormonales también pueden afectar al estado de ánimo y es común durante esta etapa sentir irritabilidad, fatiga o tristeza. En estos casos, lo mejor es hacer un cambio en el estilo de vida que ayude a afrontar mejor y con más energía estos años. Tener una buena higiene del sueño es fundamental, así como hacer ejercicio de forma regular, salir a la calle y relacionarse con otras personas, reducir el estrés practicando algún tipo de actividad relajante y llevando a cabo una dieta equilibrada.

Insomnio

Bien sea por los sofocos o por la ansiedad y los cambios de humor, en la menopausia no es infrecuente sufrir insomnio. Los niveles más bajos de la hormona progesterona también pueden afectar. En los casos más importantes, se puede requerir de medicación. En otros casos basta con evitar las siestas, no tomar bebidas con cafeína, comer poco antes de acostarse, limitar el tiempo frente a la pantalla por la noche y darse un baño relajante antes de dormir.

Insomnio

El insomnio provocado por la llegada de la menopausia puede combatirse con una serie de cambios de hábito

Incontinencia urinaria

La disminución de estrógenos durante la menopausia puede debilitar la uretra y se pueden producir pérdidas de orina al estornudar, reír o toser. En estos casos se recomienda hacer diariamente los ejercicios de Kegel, para fortalecer los músculos del piso pélvico.

Primero se deben localizar los músculos con los que se debe trabajar. Para hacerlo, hay que detener el flujo de la orina mientras se está miccionando. Una vez localizado este músculo, se pueden practicar de diversas formas. Una de las más cómodas es recostarse sobre la espalda hasta tener la sensación de que se ha contraído el suelo pélvico. Pero también se pueden hacer de pie o sentado. Cuando se tenga la posición, hay que contraer el músculo que hemos localizado al miccionar entre 3 a 5 segundos.