Una piel es grasa cuando posee una acumulación excesiva de sebo, es decir, cuando las glándulas sebáceas que posee nuestra dermis producen más grasa de lo normal. Las causas pueden ser múltiples: desde genéticas y hereditarias hasta emocionales, hormonales o ambientales.

Un hombre o una mujer pueden desarrollar una piel grasa debido a un desarreglo hormonal, a una mala alimentación rica en grasas saturadas y pobre en alimentos frescos, a un clima excesivamente cálido o al uso excesivo de lociones con alcohol en la piel o jabones irritantes. O también puede haberla heredado de algún familiar.

Piel blanco negro

Para identificarla, lo mejor es colocarse frente a un espejo y observar el rostro. ¿Los poros están dilatados? ¿Hay zonas con brillo, especialmente en la frente, la nariz y la barbilla? ¿Existen numerosos puntos negros? ¿Al tacto es una piel untuosa? ¿El maquillaje desaparece rápidamente y se corre? Si la mayor parte de las respuestas son afirmativas, entonces el diagnóstico es claro: es una piel grasa en la que existe una mayor actividad de las glándulas sebáceas y por lo tanto requiere cuidados específicos.

Uno de los principales errores que cometen las personas que tienen una piel grasa es dejar de hidratarse la piel. Es cierto que requiere una higiene exhaustiva, pero eso no quiere decir que deba tratarse con productos irritantes y astringentes que acaben por generar una mayor producción de sebo.

La mejor forma de limpiarse es con jabones, puesto que la suciedad soluble en grasa (lipófila), tiene mayor prevalencia en las pieles grasas y no se elimina exclusivamente con agua. Por eso es necesario utilizar productos que respeten el PH de la piel y eviten el efecto rebote. Hay que limpiar el rostro y el cuello dos veces al día, por la mañana al levantarse y por la noche antes de acostarse. Algunos productos recomendados son los jabones de aloe vera, las crema espumosas sin jabón, el llamado pan dermatológico, que tiene la apariencia de una pastilla de jabón y es muy eficaz para desincrustar la grasa e impurezas acumuladas y la leche limpiadora.

La hidratación de una piel grasa es muy importante, por eso es recomendable utilizar un producto específico dos veces al día, después de haber realizado una limpieza adecuada de la piel. Se deben evitar ingredientes como la manteca de cacao, alcohol, ácido oléico o el aceite de oliva. En cambio, ingredientes como la cera de abeja, el aceite de maíz, el aceite mineral ligero o los denominados AHA (Alpha Hydroxy Acids), que eliminan células muertas, y el ácido mandélico, son muy adecuados.

Cara lavada

Aun así, no hay que agobiarse, porque tener la piel grasa también tiene sus ventajas. Tiende a envejecer más lentamente porque es más gruesa y está más protegida frente a las agresiones externas, también tiene una menor propensión a tener arrugas, es más resistente frente al frío y el calor, sufre menos y es más firme.

Con lo que hay que tener más cuidado es con el acné. Las personas con la piel grasa suelen tener una mayor tendencia a padecerlo. Por eso es importante mantener una buena higiene cutánea, utilizar jabones neutros que respeten el PH de la piel, evitar el uso de bases de maquillaje de forma sistemática, no utilizar productos cutáneos que contengan aceites, seguir una alimentación sana y equilibrada y restringe el consumo de grasas saturadas, ni tocar ni manipular los granos.