Los últimos estudios

Hace escasos días, la revista Menopause de la Sociedad Norteamericana de la Menopausia, incluyó en sus páginas un estudio llevado a cabo por diferentes universidades y clínicas canadienses, en el que se concluía que la terapia cognitivo-conductual puede resultar muy eficaz para, además de aliviar los sofocos, controlar los síntomas de la menopausia como la depresión, los trastornos del sueño y las preocupaciones sexuales. La investigación se realizó en 71 mujeres y los beneficios se extendieron hasta tres meses después del tratamiento.

Durante este pasado mes de mayo, la Universidad de Exeter en el Reino Unido, publicaba también un trabajo en el que se concluía que la terapia cognitivo-conductual produce efectos muy beneficiosos en la salud de niños y jóvenes con enfermedades crónicas como la enfermedad inflamatoria intestinal, el dolor crónico o la epilepsia. La investigación es importante, pues se calcula que en Inglaterra el 23% de los alumnos de la escuela padecen alguna patología de este tipo y sufren cuatro veces más probabilidad de experimentar ansiedad, depresión y otros problemas de salud mental que aquellos que están físicamente sanos.

También en el mes de mayo, se publicó una revisión sistemática y un metaanálisis llevado a cabo en Universidad de Changsha en China por el cual se comprobó que este tipo de terapia puede tratar con éxito los síntomas físicos de la psoriasis. Y no son los únicos. Cada poco se recogen trabajos en los que se ponen de manifiesto los beneficios de esta terapia. Pero... ¿en qué consiste?

¿Qué es la terapia cognitivo-conductual?

Según recoge el Royal College of Psychiatrists, la terapia cognitivo-conductual es un tipo de psicoterapia que se enfoca hacia el pensamiento y la conducta. El objetivo es que el paciente entienda cómo piensa acerca de sí mismo, de otras personas y del mundo que le rodea, y cómo lo que hace afecta a sus pensamientos y sentimientos.

Cambiando la forma en la que se piensa, se puede cambiar la manera de actuar centrándose en los problemas y dificultades del presente y no tanto en las causas del pasado. Ha demostrado su eficacia en los tratamientos de ansiedad, depresión, pánico, agorafobia, fobias sociales, bulimia, trastorno obsesivo compulsivo, esquizofrenia y trastorno del estrés postraumático.

Las terapias se enfocan en entender problemas complejos desglosándolos en partes más pequeñas para entender cómo están conectadas entre sí y qué efectos tienen. La intención es romper el círculo vicioso de pensamientos, sentimientos y comportamientos negativos y proporcionar al paciente las habilidades necesarias para elaborar su propia forma de afrontar los problemas.