Generalmente cuando nos interesamos en una persona sexualmente, hacemos lo posible para que esa persona no solo se fije, sino que se acabe interesando en nosotros. Se trata como de una especie de ritual, del que curiosamente no siempre somos del todo conscientes.

En todo caso, intentamos que nuestro deseo se cumpla y que nuestra intención llegue a buen puerto, mostrándonos en nuestra versión más atractiva en todos los sentidos, hasta llegar al punto de mentir si hace falta para que el plan no se estropee.

Cuando realmente nos interesa alguien en el plano sexual y vamos a por todas para conseguir el sí de esa persona, consciente o inconscientemente nos volvemos mentirosos, lo seamos o no normalmente en nuestro día a día. Al menos, esa es la conclusión que se extrae de un estudio de la Universidad de Rochester en Nueva York y el Centro Interdisciplinario Herzliya en Israel.

Pareja

Según los científicos involucrados en el trabajo, cuando el sexo ocupa nuestros pensamientos, nos convertimos en personas menos honestas acerca de nosotros mismos para intentar que quien nos gusta perciba la mejor imagen posible cuando interactuamos con él o ella.

El estudio

Para llevar a cabo la investigación, los científicos formaron cuatro tipos de experimentos distintos, trabajando con voluntarios heterosexuales, de ambos sexos y con edades comprendidas entre los 21 y los 32 años. Los resultados del trabajo han sido publicados en el Journal of Experimental Social Psychology.

Se dividió a los participantes en dos grupos. Por una parte, los que se sometieron a un proceso que llamaron preparación sexual, y por otra, un grupo de control que no tuvo nada que ver con el citado proceso. La preparación sexual consistió en hacer que las personas piensen sobre las cosas en clave sexual. Según explicaron los investigadores, se trataba de activar un conjunto de conceptos en el cerebro, para que entonces las partes del cerebro que representan la sexualidad se activaran. Eso sí, este proceso no tenía por qué provocar que las personas involucradas se excitaran genitalmente.

Se realizaron dos experimentos en los que se emparejaban a hombres y mujeres. En uno de ellos, los unos y las otras tenían que argumentar para resolver un dilema. Se detectó que tanto ellos como ellas estaban más dispuestos a ceder ante los argumentos de la parte contraria sobre todo entre los del grupo sometido a la preparación sexual.

Sexo

En el otro experimento, les hicieron rellenar un cuestionario sobre preferencias sexuales y mantener después distintos chats en los que participaban un hombre y una mujer. Tras haber revelado sus preferencias y haber escuchado a la parte contraria, una gran parte de los del grupo de la preparación sexual, no tuvo inconvenientes en modificar sus gustos con el fin de que coincidieran con los de su pareja del chat.

Pero aún quedaba una prueba. En el tercer experimento intentaban averiguar si la preparación sexual afectaría a la hora de mentir o no respecto al número de parejas sexuales que habían tenido hasta entonces en toda su vida. Lo cierto es que los del grupo de la preparación sexual redujeron la cantidad de parejas de las que había disfrutado con el fin de resultar más atractivos de manera subconsciente a las parejas asignadas en el experimento.

Según los científicos, “la gente hará y dirá casi cualquier cosa para establecer una conexión con un extraño atractivo”.