El bisfenol A (BPA) es una sustancia química que durante años se ha utilizado masivamente en la producción de plástico. En el ámbito doméstico, fue usado para la fabricación de materiales de uso común, y en contacto con alimentos, como biberones, vajillas, utensilios de horno y microondas, envases de alimentos, botellas de agua, leche y otras bebidas, equipos de procesamiento y tuberías de agua, además de tickets de los supermercados. También en latas de alimentos y bebidas, y revestimiento de las tapas metálicas de jarras y botellas de vidrio, incluidos los envases de las preparaciones para lactantes. Es decir, su uso provoca la exposición de los consumidores a la sustancia a través de la alimentación.

Cubiertos

Cómo afecta a la salud

Tal y como explica la Organización Mundial de la Salud, se ha investigado exhaustivamente una serie de efectos del BPA en animales, y entre los órganos afectados identificados figuran el intestino, el hígado y los riñones. Aunque los efectos más preocupantes fueron los relacionados con la actividad hormonal del BPA y los efectos potencialmente conexos en el desarrollo físico, neurológico y conductual, puesto que esta sustancia actúa como un estrógeno débil.

Con carácter general el BPA está permitido en los materiales en contacto con los alimentos en toda la UE en muy bajas dosis, aunque en el caso de los biberones se prohibió su empleo. Pero la mala fama que adquirió para los consumidores provocó que muchas empresas fabricantes de los productos elaborados con BPA decidieran sustituir este material por otro. De hecho se ha constituido como una estrategia de marketing bajo el logo BPA free (libre de BPA).

¿Son seguros los plásticos sin BPA?

Pues según un nuevo estudio, los productos químicos que reemplazan esta sustancia también pueden ser motivo de preocupación. La investigación se ha llevado a cabo en Estados Unidos y se ha centrado en la exposición por parte de los niños a dos productos químicos comunes utilizados en lugar del BPA, llamados bisfenol S (BPS) y bisfenol F (BPF). Las conclusiones, publicadas en el Journal of the Endocrine Society, apuntan a que la exposición a estas sustancias están relacionadas con un mayor riesgo de obesidad.

Los científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York que han realizado el estudio subrayan que estos productos químicos alteran la función hormonal del organismo, lo que produce efectos sobre la salud de las personas.

Botellas

En total, se recopiló información de más de 1.800 niños y adolescentes estadounidenses de 6 a 19 años, que participaron en una encuesta nacional de salud de 2013 a 2016. Los participantes se sometieron a un examen físico que incluía un análisis de orina. Los expertos comprobaron los niveles de BPA, BPS y BPF y se encontró que el 97% de los participantes tenían niveles detectables de BPA, el 88% presentaban niveles de BPS y el 55% tenía niveles detectables de BPF. Los niños con altos niveles de BPS en sus muestras tenían más probabilidades de ser obesos, según lo determinado por su índice de masa corporal (IMC), en comparación con los niños que tenían niveles más bajos.

Es decir, los productos libres de BPA no parecen garantizar que no se produzcan efectos similares a los que produce esta sustancia. Un hecho que preocupa a la comunidad científica después de la labor de pedagogía que hace unos años hubo que realizar hasta conseguir la prohibición del BPA en algunos productos de uso infantil.