El glaucoma es una enfermedad del ojo que produce un aumento de la presión del líquido dentro del mismo. El problema es que, si no se trata adecuadamente, puede provocar la ceguera del que lo padece. Es relativamente común, especialmente en las personas mayores, porque la edad y los problemas de tiroides aumentan el riesgo de padecerlo. Pero… ¿qué síntomas deberían alertarnos de su presencia?

En primer lugar es necesario distinguir entre dos tipos de glaucoma, el de ángulo abierto y de ángulo cerrado. El de ángulo abierto es el más común, representa al menos el 90% de todos los casos y está provocado por la obstrucción de los canales de drenaje del ojo, lo que provoca un aumento de la presión. Se desarrolla de forma lenta y al principio puede no advertirse. La visión periférica se pierde gradualmente, casi siempre en ambos ojos. En etapas avanzadas, produce visión de túnel. Al principio, se puede experimentar, por ejemplo, cierta torpeza al bajar escaleras o dificultades para reconocer obstáculos que quedan a los lados. Pero incluso esto se puede achacar a otros motivos y pasar desapercibido. Son factores de riesgo el hecho de padecer hipertensión ocular, tener antecedentes familiares, tener mucha miopía o sufrir enfermedades como la diabetes, hipertensión arterial, migrañas o enfermedades reumatológicas.

Prueba oculista

Por su parte, el glaucoma de ángulo cerrado se produce cuando la salida del humor acuoso, el líquido que produce el ojo, está obstruida. Provoca síntomas más claros que el de ángulo cerrado. Se suele presentar dolor en los ojos, generalmente severo, visión borrosa, náuseas y vómitos. Algo que nos debe hacer sospechar de su presencia es el hecho de que las luces parecen tener un brillo extra, similar a un halo a su alrededor. También, un problema de visión repentino e inesperado, especialmente cuando la iluminación es deficiente, puede ser un síntoma de su aparición.

El tratamiento suele ser vía fármacos o con cirugía. Los medicamentos reductores de presión se administran de inmediato, pero si no se producen efectos, se realiza una intervención. El objetivo de la cirugía generalmente es reducir la presión dentro del ojo. Se puede hacer mediante un rayo láser para desbloquear los canales de drenaje obstruidos, o en algunos casos con implante de drenaje, sobre todo en niños o personas con glaucoma de ángulo cerrado.

El mayor problema es que no se conoce una forma de prevenir el glaucoma, por eso es tan importante detectarlo temprano, porque así puede tratarse de manera más efectiva y la pérdida de visión puede minimizarse. Debido a que, a menudo no hay síntomas, es importante que se revisen los ojos regularmente; especialmente para personas con mayor riesgo. 

Optometrista

Por lo tanto, las personas mayores y aquellos que padezcan factores de riesgo, como hipertensión o diabetes, deberían hacerse la prueba cada año o dos después de los 35 años. También deberían estar alertas aquellos pacientes que tomen corticoides a largo plazo, sobre todo aquellos que se aplican con gotas en los ojos. Nunca está de más hacerse una revisión, aunque no se haya presentado ningún signo de alerta.