Hace unos días, la actriz americana Alyssa Milano, difundió un vídeo a través de sus redes sociales en el que contaba que había padecido la Covid-19 y que, una vez recuperada, uno de los efectos que había sufrido es la caída de su cabello. En concreto, mostraba cómo se peinaba y en el cepillo quedaban mechones de pelo, a la vez que pedía a sus seguidores que fueran responsables con el uso de la mascarilla.

Al parecer la actriz dio muestras de la enfermedad en abril y hace escasas semanas en un análisis dio positivo por anticuerpos contra el coronavirus. Lo cierto es que la pérdida de cabello no estaba incluida en la mayoría de estudios sobre los síntomas de la COVID-19, pero al parecer sí que existe evidencia de que puede ser un efecto a largo plazo de la enfermedad. 

Tras la confesión de Milano, cientos de personas a través de las redes sociales han confirmado que después de haber superado la enfermedad también han padecido esta misma circunstancia, al igual que otros síntomas adicionales. Uno de los aspectos más llamativos de esta enfermedad es que un porcentaje de los pacientes siguen mostrando algunas consecuencias de la enfermedad tiempo después de haber superado la infección.

Aunque todavía hacen falta más estudios, desde algunos centros dedicados a la dermatología sí que están llamando la atención sobre esta cuestión. En Nueva York, por ejemplo, el Manhattan Dermatology & Cosmetic Surgery, ha informado de un aumento del 25% aproximadamente de pérdida de cabello en los pacientes aproximadamente 6 semanas después del inicio de los contagios.

A falta de una mayor evidencia, los expertos creen que este síntoma más allá de ser una consecuencia directa del virus, que todavía no se ha podido demostrar, tiene que ver con el estrés físico y emocional que acompaña a un caso de Covid-19 y que puede provocar un trastorno que se conoce como efluvio telógeno.

Un episodio que se suele producir unas semanas después de que una persona atraviese una situación médica estresante, como una angustia emocional importante o una cirugía mayor. Al parecer se produce un cambio por la que el cabello de una persona pasa a la fase telógena, o fase de reposo, del ciclo de crecimiento del cabello, que produce la pérdida de cabello. 

Zona sin pelo

El efluvio telógeno provoca que el pelo pase a fase de reposo

El efluvio telógeno inducido por estrés, generalmente se diagnostica mediante el proceso de eliminación de otras posibles causas de pérdida de cabello, como puede ser un problema de tiroides o una deficiencia nutricional, los cuales también pueden causar pérdida de cabello. Si generalmente una persona suele perder una media de 100 cabellos por día, cuando se produce el efluvio telógeno esta cantidad puede llegar a 300 diarios durante un máximo de 6 meses.

Normalmente se trata de una afección de carácter temporal, aunque tiene que pasar un tiempo hasta que finalmente el cabello vuelva a crecer y adquiera un volumen similar al que tenía antes de iniciarse la caída. Ronda en torno a los seis meses o un año. En principio, los suplementos no son de gran ayuda en este caso, y los expertos abogan por llevar unos hábitos de vida saludables y equilibrados con una buena alimentación y unos patrones adecuados de sueño y descanso.